El unirme tanto a Daniel fue inoportuno, así como las cortadas en los brazos de Victoria. Me sentía tan impotente hacia eso, no tenía idea de cuál era la necesidad de hacerse tanto daño, de dañar esa piel tan blanca y delicada.
Mi preocupación crecía, cada día más. No sabía cómo controlarlo, que iba a pasar y si esto se salía de mis manos, ¿por qué no simplemente se lo decía a un adulto? ¿Que iba a saber del suicido y las ganas de vivir una niña de tan solo 14 años?
Las horas que pasaba hablando con Daniel sobre este tema se comenzaron a hacer eternas, eran aquellos desvelos que, en parte, me ayudaron a poder entender un poco por lo que Victoria estaba pasando.
Fueron en esos días, en los que ni Daniel ni yo nos alejamos de Victoria, de nuestra victoria.
Por un pequeño lapso de tiempo sus heridas sanaron, creíamos que por fin habíamos vencido al enemigo... pero para nada fue así
A los pocos días, las cortadas aparecieron de nuevo... no solo en los brazos, ahora sus piernas también estaban lastimadas.