XVII

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-Adiós belleza.-Se despidió mi madre en sollozos.
-Adiós mamá.
-Adiós.-Dijo mi padre dándome palmadas en la espalda.
-¡Adiós!-Gritaron mis hermanos mientras me saltaban encima.
-Adiós tontos.

Cogí mi equipaje y me adentré al aeropuerto, despidiéndome con la palma.

Hice todos los trámites y demás. Y luego cerca de mi puerta de salida caminé sin rumbo, por fuera de las tiendas. Una voz femenina llamó a todos los de mi vuelo.

Estaba a punto de subir al avión, mi móvil sonó.

Te lo advertí. Te dije que no le hablaras, que no te le acercaras. Pero que tonta eres.

No marcaba el dueño de ese número telefónico, pero lo tenía clarísimo.

Saqué el libro que Amy me había dado. Era por completo blanco. En la primera página había algo escrito a mano. Con esa caligrafía que desde siempre me encantó.

"Querida Sabrina,
Después de tan poco de conocerte, pero tanto de quererte he aprendido muchísimo. He aprendido que el amor va más allá de las palabras, que el amor se encuentra en sonrisas y miradas. También conocí aquella sensación al tocar a alguien, que nunca antes había sentido.
Quiero agradecerte, y decirte que lo que tú y yo tuvimos fue algo mágica. Pero también quiero decirte que eso así queda, en tú y yo. Por que tú y yo, nunca seremos un 'nosotras'. Esto quizás suena feo, quizás suene mal, pero todo lo contrario, con eso quiero demostrarte mi amor, que sepas que tendrás siempre un lugar en mi corazón, tendrás un lugar en mi corazón.
Quiero que leas una carta al día, y esta era específica para el avión, no avances más por favor, no hasta mañana.
Siempre tuya, Amy."

Cerré el libro, los ojos los tenía húmedos. Me coloqué los auriculares y puse música a todo volumen, me giré hacia la ventanilla y lloré, lloré todo el vuelo, como nunca lo había hecho.

Al bajarme recogí mi equipaje, y al salir había un señor con traje sosteniendo un letrero con varios apellidos, entre ellos el mío. Me acerqué a él y me guió a un autobús. Ahí habían ya varios chicos, me senté un un lugar aún libre. Al lado de un chico muy apuesto, parecía rudo, pero no tenía planes de hablarle, así que no me importó.

Al sentarme me volteó a ver, no le di importancia.

-Daniel.-Dijo tendiéndome la mano.
-Sabrina.
-¿Eres nueva?
-Si, ¿y tú?
-No, llevo aquí dentro toda mi vida.
-Siento oír eso.
-¿Por?
-Es una pesadilla.
-Estás mal, es la ostia.-Dijo emocionado.

Dejé de hablarme, el resto del camino nos pasamos en silencio. Al llegar me bajé y estaba yéndome.

-¿No vienes?-Me dijo Daniel de atrás dirigiéndose al lado contrario. Fui hacia él.-Aquí vas a necesitar amigos, y tienes una suerte increíble de tenerme a mí como uno.-Mi primer amigo, mi primer amigo en la vida.
-Ok.-Respondí escondiendo mi emoción. Fuimos a la oficina principal en la que me dieron todos los papeles necesarios. Fui a mi habitación en la que tendría que compartir compañera, pero por suerte no estaba.

Conecté el móvil al wifi del edificio y empezó a sonar sin parar.

Amy: Sabrina tenemos que hablar.
Amy: Sabrina, apenas puedas llámame.
Amy: Sabrina no estoy jugando.
Amy: ¡Sabrina!
Amy: Eres una mentirosa.
Amy: Loca.
Amy: Cobarde.
Amy: ¿Cómo pudiste?
Amy: ¡Sabrina Fisher!

Le marqué con la mano temblando. La espera se me hizo eterna.

Amy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora