El final de la misión

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Un solo día, ese es el tiempo que había pasado desde que los Konohanin llegaron a la casa de su cliente. Era por la noche, y durante todo el tiempo que hubo luz los genin estuvieron entrenando bajo las órdenes de su sensei. Los jóvenes estaban muy cansados, aún cuando estaban felices, y lo único que querían era descansar para recuperar energías.

Inari miraba con resentimiento a los shinobis que su abuelo había contratado. La manera en la cual ellos actuaban, le sacaba de sus casillas. Tan tranquilos, como si el dolor no existiera, entrenando sin parar como si fueran a lograr vencer a Gatô. Derrotar a ese mafioso que quería dominar sobre la isla entera y había dejado a todos los habitantes de los pueblos en esta pequeña tierra en la indigencia.

El pequeño ningen había estado observando esa mañana la manera en la que entrenaban los ninjas, no entendía de que iba a servir el escalar árboles sin usar las manos, pero le molestó que creyeran que con solo eso vencerían a ese mafioso.

Mientras Inari mantenía esos pensamientos. Entre los genin, Sasuke recordaba el entrenamiento de esa mañana:

Nada más terminar de desayunar, Kakashi sensei nos llevó a un claro en el bosque para entrenar. Nos explicó la manera de escalar arboles sin usar las manos, aún cuando yo no entendía para que nos vendría bien esta habilidad.

Esa banshee tan molesta consiguió hacer el ejercicio en un momento, pero sensei le dijo que siguiera practicando ya que le vendría bien en el futuro, yo seguía sin entender por que en que nos serviría este ejercicio tan tonto. Naru... no, su nombre es Soyokaze, aún le costaba acostumbrarse a que el idiota en realidad fuera una hembra, que conocía la manera de escalar sin manos desde mucho antes, no se quejó cuando tuvo que volver a hacer el ejercicio que ya había practicado hace tiempo en la aldea.

Yo era el único que no había podido subir más de medio árbol, y eso me estaba enfadando. Que incluso Haruno lo lograra antes que un gran Uchija como lo soy yo, eso era inverosímil. Al final, mi compañera Uzumaki se me acercó y con una bonit... je, estúpida, si eso era una estúpida sonrisa; me preguntó si yo necesitaba ayuda. En realidad no necesitaba la ayuda que ella me ofrecía, podía haberlo hecho solo, pero le daría un pequeño capricho a su compañera de equipo ya que la kitsune era una joven centrada en ser una buena kunoichi y merecía consideración, no como el resto de inútiles hembras que conozco. Gracias al consejo de Soyokaze pude completar el entrenamiento antes de que llegara la hora de la cena.

Al final resulta que el ejercicio era para mejorar el control de chacra, me lo dijo mi compañera de equipo rubia, por lo cual si que era necesario e importante. Y para los inútiles casi sin chacra como Haruno, servía para aumentar el nivel de chacra. Je, con razón lo logró tan rápido, era otra prueba de que era una inútil.

- Mina, mañana Sasuke y Sakura, ya que sois el más atrasado y la más débil seguiréis con el entrenamiento nada más levantaros, ya que Soyokaze y yo protegeremos al cliente. Mientras que por la tarde, tu Sakura vendrás conmigo a proteger a Tazuna y Sasuke y Kaze chan se quedaran entrenando. - Interrumpió con esas palabras el sensei los pensamientos y recuerdos de su único alumno varón.

- Je, no se para que entrenáis tanto si claramente vais a morir bajo las manos de Gâto. - Fueron las palabras del pequeño niño civil, el cual estaba de brazos cruzados y con la cabeza agachada mostrando sus irritación y enfado.

Soyokaze, con sorpresa, miró al muchacho de ocho o nueve años y le preguntó el motivo de su afirmación.

El chico observo a la kunoichi de ropas anaranjadas con algunas partes en negro y frunciendo el ceño le contesto, con una voz agresiva, que los héroes no existían y que claramente iban a morir a manos del mafioso, también mencionó que los genin presentes en esa habitación no podían saber nada sobre todo el horror que habían pasado los habitantes de Nami no Kuni, que lo más seguro era que todavía vivieran felices y sin preocupaciones, sin conocer el auténtico dolor de vivir con el miedo cada día.

El secreto de los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora