De fiesta.

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Salí para airearme un poco.
Necesitaba algo del murmullo de la gente después de tanto tiempo.
Increíblemente estaba de buen humor.
Fui a la floristería para saludar a la única que me conocía.

Louisa era una mujer procedente de Inglaterra. 
Tenía unos 50 años pero seguía tan joven como a sus 30.
Era dulce y cariñosa,
Se comunicaba poco con la gente porque sabía muy poco español. 
Lo justo y necesario para que su negocio funcionase.
Me pasaba muy amenudo para recoger las rosas de Kate y ella ya sabía la historia entera de mi vida. 
Creo que hasta el momento era en la persona en la que más podía confiar. 

-Lo siento Venus, no encargué rosas para hoy, no sabía que vendrías tan pronto ésta vez...-comentó Louisa dulcemente.

-No, hoy no vengo a por flores, quería hablar contigo, lo necesito. 

-Oh, por su puesto, pasa pasa.

Louisa y yo estuvimos hablando durante 2 horas.
Le conté todo lo sucedido y me desahogue. Ella estuvo aconsejandome todo el tiempo, y qué consejos, Dios.

Me alegraba mucho de al menos tener a alguien en mi vida que se preocupase un mínimo por mí. 
Parecía ya que no existía para nadie.
¿Dónde diablos estaban mis amigos ahora? 
Quizás sería que nunca encontré a ningún amigo de verdad. Hoy en día se miente más que se habla...

Louisa y yo estábamos sentadas en un cuarto que tenía puesto en la floristería para cuando tenía que estar muchas horas que pudiese descansar.

En el cuarto solo estaba lo justo y necesario. 
Tenía una cama y una mesilla a su lado sin nada encima.
También había una mesa con dos sillas donde nos situábamos ambas.

Por un momento en el cuarto no se escuchaba ninguna voz hasta que el silencio se irrumpió con la llegada del hijo de Louisa. 

David tenía 20 años. Era un chaval guapísimo y muy alto, de ojos claros y pelo castaño. 
Tenía unas espaldas anchas, como las de un nadador.
Sus manos eran perfectamente robustas, cuál leñador.
Es el tipo de chico que las tenía a todas locas, pero era un capullo.
Yo, su madre y media ciudad lo sabíamos. 
El cabrón lo que tenía era mucha labia...

-¿Interrumpo algo? -dijo con tono gracioso.

- Tú interrumpes siempre -añadí.

Sonrió pícaro y se dirigió hacia la madre para entregarle un sobre.

-Te envía saludos Michel -prosiguió David.

Hice un gesto de duda con la cabeza, a lo que me dijo Louisa que era un amigo de Londres. 
¿Louisa se carteaba? 
La tecnología para ella era insignificante. 

-Por cierto Venus, ésta noche hay un fiesta, paso a recogerte a las diez -y acto seguido se fue.

Me dejó con la palabra en la boca sin darme opción a ir o no.
Ahora estaba en un compromiso.
Bien.

Eran las 9:30.
Dejé una nota a mis padres de que llegaría tarde, incluso borracha.
Creo que a ellos lo único que les preocupó de mí fueron mis notas, lo demás se la suda.
Ahora que estaba en las vacaciones de verano podía hacer lo que me saliera del coño. 
Tocaron las diez y justo el timbre.

Cuando abrí la puerta David mostró asombro. Parecía que sus ojos estaban quitandome el vestido ferozmente.
Juraría que se le levantó la polla.
Imbécil...

-Creo que invitarte ha sido lo mejor que he hecho en años.
Déjame hacerte una foto diosa.

De nuevo sin opciones me hizo una. 
Parecía que me manejaba a su antojo y yo me dejaba llevar por la corriente.

-Vámonos gilipollas, mami necesita emborracharse -dije mientras seguía hacia delante

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-Vámonos gilipollas, mami necesita emborracharse -dije mientras seguía hacia delante.

Curando todas mis heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora