Capítulo 8

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Maratón 2/3

—Genial—ironicé para mí misma.

Vilde me miró interrogante, por lo que negué con la cabeza fingiendo que no pasaba nada. Hasta ahora, no recordaba que en la fiesta habían utilizado mi teléfono para reírse de mí, siguiendo a Chris en alguna de sus redes sociales. Ahora tendría que mandarle un mensaje con algún tipo de explicación, con la que no perdiera mi dignidad; buscar alguna clase de respuesta para cuando me preguntase porqué le había seguido; o practicar la expresión con la que le miraría a la cara en los pasillos. Aunque tras mucho reflexionar durante toda la mañana decidí que simplemente ignorar lo que había pasado era la mejor opción para no meter más la pata. Tampoco quería tener ningún tipo de trato con Schistad, ni tenía que darle explicaciones por nada. Hoy en día, todo el mundo sigue a cualquiera en sus redes sociales.

De camino a la última visita del día a mi taquilla encontré un trozo de papel cuadriculado, arrancado de una libreta, en su interior; al parecer se trataba de una nota de Alf en la que estaba apuntado su número de teléfono debajo de él ponía "háblame". No pude evitar esbozar una sonrisa ante el detalle y me prometí a mí misma hablarle unas horas después, cuando ya había vuelto a casa. El trayecto en el autobús de vuelta no se hizo demasiado pesado gracias a la lista de música que había decidido reproducir durante el camino, aunque verdaderamente lo que lo hizo más llevadero fue el libro de bolsillo, sacado de la estantería de Ada, que comencé a leer. Al llegar después de haber almorzado y haberme puesto ropa básica y más cómoda para estar por casa, comencé la conversación con un simple con un simple saludo, añadiendo posteriormente mi nombre, haciéndole saber quién era. Esperé un par de minutos e hice tiempo revisando las nuevas publicaciones de la cronología de algunas de mis redes sociales, hasta que decidí encender mi ordenador portátil con la intención de ver una alguna película o serie. Me levanté de la cama al escritorio, para recoger el cargador y el ordenador, poniendo el primero en la mesita de noche situada a la derecha de la cama, y colocando sobre esta el segundo objeto. Mientras se iniciaba agradecí tener una cama tan cómoda sobre la que dormir y pasar gran parte del día cuando no tenía nada que hacer; repentinamente Alf respondió mi mensaje, interrumpiendo mis pensamientos:

Yo - 17:07
Hola, soy Kass.

Alf - 17:15
¿Videollamada?

Respondí acomodando mi cabello hacia un lado, haciendo algo de tiempo. Miré con una sonrisa la pantalla y decidí contestar.

Yo - 17:15
Añádeme con mi número de teléfono.

Bloqueé la pantalla del aparato y esperé a que apareciese alguna notificación en la pantalla de mi ordenador portátil. Coloqué la tapadera de la máquina de forma que cuando la cámara web se encendiese, saliera mi rostro en lugar del blanco y alto techo del dormitorio del que me había adueñado en pocas semanas. De repente comenzó a sonar un irritante tono de llamada y la petición de videollamada de Alf ocupaba toda la pantalla. Entre las dos opciones, aceptar o rechazar, cliqué sobre aceptar, la pantalla se volvió oscura hasta que la imagen del chico apareció.

—Hola—saludó sonriente.

—Hola—le devolví el saludo—, ¿qué tal?—pregunté con amabilidad—. ¿Cómo te ha ido el día después de que tu amiguito te intimidase?—me burlé.

—Qué graciosa—ironizó simpático—. William no me intimidó.

—Bueno—tomé una pausa para pensar, acariciando mi barbilla—, pues después de que te echara de forma indirecta—repetí cambiando algunas palabras, pero adquerían el mismo significado.

Serendipia | Skam - Chris y WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora