La Historia

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Mi padre, me había educado en casa. Era una persona de principios dentro de un mundo ya condenado. Siempre cuando llegaba la noche me llamaba para ver el cielo. El firmamento era negro, incluso yo pensaba que era transparente. Cuando cumplí mis seis años me leyó una serie de cartas. El hizo que me hiciera una ilusión imposible.

Cuando se trataba de las clases, siempre hablaba de ella. Nunca supe quien era mi madre, pero siempre supe que el estuvo enamorado de ella. En la clase de español el primer verbo que me explicó fue el amor. Cada expresión, cada pensamiento, el me los enseño. Fue detallista en cada definición. Y cuando llegaban las noches, me seguía leyendo las mismas cartas. Yo quedé enamorado de Saturno. Aunque siempre yo lo he dicho, el amor que siente mi padre, es mil veces superior al mío.

Salgo al pueblo y llego al mercado. Cada vez que vengo, el mercado se queda sin productos. Es como mi padre afirma, el mundo está deteriorándose. Compró lo poco que puedo, el dinero ya no vale nada. Sólo compras con lo que el vendedor pide, a veces es un kilo de hojas verdes, en otras ocasiones son cebollas frescas y hay posibilidades que te pida un simple reloj de mano. En el camino de vuelta a casa, me topé con un grupo de damas cuarentonas, el grupo hablaba del amor platónico de padre. Comentaron de que la Tierra está llegando a un fin inminente. Decían que si se enteran que regreso, enterrarían su cuerpo mientras respiraba tierra. Quería interrumpir su charla, pero padre me tomo de los brazos. La poca gente que estaba cerca y el grupo de damas cuarentonas, callaron. Miraban a mi padre como si fuera un "freak" del circo. Algunas personas habían huido al momento de verlo. Dos hombres altos, de mediana edad, de ojos muertos de cansancio, caminaron a nuestra posición. Papá pido que me fuera, que corriera lo más que pudiera y lo esperará en casa, yo le grite a él, le pedí quedarme, le pedí defenderle, los hombre dejaron de caminar.

Grite llorando. Recordé una canción que padre siempre canta mientras duerme. Un día le había preguntado hacerca de esa melodía. Me contó que Saturno en su última visita a la Tierra la canto y padre la aprendió de memoria, para cuando fuese necesario, la cantaría de recuerdo. Y mientras lloraba, canté.

"Las rosas rojas del pantano,
el cielo estrellado,
las calles sensibles del llano,
ocultan un pasado,
puede que ya todo este enterrado,
más el renacer de mi canto
llama al olvido que se ha callado.
Recuerden que ya yo he llegado,
no oculten de mi sus rosas o sus llantos,
pues en mi la sinceridad nace
y de mis entrañas la Tierra renace."

Podía sentir cada mirada en mi. Cada par de ojos encima de mi cabeza. Era un mal terrible que por segundos no tendría arreglo. Sesenta y cuatro, así se llamaba la mujer con más edad en nuestra pequeña población. Se acercó a mi y a mi padre, puso su mano temblorosa en mi barbilla, miro directamente a mis ojos. Sus ojos podían ver todo mi ser, yo no podría decir ninguna mentira en estos instantes. Más su mirada buscaba otra cosa, un detalle más importante. Y de su boca salio - ¿Conoces quien fue Saturno? - Sus palabras ocultaban intención. Era como si ella conociera el miedo entre mis entrañas. Mi voz era tenue, casi inaudible. Padre reflejó nervios en su voz. Hablo, los hombres altos interrumpieron su paso hacia mi. Sesenta y cuatro tomo mi cuello entre sus manos. - Saturno, tienes sus mismos ojos imposibles.- Mis ojos sin decadencia perdieron brillo. - Tienes su mismo canto del cielo. - Mi voz se convirtió en una grieta. - Eres la reencarnación de Saturno. - Mi vida valía mierda en estos momentos.

La reflexión del momento era adecuada para una de las clases de mi padre. Nunca dejes que vean tus ojos. Nunca dejes que toquen tu piel. No dejes que entren en ti. No dejes que vean de quien eres. Sólo busca comida, regresa sano y salvo. Hoy hice todo lo contrario. Padre que nunca había salido de casa, hoy lo hizo. Padre que le tenía miedo a la gente por que ella tenía miedo de el, hoy salió. Sesenta y cuatro miro y atravesó​ todo, llegando a mi alma. Padre con miedo en sus ojos y sin saber que hacer respondió a un llamado extraordinario.

Así, sin esperarlo, acabo todo.

Letras a Saturno©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora