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Leía

"Él amaba la muerte, ella amaba la vida,
Él vivía por ella, ella murió por el."

Mi puerta se abrió

-Hija, ya sonó el despertador.
-Ya lo sé.
-Pues levántate.
-No quiero ir.
-Ya hemos hablado de esto, no es opción.

Me levanté de mala gana, y me vestí, no me arreglé mucho, nunca me arreglo mucho, me puse nada más una camiseta blanca, unos jeans, y unos tenis también blancos, me peiné pero lo dejé suelto, cogí una sudadera negra, mis cosas y me fui.

Abajo estaban mis hermanos (gemelos) Sebastián y Santiago en la mesa desayunando, mi papá leyendo el periódico en el sofá y mi mamá alistando los almuerzos.

-¿Emocionados por el primer día de clases?- Preguntó emocionada mi madre desde la cocina
-¡Si!- Gritaron al unísono mis hermanos con una gran sonrisa en el rostro
-¿Sabrina?- Preguntó mi padre apenas elevando la mirada de su lectura
-Sin más.
-Verás que este año pasa algo increíble que te hará recordad con vergüenza esta falta de ánimo- Retomó mi madre, como podrán notar, la reina del optimismo.
-Claro- Respondí cortando la conversación.

Lo que no sabía en ese momento es que mi madre tenía razón.

-¿Nos vamos?- Dijo mi padre levantándose

Santiago y Sebastián corrieron a la cocina, tomaron sus almuerzos le dieron un beso a mi madre y se dirigieron al coche (como verán son unos niños aún). Yo me levanté con más calma, pero con el mismo recorrido, me subí a la parte del copiloto y salimos.

-¿Qué estás leyendo?- Preguntó mi padre al ver el libro en mi mano.
-Romeo y Julieta.
-¿Te está gustando?
-Si-Respondí cortando a mi padre.

Nadie habló hasta que llegamos al colegio.
-Buena suerte chicos.
-¡Adiós!-Los niños salieron corriendo
-Te amo papá-Le di un beso en la mejilla y me fui.

Llegué a la oficina del colegio, pedí lo necesario para el año, libros; cuadernos; horarios... (por ser el primer día) y me dirigí a la primera clase, empezaba por literatura, lo que me pareció una grata sorpresa pues es mi clase preferida. Me dirigí a la clase, me senté en la primera fila y empecé a leer.

Oí pasos de tacón, firmes; fuertes, pero no me despegué del libro, todo se había quedado en silencio, pero no me importó, seguí leyendo.

Alguien me quitó el libro, me levanté molesta de un salto y le grité "¡ve a molestar a alguien más!" Y la vi, la criatura más bella que hubiera visto jamás, era hermosa, tenía una sonrisa triunfadora y ojos de indignación, esos ojos azules tan llamativos me hipnotizaron, me quedé así, viéndola, viéndonos, fue un momento fugaz disfrazado de eterno, se aclaró la garganta, aparté la vista.

-Perdón- Dije viendo hacia el piso

Me sonrió y devolvió el libro. Fue a su mesa y escribió en el pizarrón Foster.

-Hola chicos, me llamo Amy Foster, soy su nueva maestra de literatura...- Habló de su forma de trabajo, las reglas de clase, etc... Yo solo veía su cabello rubio que caía en ondas, que se movía al compás del aire, su melodiosa voz angelical, su sonrisa delicada, y no digamos su cuerpo, su pecho resaltado por la camisa de botones que se había puesto, ese trasero remarcado por la falda en tubo, tan apretada que no me sorprendería si le costase entrar en ella, esas piernas fuertes pero nunca dejando de tener una figura esbelta... Un ruido ya familiar me sacó de mis pensamientos, aquel ruido que hacía para llamar la atención, para llamarme la atención, cuando se aclaraba la garganta.

-Pueden platicar o lo que sea el resto de la hora, pero sin hacer escándalo.- Dijo después de un silencio.

Todos empezaron a platicar, a molestarse entre si. Yo cogí mi libro y me puse a leer.

-Él amaba la muerte, ella amaba la vida,
Él vivía por ella, elle murió por el.- Dijo aquella voz que tanto me encantaba- Mi extracto favorito- Dijo con aquella sonrisa que me volvía loca, le sonreí de vuelta. Le iba a contestar algo, cualquier cosa, pero la campana sonó, y el bullicio de mis compañeros al salir me volvió a la realidad y no pude hablar. Recogí mis cosas y empecé a salir. La vi, para despedirme de ella y me sonrió guiñándome un ojo, algo que no me esperaba, pero me fascinó.

El resto del día transcurrió normal, ninguna novedad, no la volví a ver.

Al llegar a mi cosa me encerré en mi habitación a leer y así lo hice, hasta que me ganó el sueño y dormí con su recuerdo, con una gran sonrisa en el rostro.

Amy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora