Ser juzgado

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Cuando me dirigía a mis aposentos decidí dar un paseo cerca del jardín principal, tome asiento un una de las bancas y disfrute de la cálida y refrescante noche, no fue hasta entonces que un aullido proveniente del oeste llamo mi atención, seguido después de un delgado y fino olor a sangre muy familiar, asustado y preocupado subí a las habitaciones de Alfred y Mathew, en el camino me topé con mi nieto Ludwig que me veía confundido, explique lo que ocurría y corrió de inmediato a la habitación de Mathew, cuando llegue para ver si Alfred estaba bien, me encontré con una habitación hecha un caos, ciertamente siempre era un desastre pero en esta ocasión era muy diferente, la cama des tendida, algunas piezas rotas de lo que parecían piezas de porcelana, en el piso habían marcas de garras, jirones de lo que fueron un pantalón y camisa. Salí y en el camino me topé nuevamente con Ludwig y un asustado Mathew, no di explicaciones solo me dirigí al despacho y tome uno de los fusiles de la gabina, saque algunos dardos tranquilizantes y me marche.

Corrí lo más que pude siguiendo el olor a sangre y muerte, en mi camino me encontré con los cultivos dañados como si un animal grande hubiera pasado por ahí, pronto llegue a un sendero que conectaba el pueblo y la ciudad, el olor a sangre era cada vez más fuerte, un nuevo aullido se escuchó solo que esta vez sonó como un lamento. Creí ver pon un momento un lobo blanco pasar corriendo en dirección contraria. A unos metros alcance distinguir un lobo negro con un franja anillada blanca en su cuello, era Alfred estaba seguro de eso, cuando estuve más cerca me detuve, estaba en shock.

-Alfred...P-pero ¿qué has hecho?

-AaauuuhhNooooo-Sollozo

El cuerpo de Alfred comenzó a tomar forma humana nuevamente, frente a mis pies estaba el cuerpo sin vida de Oscar Kirkland, había sangre por todos lados, lentamente Alfred tomo el cuerpo sin vida en sus brazos y comenzó a llorar. Caí sobre mis rodillas tirando el fusil al suelo. Aun sin poder creerlo llevo mi mano a mi cabeza, tenía que pensar claramente, esto era malo muy malo, causaría revuelo y sospechas, tenía que encontrar una manera de salir de esto. Entonces se me ocurrió algo.

-Alfred...debemos borrar nuestras huellas

-snif...¿Qué?- he colocado mi chaqueta sobre sus hombros ocultando su desnudez.

-Vuelve a la hacienda y en tu camino enciende la cortadora, borra las huellas que dejaste cuando llegaste aquí y date un baño- me veía atónito, confundido tal vez porque no lo había reprendido ni atacado por lo sucedido.

-P-pero y el ¿señor kirkland?

-Está muerto acaso no es evidente, no podemos hacer nada- dije de manera obvia, se quedó quieto triste y abatido, incapaz de comprender mi frialdad.-Que estas esperando obedece y no dejes que te vean.-

Se levantó dejando el cuerpo de Kirkland en el suelo y se marchó, cuando ya no escuche sus pasos me dispuse hacer lo siguiente. Con mis garras abrí el cuerpo de Oscar asegurándome de dejar suficientes rasguños en su cuerpo, destace un poco su cuerpo y arranque algunos retazos de su ropa ensangrentada.

-Lo lamento Oscar...- me deshice de mi ropa y me transforme, con mi hocico tome algunos retazos de la ropa y carne y corrí al norte procurando dejar en el camino un rastro obvio.

Tres vueltas realice en ir y venir por el mismo camino, tenía que asegurarme que no buscaran cerca de la hacienda, cuando termine, deje varias huellas cerca del cuerpo dando entender que habían sido varios los que atacaron, me transforme y vestí, tome mi fusil, pedí perdón por lo que hice a mi buen amigo nuevamente y retire.

Cuando llegue a la hacienda estaba comenzando amanecer, la casa aún estaba en silencio y solo el sonar de mis botas se escuchaba por el pasillo, deje nuevamente el fusil y los dardos en su lugar, me dirigí a la habitación de Alfred, teníamos que hablar. Toque a su puerta.

ShiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora