Yo misma.

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Estoy aquí sentada y encerrada en una oficina, haciendo algo que no me gusta, confundida si tome la decisión correcta sobre el rumbo de mi vida, temiendo enfrentar a la sociedad, sintiéndome una niña cuando ya soy una mujer. Hoy la vida ya no es una preocupación y me importa un bledo la vida de los demás, el mayor miedo que tengo es enfrentarme a uno de mis mayores temores, el cual es la más grande aventura del mundo, mi realidad, mi propia vida.


Es en ese momento que veo entrar al tarado de mi jefe, un arrogante y con una más de sus órdenes.


- Querida, te veo muy desconcentrada, trabaja para eso te pagamos...


Solo asentí con un movimiento de cabeza, y volví mi concentración al computador.


Estar literalmente pegada al computador toda la mañana y terminar mi jornada a medio día, no ayuda en nada porque mi familia, a pesar de estar en el siglo XXI es conservadora, más de lo habitual, así que llegar a casa no es un relajo sino son más horas de trabajo. Soy prácticamente su esclava, y no la hija consentida.


La soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora