IX

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Voltee a ver algo avergonzada por mi torpeza.

-Ya me iba.
-Quédate, es tu lugar después de todo.
-No hace falta hacerte la amable conmigo, Amy.
-Sabrina por favor, no lo entiendes.
-Me temo que no, señorita Foster.-Me voltee y me fui, oí que me llamaba, pero no me importó.

Un poco más abajo de la montaña había una banca, no tenía la misma vista, pero si que era tranquilo, solitario, rodeado de árboles. Estaba sentada, pensando, pensando en todo, y ella llegó corriendo.

-¿Señorita Fisher?-Dijo esperando ver una sonrisa, en cambio solo le di una mirada asesina.-Tenemos que hablar.
-Eso supuse yo hace unos días, antes de que me sacaras tan descaradamente.
-No estaba lista.
-Pues yo llegué a mi límite de espera.
-Sabrina.
-Amy.
-Te amo.
-No te creo.
-Tenemos que hablar.
-Vete.
-¿Por favor?
-Dos minutos.-Dije dandole espacio en la banca para que se sentara.
-¿Alguna vez te conté como terminó todo con Anna?
-No, creo que omitiste esa parte.-Dije enfadada, era muy primeriza en esto de las disculpas si creía que sacando el tema de su ex podría perdonarla.
-Me dejó. Un día llegué al apartamento y había una nota decía que no entendería sus razones pero debía irse. Nunca supe nada de ella.
-Ajá.-Insistí
-El día que te fui a dejar a tu casa, el domingo, después de nuestra noche, al llegar a mi apartamento la vi en el estacionamiento parada. Le dije que se fuera, que yo la había superado, que yo amaba a alguien más. Dijo que debía darme explicaciones, así que la dejé entrar. Me contó porque se fue, dijo que no me molestaría más, y se fue. Me deprimí supongo, no podía ir así al colegio, y luego, tenía tantas ganas de estar contigo, pero al verte recordé lo que me dijo, y ahora me da miedo estar contigo.
-¿Miedo?¿Qué te dijo?
-Mis padres fueron con ella y la amenazaron, le dijeron que si seguía conmigo las iba a pagar. Sé que es estúpido que me de miedo, pero si algo malo te pasara, yo no me lo perdonaría.-Contó Amy con la voz entrecortada. La vi a los ojos, estaba tan afligida, se veía tan triste, sin fuerzas, tan honesta.

No me resistí a ella y la besé, pero este fue un beso suave, un beso delicado, con el cual le pude decir todo lo que no me atrevía con la palabra, que la perdonaba, que la apoyaba, que la protegía, pero más importante, que la amaba. Al separarnos ella me sonrió, nos abrazamos.

-Amy.
-¿Mmm?- Dijo despegándose de mis brazos.
-También te amo.
-No te creo.-Dijo con una media sonrisa.

Acaricié con mi dedo cada detalle de su rostro. Cada día era más hermosa. La tomé de la mano y nos fuimos de ahí. Ella subió a su auto y yo me fui caminando, ella quería llevarme pero me negué.

La felicidad me invadía, estaba en paz con mi bella amada, todo estaba bien, sin embargo algo se sentía distinto, algo no me gustaba, sentía una tormenta que estaba por llegar.

Amy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora