Prólogo

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Salía de la librería cuando lo vi por primera vez. Me habían pedido que comprara unos manuales para el club de arte al salir del instituto. Él estaba con su amigo hablando animadamente. Me había llamado la atención pues su aspecto de matón me obligó a esperar, solo unos segundos más. Su expresión daba miedo pues su amigo le había hecho enfadar. Enarcó una ceja, quitándole el paraguas de las manos, logrando que ambos comenzaran a mojarse. Su amigo reía sosteniéndose el estómago. Al parecer no iban a ninguna parte pero yo tenía que volver a casa por lo que me limité a mirar al suelo apretando los libros contra mi pecho.

― ¡No seas idiota, Noya! ―Apuré el paso al sentir su voz estridente demasiado cerca. Sentí como alguien se acercaba mientras seguía mi camino intentando cubrirme de la lluvia.

― ¿Lo necesitas? ―Dijo cubriéndome con el paraguas. Alcé la vista, encontrándomelo con una sonrisa de lado. En ese momento me hubiese gustado poder sonreír de la misma forma. Mi corazón latía con fuerza. Tenía miedo de aquella situación. Tenía el cabello peinado hacia arriba y me superaba en altura por muy poco.―Mi amigo insiste en que deberías llevarlo.

Miré sobre el hombro pero solo alcancé a verle la espalda. No sabía cuándo había tomado el paraguas, pero de alguna forma él logró convencerme. Él llevaba el cabello corto y por su postura, parecía querer esconderse de mi mirada. Agradecí a su amigo, prometiendo que se lo devolvería. Él soltó una risita al alejarse. Le dio una palmada en la espalda, incitándolo a caminar.

Mientras seguía mi camino de vuelta a Aoba Johsai, pensé que por su uniforme iban a Karasuno. Los había escuchado nombrar un par de veces por parte de mi novio, quien estaba en el club de volley. Para mi gusto se la pasaba demasiado tiempo con ese deporte, pero no iba a negar que su aspecto de deportista fuera atractivo.

Una vez en el instituto, dejé los libros en el club de arte, ganándome una sonrisa por parte del presidente. Me despedí cortésmente para luego seguir mi camino a la entrada.

―Hana. ―Escuché que me llamaba con voz dulce. Le dediqué una amplia sonrisa mientras él rodeaba mi cintura al acercarme a su cuerpo.

―Es raro no verte en el gimnasio. ―Dije al rodearle el cuello con mis brazos. Sentí como su mano bajaba hasta mi falda a lo que me sonrojé ligeramente. ―Estamos en el instituto. ―Murmuré mirando a los costados. Para mi suerte nadie se acercaba pero aún seguíamos cerca de los clubes. Alguien saldría tarde o temprano.

A pesar de mi pequeña paranoia me besó profundamente. Retrocedí un par de pasos, chocando contra la pared. Un inevitable gemido se escapó de mis labios cuando Tooru bajó sus besos hasta mi cuello. Joder, con lo que me había costado esconder sus marcas, él volvía atacar. Sentí su respiración agitada en mi oído mientras hundía sus manos bajo mi camiseta.

―Ahora no. ―Supliqué en un intento de recuperar el aire y separarlo de mí. Quería quedarme pero debía pasar por el hospital para cuidar de mi hermana. Él me miró con una intensidad que no supe describir mientras se mordía el labio inferior.

― ¿Segura? ―Preguntó seductoramente con la voz ronca, rozando mi sujetador bajo el uniforme. Esta vez fui yo quien se mordió el labio. Asentí apartando mis ojos de los de él.

―Hablamos luego, ¿Vale? ―Me despedí cuando terminé de acomodar mis ropas aún bajo su mirada calculadora. Cogí el bolso que había dejado a un lado de mis zapatos para luego tomar el paraguas.

― ¿Y eso? ―Preguntó enarcando una ceja. Tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta blanca y por su postura supe que estaba enfadado. Estaba apoyado contra los casilleros de otros alumnos y de haberlo observado mejor, habría notado que escondía un paraguas.

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