Capítulo 1

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Ya se había adentrado la madrugada, pero insistí en un último intento. Debía terminar la redacción a pesar de que estuviera muerta de sueño y mi mente sólo permaneciera en blanco, aunque la originalidad siempre me hubiera caracterizado.

Volví a coger otro folio en blanco del cajón del escritorio. Así nuevamente el bolígrafo con la intención de escribir la redacción definitiva:

Hola,

Me llamo Kassandra Wolff y soy una adolescente de dieciséis años que acaba de mudarse a Oslo.

Se supone que debo hacer una redacción, sobre mí para mi clase de español.

Me considero una chica extrovertida, inconformista, simpática, atrevida y bueno, también algo torpe. Aunque nunca me ha gustado eso de describirme psicológicamente a mí misma, ya que dices lo bueno, nunca lo malo, y siempre se te escapan algunos detalles.

Como aficiones, me gusta leer. Me encanta el cine y también la fotografía desde que tengo memoria, aunque esto se debe a mi padre, que es un fotógrafo de moda. Él vive entre Londres y París, por eso suelo pasar los veranos con él, viajando. Este año iba a mudarme con él, ya que antes vivía en Berger con...

Comencé a tachar con fuerza todo lo que había escrito y agarré, con esa misma fuerza, el folio estrujándolo para hacer de él una deforme bola de papel, a causa de la inmensa impotencia que sentí en aquel momento. Finalmente la lanzé a la papelera de mi habitación, junto con los demás intentos fallidos de escribir la redacción. Ahogué un grito y respiré profundamente cuando comenzó a formarse un enorme nudo en mi garganta.

Otra vez volvían los recuerdos de mi madre. Aunque nunca desaparecían del todo.

Me levanté del escritorio y me tiré a la cama, situada unos metros atrás, hundida y desganada. Lo único que quería lograr era dormir para no tener que pensar más en ella, y así fue.

[...]

El despertador sonó puntual, como siempre. Era la primera vez que lo escuchaba sonar y ya odiaba a ese aparato con todo mi ser. Pero aún así me levanté con fuerzas. Me tomé unos minutos para hacer la cama, metiendo bien cada esquina del edredón bajo el colchón y acomodando con simetría las almohadas frente al cabecero. Continuando con mi nueva rutina caminé hasta el baño y, entre bostezos, conseguí abrir el grifo de agua caliente de la ducha. Para cuando la temperatura pasó a ser de mi agrado, ya me había desvestido. Comprobé una vez más si el agua no estaba demasiado caliente, para por fin poder adentrarme en mis pensamientos.

Realicé todas las actividades que solía hacer antes de desayunar: hacer la cama, lavarme la cara, cepillarme los dientes, ducharme, vestirme y peinarme. Cuando vertí la leche sobre los dos cuencos de cereales, apareció mi tía apoyándose en el marco de la cocina.

Ella era un poco más alta que yo, rondaría sobre un metro y senteta y cuatro aproximadamente. Tenía un cuerpo esbelto y rostro de tez blanca intacta. A pesar de que ya no era tan joven, continuaba teniendo esa piel perfecta. Parece que los años pasaban y no quedaba rastro en su físico. Sus ojos de color azul cielo, que siempre habían sido tan expresivos, se comenzaban a mostrar ausentes y llorosos; su cabello era castaño oscuro, ondulado y rebelde, alcanzaba sus hombros sin sobrepasarse.

—Buenos días, Kass —dijo acercándose para darme un beso en la frente.

—Buenos días, Ada —le regalé una sonrisa mientras caminaba hacia el otro extremo de la cocina en busca de unas cucharas.

— ¿No has cogido zumo de naranja?— Preguntó incorporándose en la mesa.

—No quedaba—contesté mientras me incorporaba también.

Serendipia | Skam - Chris y WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora