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― ¿Qué? ―Mi voz falló. Así se sentía recibir una confesión. ¿Qué debía decir? Nerviosa aparté mi vista de él. Su cercanía me ponía aún más nerviosa pero no podía alejarme. Me daba miedo arriesgarme. Dejarme caer en la estúpida trampa que era el amor. ―No...―No pude continuar pues comencé a llorar miserablemente. Él amagó a abrazarme pero me alejé. Temblaba pero ya no era a causa del frío. ―Lo lamento.

No quise volverme a verlo, sabría que si lo hacía probablemente terminaría por abrazarlo. Internamente me pregunté qué fue lo que vio en mí, cuando yo le mostraba sin parar mis malos aspectos. ¿Le había gustado ese lado de mí, cuando yo realmente lo odiaba?

―Izumi-san. ―Me llamó tomándome el brazo. No tenía fuerza ni quería apartarlo. ―Es mi culpa. ―Su voz sonó triste. No quería verlo. ―Yo debería disculparme. Lo sient...

―No. ―Lo detuve con urgencia. ¿Cómo podía ser tan dedicado incluso cuando le había cortado el rostro con palabras? ―No te disculpes. ―Comencé volviendo mí vista a él. Tenía la barbilla tapada con una bufanda gris. En sus ojos no estaba el brillo de siempre. ―Tus sentimientos son honestos.

Quería seguir hablando. Decirle que le había mentido. Que lo quería con sus gritos y sonrisas. Nunca quise verlo de esa forma porque sabía cómo se sentía. La ilusión de escuchar una respuesta positiva que no podía darle.

―Gracias por escucharme. ―Me sonrió con tristeza. Dolía mucho más su reacción que sus palabras. Él me soltó y detuve el impulso de tomarle la mano. No quería que viese mi corazón. Ese lugar que había estado oscuro hasta hacía unas semanas.

Me aterró la idea de no poder seguir hablando cuando quise hacerlo. Cuando finalmente lo vi alejarse con los hombros caídos, mi vista se nubló y sentí un nudo en el pecho.

― ¿Lo vas dejar escapar, Hana? ― Su voz fría me hizo levantar la vista del suelo. Era la primera vez que lo veía en meses.― Notaste como te miraba y te dio miedo.

―Es tu culpa, idiota. ―Respondí limpiando mi rostro con la manga. Él llevaba un abrigo oscuro abierto sobre el pulóver de ovnis que le había regalado. Bajo sus gafas, sus ojos me miraban comprensivos. De verdad odiaba su personalidad retorcida.

―Por lo que veo, tú solita le has roto el corazón. No me metas en una relación de la que no tengo nada que ver. ―Comentó tendiéndome una mano que me negué a tomar.―Venga, vayamos a tomar una chocolatada, hay un bar literario a un par de cuadras.

Asentí con la cabeza para luego mirar sobre su hombro. Tanaka no estaba allí. Aliviada volví a mirar el suelo. No sentía frío pero aun así temblaba. Oikawa caminó a mi lado en silencio. Él podía ser un playbloy y era un idiota la mayor parte del tiempo, pero podía ver a través de mi armadura con facilidad.

El olor a pan era una de las cosas que amaba de este mundo. Deseé poder compartirlo con mi hermana. Oikawa me arrastró hasta una mesa y cuando mi pedido llegó, pensé que lo mejor era hablarle. A mí nunca me molestó el silencio pero él parecía no saber qué decir. Tal vez no le importó, pero ahí lo había conocido hacía años. Comencé por dónde más dudas tenía.

―Pensé que estabas enamorado de mí, Tooru. ―Comenté sin mirarlo, en cambio tenía mi vista sobre la taza negra. ―Cuando estábamos juntos se sentía bien. Las veces que quería escapar, siempre estabas para ayudarme a solucionarlo.

―Hana...―Sonaba confundido. Tal vez debería haberle dicho porque soltaba todo eso desde el principio.

―Quiero decírtelo porque desde que Aki murió, no puedo contarle a nadie como me siento en verdad. Es bastante frustrante. ―hice una pausa para mirarlo. Sus ojos marrones nunca habían estado tan tristes. ― Solo quiero que me respondas esto. ¿Jugaste conmigo?

Eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora