Epílogo.

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A la mañana siguiente tuve que cargar con mi bolso de mano y en ese momento llevaba puesto mi nuevo tesoro. Me había hecho con una camiseta de Tanaka pues él me había dicho que era una de sus favoritas. Era negra con letras blancas que no tenía sentido alguno hasta que unías los puntos, formando una frase que lo identificaba.

―Te queda bien, algo grande, pero...―Lo callé robándole un beso. Se sonrojó hasta las orejas y olvidó lo que estaba por decir. Cambiaba muchísimo cuando lo besaba en público y ese era uno de mis hobbys que lamentablemente tuve el placer de descubrir en ese momento. ― ¿No tienes frío?

Negué con la cabeza entrando a la estación a su lado. Me había pasado a buscar por la casa de mi abuela, la cual finalmente no había quedado rastro de que yo había vivido ahí. Al llegar al andén al cual debía ir, me encontré no solo con Hiromi, sino con el resto de los chicos de club de vóley. Se me cayó el alma a los pies y me quedé paralizada unos segundos hasta que mi compañero me susurró que me estaban esperando.

― ¡Hana-chan!―Sugawara vociferó alzando una mano, saludándome enérgicamente.

Tanaka me dio un último apretón y juntos nos acercamos a ellos. Sorpresivamente Hiromi tanto como Akira me abrazaron con fuerza, tomándome por sorpresa. Nishinoya se unió y negándose a soltarse poco a poco se fueron sumando los demás. La voz monótona de la mujer anunció la llegada del tren que tendría que tomar.

―Los voy a extrañar. ―Murmuré sintiendo un nudo en el pecho.

En secreto, Hiromi me tendió un pañuelo que acepté sin dudar. No quería llorar pero no me dejaban otra opción.

― ¡Hey! ―Tanaka me volvió a apretujar entre sus brazos y dejó un beso en mi frente. ―Nos volveremos a ver, de eso no tengas duda, ¿Vale?

Las puertas del tren se abrieron y tuve que tragarme las lágrimas una vez más. Cargué mi bolso y tras dejarlo bajo el asiento, me volví hacia la ventana. Ellos me saludaban con una sonrisa en su rostro por lo que me obligué a hacer lo mismo. Tanaka sin embargo, supuse, escribía algo en su celular. Cuando terminó, sonó el mío por lo que rápidamente lo saqué del bolsillo del jean.

"No te olvides de mí, ¿Vale? Te amo más que a nada en este mundo."

Alterada volví la vista nuevamente a él, parándome para bajar, pero el tren comenzaba a avanzar.

― ¡Yo también te amo! ―Chillé a sabiendas que el vidrió no cedería. Sentí el peso de las miradas de varias personas sobre mí.

En cuanto vi desaparecer la estación volví a sentarme, algo decepcionada. Tomé el celular y rápidamente escribí una respuesta.

"Nunca me olvidaría de ti. Yo también te amo."

Eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora