Prólogo

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          Llegué a Laudelín, estaba solo de pasada, pero no quería irme de allí.  Acostumbrado a cumplir con  mi tarea,  destinado a seguir órdenes, me sentí absurdo. No tenía elección, mi vida ya era así y cambiarla sería algo drástico. Miré el lugar y sentí que mis pies querían quedarse atorados en el suelo y no seguir camino.  Mi fortaleza me acompañaba a todos lados, pero en ese momento sentí que los firmes lazos se desataban y me desmoronaba por dentro.
         La terrible tarea que debía cumplir, ya la había hecho varias veces. Intentaba olvidarlo y seguir adelante. No podía sentarme a pensar en todo el daño que había causado, ya que eso me hacía daño a mí. Conseguir este hielo por dentro no fue fácil, pasé noches gritando lo arrepentido que estaba pero eso no cambia el pasado. Me volví fuerte y debía conservarlo.
      Esa noche me quedé en una posada, últimamente estaba acampando al aire libre y el cansancio me estaba matando. Era un pueblo grande donde no se preguntarían por mí. Cheis estaba conmigo, él era mi mejor amigo, casi un hermano.  Yo mismo le había enseñado a pensar en blanco, a olvidar. Nuestra misión era matar, nada más ni nada menos que el terrible acto de arrebatar una vida. Ya era común, las heridas no dolían más.  Era necesario hacerlo, o el maldito  noble revelaría nuestro secreto.  No tenía detalles del hombre, solo sabía que había visto demasiado.
   Cheis se sacó su capa dejándola sobre la silla del rincón. Su pelo rubio estaba alborotado y su aspecto era tan deplorable como el mío. Me tiré en mi cama, dejé caer mi espada al suelo y entré en un profundo sueño. Soñé que estaba en la laguna de mi escuela, veía el inmenso castillo negro y las aguas cristalinas que estaban junto al bosque Fénix. De repente vi a una hermosa chica, de pelo castaño enrulado en las puntas. Su capa era azul  y su vestido celeste. Ella miraba la laguna cautivada, se sacaba los zapatos de taco y metía los pies en el agua congelada. Me acerqué a ella que se asustó mucho al verme. Noté sus ojos, un color celeste tan llamativo como el cielo. Era de noche pero las luces del castillo hacían que la pudiera ver a la perfección.
   Me desperté, sonriendo, y quise seguir durmiendo para verla nuevamente pero por mala suerte no funcionó. A la tarde Cheis y yo partimos hacía el siguiente pueblo. Nos llevó mucho tiempo cruzar el centro, la gente caminando en medio de las calles nos impedían el paso y se hacía más difícil al estar a caballo. Llegamos a un bosque, eso indicaba que no habría más casas ni humanos. Me tranquilizaba poder usar mis poderes sin problemas. El sol se estaba ocultando pero seguiríamos hasta que los caballos estuvieran en verdad cansados.
-Drake-Dijo mi amigo señalando con la cabeza una pequeña casa. 
     Miré la choza, sus luces estaban prendidas y como salía humo de la chimenea indicaba que había gente. Estos lugares alejados de la población eran habituales de ansíanos dementes o mágicos- Yo iré a echar un vistazo, puedes ir armando la tienda un poco más lejos para no llamar la atención.
       Él asintió y se alejó en su caballo gris. Me bajé de mi  yegua, me acerqué a la casa y la rodee. Todas las cortinas estaban cerradas pero había una que no. Me asomé para mirar el interior, vi a una dama sentada en su cama leyendo un libro azul. Pisé unas hojas secas haciendo el crepitante ruido, ella levantó la cabeza y me escondí rápidamente hacia abajo. Me asomé de nuevo y la reconocí de inmediato. Su pelo ahora estaba más lacio pero sus celestes ojos no me los olvidaría por nada. Era la chica que había estado en mis sueños. Tan misteriosa y hermosa. Entró un anciano con una sonrisa cansada, le dio un beso en la frente y luego se fue por la misma puerta por la que había entrado. Quería conocerla, saber su nombre, y preguntarle cómo había llegado a mis sueños. Ella apagó la vela soplando con sus finos labios. La oscuridad de la noche no dejó que la siga viendo entonces volví con Cheis y me acosté a dormir con la esperanza de verla en mis sueños nuevamente.
       Me di cuenta de que estaba durmiendo,  todo tenía un matiz borroso. Me encontraba en el castillo de los Poderosos, en la sala de reuniones. Harrison, mi director, tenía su impresionante capa negra tapando su espalda. Su expresión era seria, parecía estar pensando pero al mismo tiempo me contemplaba con orgullo. Yo sabía que me tenía un cierto cariño, aunque yo a él lo respetaba y lo admiraba por sus poderes, no podía olvidar que me había alejado de mi familia. 
       Repiqueteó los dedos sobre el mango del sillón en el que estaba sentado. Me hizo una seña para que me sentara a su lado en el otro sillón. Lo miré, sabía que había invadido mis sueños para decirme algo, su magia le dejaba hacer cualquier cosa incluso manipular los sueños de los demás. Titubeo queriéndome decir algo y luego cambió de parecer - Drake, mandaré a otros estudiantes a matar al noble. Encontré otra misión para ti, Cheis  te deberá  acompañar-Me pareció rarísimo escuchar eso. Por lo general éramos nosotros los que nos encargábamos de esas tareas tan difíciles- A noche te mostré a la chica que estuve espiando por años, primero concordé sus sueños para que se conocieran y luego te guie hacia ella en la vida real. Por alguna razón siempre visita nuestra laguna en sus noches, me he dado cuenta que no pasa ni una sola vez en la que no sueñe con este lugar. Terminé en la conclusión de que no es humana, es una maga y una de un  nivel muy avanzado.
-Fácil, ¿Solo la capturo y la llevo con usted?- Dije encogiéndome de brazos.
-Presiento que no será fácil. Tiene un Warmorcks  que la está cuidando y su abuelo también es mago. No sé si te acuerdas de ella, eras muy chico y te mandé para que te hagas amigo y la espíes de cerca. En ese entonces sus poderes eran muy inestables y parecía que los perdería en cualquier momento así que la dejamos. Pero ahora me doy cuenta de que fue un error dejarla ir y la quiero de vuelta.
    Un recuerdo tan claro, casi palpable me cruzó por la mente. Entonces reconocí sus ojos nuevamente, me acordé de su torpeza con las armas y la magia. Dudé que ahora fuera muy fuerte pero había que darle una oportunidad.  Me reí para mis adentros. Esa niña me había gustado, su torpeza me hacía reír y me había costado dejarla sin previo aviso. Era solo un niño en ese momento, por eso pude sentir amor hacia ella. Amor, mi primer y último amor.
-¿La capturo hoy mismo?-Pregunté alejando los recuerdos.
-No, quiero que sigas a su abuelo e investigues de él. Luego cuando podamos sacar ventaja te la llevarás.  Jake y Logan irán por el Warmorcks .
-¿Tiene talento?-Dije refiriéndome al Warmorcks .
-No tanto como nosotros-Su tono grave demostraba superioridad, alagando mis habilidades. 
    Sentí el ruido de los ruiseñores, el pitido del viento y las ranas croar. Sentí el duro piso bajo mi espalda y me incorporé. Salí de la tienda y vi que un montón que hojas estaban sobre ella.  Me gustaba el otoño, porque era el principio de un largo y frío invierno. Desperté a Cheis y le conté lo que me había dicho Harrison, él se asombró de que nos tocara hacer eso en vez de matar a alguien. Yo en parte estaba feliz, impulsado por querer ver de nuevo a la chica empecé a empacar todo. La misión había empezado y solo restaba cumplirla.    

La Formación de MeybellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora