Capítulo 1

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Kasandra estaba en su cocina, preparando un poco de café, su cocina estaba muy limpia y ordenada, con un ligero aire de abandono, había cocinado ahí contadas ocasiones, solo llegaba a usarla los domingos en la mañana para comer un cereal o para preparar café. Kasandra era de las personas que comían en restaurantes o prefería ordenar comida para no perder el tiempo cocinando. Salió de ahí apresurada.

Se sentó en el pequeño escritorio y se puso a trabajar arduamente, se había retrasado para escribir un informe, de no ser porque hubo mucho tráfico por el incidente del robo de la tienda de relojes, no habría llegado a su casa tan tarde, volteo a ver su muñeca, para revisar la hora, cuando se percató que aquel reloj delgado de plata que le habían regalado por su cumpleaños no estaba, casi se muere "Al rato lo busco, seguro lo deje por ahí" pensó y siguió redactando el informe.

Termino cinco minutos antes de su hora límite de entrega, espero cinco precisos minutos y extremadamente puntual lo envió. Miro con satisfacción la pantalla "7:00 pm enviado" y cerro el portátil dejándolo en la mesa.

Suspiro y se levantó a buscar su reloj, pero por más que busco no lo encontraba, "se me ha de haber caído en el metro".

Su televisor se encendió, Kasandra contrariada no sabía si sorprenderse porque el televisor se hubiera encendido solo, o por el simplemente hecho de que estuviera encendido, no era muy dada a ver televisión.

<Noticia de último momento, se ha notificado que ha habido un robo masivo de relojes en los últimos meses. El caso está siendo investigado, no se han hallado pistas del culpable, las relojerías del mundo han sido asaltadas, desde hace aproximadamente dos años se han registrado robos y asaltos de relojes con una frecuencia alarmante, estos sucesos han sido tan esporádicos que hasta hace unos meses se ligaron que dichos crímenes podrían estar relacionados. Las investigaciones con respecto al caso solo arrojan incógnitas, no sabemos cuál es el fin de la persona detrás de esto cuando los teléfonos móviles tienen reloj integrado...>

El televisor se apagó, Kasandra se quedó petrificada, sosteniendo entre sus dedos la muñeca en la cual solía usar su reloj

¿Cómo la gente no se ha dado cuenta?, ¿Dos años?, Dios, ¿cómo es posible que ella apenas se diera cuenta? Aquella pregunta la aterro, ¿Tan encerrada estaba en su mundo? Un escalofrió recorrió su espina dorsal, Aquellos ataques no eran normales. Por primera vez en cinco años se sentó en el sillón por más de diez minutos a pensar en algo que no fuera publicidad.

***

Kendall reía, la raza humana estaba tan ida que apenas se estaba dando cuenta de aquello que llevaba dos años en sus narices, estaban sumergidos en su rutina absorbente, corriendo a todos lados, sintiendo que la vida se les iba en un segundo, teniendo tantos puntos en contra no les sería fácil descubrir que o quien andaba tras de todo ello, estaban muy trastornados, seguían estando ciegos, ese apenas era el inicio de todo lo que estaba por venir.

Kendall había planeado todo por años, analizando principalmente que era lo que hacía que descubrieran los crímenes, noto que la principal causa por la cual los más grandes genios del crimen organizado eran descubiertos, se reducía a una sola palabra... pistas, todos anhelaban tener una marca personal, Kendall no, no había sellos, días exactos de ataque, periodos, algoritmos, trajes especiales... nada, su gente atacaba con ropa civil, infiltrada en los puntos exactos los ataques eran desarrollados y no había una fecha límite para terminarlo, una hora... un tiempo, en el momento en el que estaba completo se hacía el ataque. No se dejaban manipular por el tiempo, eso sí, todo tenía que estar perfectamente bien hecho, o serian descubiertos.

Tenía en sus manos las herramientas para atacar, idear, y desarrollar los casos de forma precisa, durante muchos años trabajo de agente secreto, y aunque seguía dentro de la organización, su prioridad era su venganza. Gracias a su desempeño como agente conocía el talón de Aquiles de todos los tipos de criminales.

Kendall no trabajaba para el FBI, trabajaba para una organización más discreta, y sabía que lo estaban buscando, a veces le remordía la conciencia al saber que la misma organización que le daba de comer, ahora lo estaba buscando, para su suerte no tenía que buscarse a si mismo, habían designado a dos agentes, de mayor categoría y experiencia, aquellos que le enseñaron todo lo que sabe, sus maestros. ¿El alumno tenía que ser mejor que el maestro no? Y Kendall lo iba a cumplir, él era un excelente alumno y ellos excelentes maestros "Porque si el alumno no es mejor que el maestro, no es bueno el alumno, ni es bueno el maestro"

***

El timbre de su celular saco a Kasandra del trance, al ver el identificador de llamadas, vio el nombre de su jefe, ni en un momento así podía dejarla en paz, aun consternada por lo que acaba de pasar contesto, resolvió todas las dudas que él tenía sobre el proyecto que acababan de entregar, y escucho con atención todas las instrucciones de que lo que debería hacer para el siguiente proyecto. Mientras hablaba por teléfono se iba desvistiendo para meterse a bañar, no podía permitir perder su preciado tiempo, en cuanto colgó, se metió bajo la regadera, en 10 minutos, salió aseada, depilada y vestida, se dispuso a adelantar un poco de trabajo. El asunto de los relojes había quedado olvidado...

Amaba la publicidad, era excelente con las palabras, moviendo aquí moviendo allá, le encantaba hacer anuncios, jugar con los colores, había heredado de su tío el amor por la publicidad y la moda, durante los años que había vivido con él en España, por ello jamás salía mal vestida y su casa la había mandado diseñar con lujo de detalle, la sala, el comedor y la cocina eran modernos, su casa tenía dos habitaciones, y falta de una familia propia, la de visitas se había convertido en un tipo de biblioteca, donde antes de ser absorbida por su trabajo, solía leer mínimo una hora al día.

Kasandra tenía todo lo que una persona promedio podría anhelar, excepto por una cosa, era adicta al trabajo, nadie entendía porque ganando lo suficiente para tener dos hijos, un esposo y no privarse de nada, seguía soltera, sola, y encerrada en su casa, tenía 28 años, ella decía que debía seguir con su trabajo y a lo mejor más adelante podría tener una familia... 

Los mejores crímenes se cometen en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora