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― ¿Otra? ―Hiromi interesada se acomodó las gafas ligeramente mientras me arrebataba el papel de las manos. ―No parece la letra de...

―Ya lo sé. ―Gruñí recuperando el papel, dándole una miranda de advertencia. Ella se encogió de hombros reacomodando sus gafas.―Es de un grado inferior.

― ¿Así que ya flechaste a un kohai? ―Bromeó intentando ver dónde la guardaba. Para llevarle la contra, la guardé en el sujetador. Sonreí de lado al ver su mohín.

―En absoluto. ―Respondí volviendo a tomar mis cosas. Al darme la vuelta intenté averiguar si Tanaka estaba cerca.

Durante el almuerzo me dirigí a la sala del club, como decía la nota. Recordaba quienes habían sido las chicas que me habían acosado por lo que tenía otra oportunidad para romper sus huesos. Aunque al entrar, me sorprendí al verlo. El rumoreado matón de segundo año quien no era más que una buena persona, dispuesta a defender a cualquiera en peligro, me esperaba mirando por la ventana. Él, a diferencia de mí, tenía una buena razón para emplear la violencia. A pesar de parecerlo, nunca lo había visto golpear a alguien, tal vez era un personaje que él mismo se había creado. Quería conocerlo. ¿Pero quería me conociera?

―Izumi-sempai. ―Su voz tembló con nerviosismo cuando me llamó. Intenté no sonreír.

―Tanaka-san. ―Saludé cordial. ― ¿De verdad quieres noquear a alguien? ―Mi pregunta lo tomó por sorpresa. Dudaba que él fuera ese tipo de persona, pero últimamente me equivocaba al sacar conclusiones apresuradas. Por alguna razón no quería que ese fuese el caso.

―Solo en caso de emergencia. ―Respondió sin pensarlo demasiado. Aliviada suspiré acercándome a él. Era alto y no sabía cómo tomaría mi cercanía. ―Definitivamente quiero aprender a defenderme. ―Las últimas palabras salieron de su boca entrecortadas.

Nunca aparté mis ojos de él, pero él si de los míos. Comenzaba a ruborizarse y no pude evitar sonreír levemente. Si se trataba de guerra de miradas, le podía ganar.

―Solo funciona si tienes en mente a alguien a quien quieras defender. De otra forma, sentirás remordimiento. ―En parte era verdad. Nunca había usado esa técnica para mi satisfacción, pues me estaba prohibido. Había ciertas reglas que seguía al pie de la letra. ―Muchos pasan años perfeccionándola o tal vez te lleve años aprenderla, pero si estás dispuesto te puedo enseñar.

A él le brillaron los ojos al escucharme, como si esperase mi respuesta o tal vez inconscientemente me había dejado llevar por él. Aceptó sin pensarlo, aquello me robo una sonrisa. Definitivamente no quería equivocarme con lo que pensaba de él.

― ¿Ha almorzado? ―Sorprendida enarqué una ceja. Negué con la cabeza volviendo a mi expresión usual. ― ¿Quiere ir a la cafetería? El mejor pan de melón es el que venden aquí. De seguro le gustará.

―No hace falta que me hables con tanto respeto, Tanaka-san. ―Comenté al salir del cuarto del club. Parecía tan animado como siempre. Realmente era fácil hablar con él. ―Entonces lo probaré. ―Mentí a medias. En verdad conocía sus gustos. ¿Me había vuelto una stalker?

― ¿Qué libro estás leyendo? ―Preguntó ¿Tímido? Quería tomarle una foto y adjuntarla en mi diario.

―Símbolos de un Cazador. ―Sabía cómo hacerme hablar. Era considerado. Ya tenía otro punto a favor. Le conté lo que llevaba leído intentando no emocionarme con cada pregunta que me hacía al respecto.

― ¡Parece interesante! Aunque nunca he leído algo parecido, me gustaría hacerlo. ¿Luego podría prestármelo?

Debido a la conversación que llevábamos, acepté sin pensarlo. Aunque cuando acabo la hora del almuerzo me arrepentí, pensándolo mejor. No quería involucrarme demasiado o acabaría por conocerme. Me había sorprendido con las guardias abajo. Tenía que mantener mis distancias o terminaría por quererlo.

Eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora