VII

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Caí exhausta a su lado, me rodeó con su brazo y besó la boca de una manera tan dulce.

-Ojalá pudieras quedarte la noche.
-Puedo.

Me levanté de la cama, casi desnuda, con la tanga como la única prenda que me quedaba, tomé mi teléfono y llamé a mi madre.

-Mamá me encontré con una amiga de Londres, voy a pasar la noche con ella y seguramente buena parte de mañana. Quizás llegue a casa tipo...- Voltee a ver a Amy, quien con la mano me hizo una seña de "las cinco"-...A las cinco.
-¿Segura?¿No necesitas nada?
-No, estoy bien, gracias.
-Te amo.
-Yo a ti, adiós.-Le colgué.

Amy tenía una inmensa sonrisa, estaba acostada en la cama con una delgada sabana cubriéndole el cuerpo.

-¿Y qué tal está tu amiga?
-Buenísima.-Dije alzando una ceja y sonriendo de lado, ella solo rió.
-Ven aquí que tienes demasiada ropa encima.

Me acerqué a ella, la besé, otra vez nos besamos desesperadas, se había vuelto una necesidad, se tumbó encima mío recorrió todo mi cuerpo con besos, cuando llegó a mi vagina siguiendo dando besos por encima de las bragas, con los dientes me la quitó, y volvió con los besos por encima, después empezó a pasar la lengua por toda la superficie, yo apenas podía gemir, con una mano apreté una de mis tetas lo más fuerte que podía, y con otra las sábanas. Por fin metió su lengua, con su boca empezó a jugar con mis labios bajos. Esa mujer sabía lo que hacía, todos mis músculos empezaron a contraerse avisándome que estaba por venirme. Grité de placer.

Subió de nuevo la cabeza, y me besó, está vez era un beso delicado, y dulce. Se acostó a mi lado y nos dormimos.

La mañana siguiente sentí una mirada encima mío. Abrí los ojos y la vi. Me estaba observando, sonriendo, desnuda, al lado mío, yo también estaba desnuda, solo nos cubría una fina sabana. Pasó su dedo delicadamente por todo mi rostro.

-A ti.
-¿A mi qué?
-La pregunta que me hiciste ayer en la noche. A ti.-Dijo dándome un beso en la comisura de la boca.

Se levantó, y fue a la cocina, aún desnuda, me levanté tras ella pero con la sabana para cubrirme.

-¿No te da pena?
-Después de anoche, ya no, y a ti tampoco debería.-Sonreí.

Tomamos café juntas. Hablamos toda la mañana, de todo y de nada.

Nos besábamos, jugábamos, a las tres de la tarde me fui. Ella me dejó poco más lejos de mi casa. Llegué a las 4:00 más o menos e hice tareas.

Pensé todo el resto de la noche en lo que pasó antes, estaba perdida en mi pensamiento hasta que oí el teléfono sonar.

Amy: ¿Anoche fue un sueño?
Sabrina: Espero que no.
Amy: Lo disfruté tanto.
Sabrina: Te disfruté tanto.
Amy: Buenas noches querida.

Amy. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora