II

261 31 3
                                    

Llegó a casa apresurado, sin aliento, sus pulmones ardiendo por el aire frío que repentinamente había entrado en ellos. Se encontró con la casa a oscuras, vacía; un alivio y a la vez una pesadilla.

Cuando se encontraba así, todo era blanco y negro. Quería ser confortado pero que lo dejaran solo, quería darse una ducha de agua caliente pero también fría porque no quería relajarse. Con estos deseos contrariados y sin resolver, él se deshacía. Reconocía los síntomas de un ataque de ansiedad, había leído qué pasaba y cómo superarlo. El caso era que ya no podía respirar profundamente. Ya había empezado a hiperventilar hacía unos minutos. Se sujetó a lo primero que vio, un mueble, y trató con todo su esfuerzo dejar la mente en blanco y respirar con normalidad. Vaciar su mente era difícil cuando la imagen recurrente de Ulquiorra seguía apareciendo como si le atormentara. Cálmate, cálmate, todo está bien...

Tardó minutos que le parecieron eternos en tener la situación controlada. Ahora que había pasado por ello, estaba física y mentalmente exhausto. Soltó el mueble con un siseo, sus dedos doliendo agarrotados por la fuerza que empleó para sujetarse. Se quitó los zapatos, y subió a su habitación con lentitud. Se cambió de ropa, deshaciéndose de la que se había humedecido por la nieve y se puso algo abrigado. La ducha tendría que esperar, ahora solo quería dejarse caer sobre su cama y descansar.

*~*~*~*

—¡PARA!

—¡Ichi-nii! —Ichigo giró la cabeza rápidamente hacia su hermana, su respiración rasposa y sus ojos abiertos de par en para como si hubiera visto algo terrible. Karin parecía igual de sorprendida.

La pelinegra había entrado a despertar a su hermano para la cena, pero aquel grito que emitió la asustó.

—Ichi-nii... ¿Estás bien? —Karin acortó la distancia con extrema cautela al observar como la expresión de miedo de su hermano no desaparecía. Estaba temblando y sudando visiblemente. Eso debió ser una pesadilla horrible...

—Ka-Karin...

—Espera, te traeré un vaso de agua —hizo un gesto con las manos para que no se moviera de la cama y corrió escaleras abajo hacia la cocina para tomar un vaso de agua y subírselo a Ichigo.

Entró de vuelta a la habitación con cuidado, aliviada al ver como su expresión se había relajado un poco aunque aún parecía afectado. Le entregó el vaso de agua, el cual Ichigo agradeció, y se lo bebió en varios sorbos.

—¿Quieres que llame a papá? —sugirió, tomando el vaso vacío de él cuando acabó. Un ligero movimiento de cabeza la hizo suspirar—. Ichi-nii es la cuarta vez esta semana...

—Estoy bien es sólo... una mala racha.
Karin suspiró de nuevo. Sabía lo cabezota que era su hermano y lo mucho que se iba a negar a recibir ayuda. No quería obligarle, pero empezaba a estar, honestamente, muy preocupada. Debería hablar razonadamente con su padre y contarle la situación.

—Está bien —abandonó la habitación sin tener más que decir y sin palabras para reconfortarle. En contra de la voluntad de su hermano, iría a hablar con papá.

Dejó el vaso en la cocina, saludando a Yuzu al pasar por ahí ya que ésta estaba haciendo la cena.

—¿Y papá?

—Debe estar aún en la clínica.

—Vale.

Se marchó hacia la entrada de la casa donde había una puerta que conectaba con la parte de la clínica. Por suerte su padre, ya estaba empezando a cerrar por el día.

—Papá, ¿podemos hablar un momento? —preguntó apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—¡Claro que sí mi querida hija! ¿Qué sucede? —respondió tan alegre y extraño como de costumbre.

«What is the heart?»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora