II

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Me desperté de buen humor. Me vestí con una camiseta roja, unos jeans negros, y unos vans negros, me peiné con una media cola en moño. Y me quedé un rato sentada a la orilla de mi cama, pensando.

Me di cuenta, que estaba destinada a conectar con ella, esa mañana había leído un extracto que hasta el momento ha sido mi favorito, y ella lo dijo, si no hubiera hecho berrinche para quedarme en casa no habría leído eso y no sabría de que me estaba hablando, como esa habían otras miles opciones de lo que hubiese podido pasar, pero así pasó, todo conspiró a nuestro favor, a mi favor.

Mi puerta se abrió, mi madre entró y se sentó a mi lado.

-¿Estás bien?
-Perfecto- Le respondí con una gran sonrisa.
-¿Te fue bien ayer?
-De maravilla.
-Ya veo que si.- Me dio un beso en la frente y salió.

Bajé a desayunar, y pasó exactamente lo mismo que el día anterior, y que todos los días.

Llegué al colegio, a primera hora tenía matemáticas lo que me bajó un poco el ánimo, pero me senté en la última fila, y dibujé, amaba dibujar.

A la hora siguiente tenía literatura lo que me volvió traer una sonrisa. Al llegar nos sentamos y ella nos leyó un extracto de Prust y lo analizamos. Nos puso de tarea hacer un texto de 1000 líneas escribiendo con la técnica de Prust, y teníamos dos días para hacerlo, nunca había tenido una maestra tan interesante, y eso puedo decirlo de la manera más objetiva. La hora pasó rapidísimo, y antes de salir me llamó.

-Sabrina, puedo hablar contigo.- Me acerqué a ella.
-¿Si?
-¿Cómo vas con la lectura?
-Bien, me falta un acto por terminar.
-Tengo un libro que podría gustarte... Bueno, a mí me gusta mucho.- Tomó un libro de su gaveta "Sonrisas falsas" se llamaba- Es de la esposa de un nazi cuya familia es judía, y ella no se lo dice nunca y entra en depresión, cuando el se entera la trata de esclava y la maltrata pero la sigue presentando como su esposa.- Me explicó, tomé el libro y le di las gracias, salí de su clase.

El resto del día, como de costumbre pasó normal, había terminado Romeo y Julieta así que decidí ir al parque saliendo de el colegio para empezar el libro que ella me había dado. Fui a un parque que estaba entre el colegio y mi casa, me senté en un banco y empecé a leer, la gente pasaba, habían gritos de niños que jugaban, se oscurecía, cada vez había más frío y menos gente, pero no me importó estaba sumisa ante aquella obra, mi teléfono no dejaba de vibrar, era mi madre seguro pero no me importó, seguí leyendo. Alguien se acercó y me puso un abrigo encima, levanté la cabeza, era ella, era Amy.

-Sabes, no me lo tienes que devolver mañana.- Bromeó sentándose a mi lado
-Es precioso- Le respondí
-Lo sé- Tomó el libro para ver por dónde iba rozando su mano contra la mía, sentí algo, sé que sintió lo mismo.
-¿Te llevo a tu casa?
-Iré caminando
-¿Segura? Ya está oscuro, además no es seguro
-Pero...- Me interrumpió
-Nada de peros, tú vienes conmigo, y llama a tu madre que debe estar muy preocupada.

Caminamos hasta su carro y me subí. Ella arrancó.

-¿No tenías nada que hacer?
-¿De qué?- Pregunté confundida
-Tareas
-No, solo tú pones el segundo día... Usted, perdón.
-Puedes tutearme- Dijo sonriendo, el resto del camino fuimos en silencio, excepto por las indicaciones que le daba para llegar a mi casa.

Cuando llegamos ella se bajó conmigo y tocó a la puerta, mi madre abrió rápido y me abrazó dándome besos en la frente.

-¡No me vuelvas a hacer esto nunca!
-Pero mamá...
-Casi me muero- Dijo cortándome la palabra- Gracias por traerla- Dijo sonriendo a la que hasta ahora era una desconocida para ella.
-Amy Foster, maestra de literatura de Sabrina- Dijo ella percibiendo la preocupación de mi madre, que al oír eso mostró tranquilidad.
-Estaba leyendo en el parque- Dije excusándome.
-¿Quiere pasar?- Le preguntó mi madre haciéndose a un lado.
-No gracias, creo que me voy ya.
-Pase a tomar algo, es lo menos que podemos hacer para agradecerlo.
-Gracias- Dijo sonriendo y entró, yo la seguí.

Nos sentamos en la sala mis padres, Amy y yo platicando de cosas sin importancia hasta que se oyó un grito de Santiago en la escalera "¡mamá!" Mi madre solo volteó a ver "Hambre, hambre, hambre. Comida, comida, comida" Amy rió y me volteó a ver, se levantó.

-Creo que yo debería irme.
-¿No te quieres quedar a cenar?- Preguntó mi padre.
-No debería, pero gracias.
-Seguro la esperan en casa- Dije.
-Insisto- Volvió a decir mi padre.
-Si de verdad no les molesta.- Dijo como pidiéndome permiso.
-En absoluto- Interrumpió mi madre emocionada.
-Gracias entonces.

Nos sentamos a comer y tuvimos una gran platica, hablamos de todo tipo de cosas. Todo era perfecto.

-Son las 10:00, si no te duermes ahora no te despiertas nunca Sabrina.- Dijo Sebastián.
-Creo que debería irme yo también- Dijo Amy.

Se despidió de mis padres y de mis hermanos y la acompañé hasta su auto.

-Muy linda tu familia, y tu casa.
-Gracias.
-Nuestra relación avanza rápido, incluso me presentaste a tus padres- Dijo riendo. No contesté nada.- Me refiero a que puedes dejar de ser tan cortante.
-Lo siento.
-Sigues.
-No eres tú.
-¿Eres tú?- Me cortó.
-Si, siempre soy así.
-Buena con las letras, mala con las palabras, lo entiendo perfectamente.
-Pero tú conversas estupendamente.
-Ahora, antes no. Tú y yo tenemos más en común de lo que te imaginas.- Me dio un beso en la mejilla, se subió a su auto y se fue.

Me arreglé para dormir, pero estuve casi toda la noche pensando en ella, apenas dormí.

Amy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora