En camino

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Regina se quedó atónita ante las palabras de su hijo de 19 años, en primer año de la facultad de psicología, y que visiblemente ya había elegido a su sujeto de estudio...Giró la cabeza hacia el comedor, miró a Emma jugando con su hija, sonriendo y riendo con su pequeña. Henry le dio el yogurt a su hermana que se lo agradeció con un asentimiento de cabeza. Emily giró la cabeza y miró a Regina y a su madre. La conexión silenciosa entre las dos mujeres cortó la atmosfera y la llenó de una emoción poco común. Henry dio un golpe en el hombro a su hermana y le propuso echar una partida con ella. Ella dejó que sentara a su lado mientras reían. Emma tendió su mando a Henry. Mientras se estaba levantando para ir junto a Regina, esta tomó sus cosas de golpe, cogió su abrigo en la entrada y se fue precitadamente cerrando la puerta a sus espaldas. Emma no tuvo tiempo de hacer nada para impedirlo.

«No te preocupes, va a volver» dijo Henry

«Ya...»

Emma, nerviosa, se pasó la mano por el pelo, y su estómago hecho un nudo. Sabía, grosso modo, lo que su hijo le había dicho a Regina, ya que a ella le había llenado la cabeza con eso desde hacía tres años. La cantidad de veces que Henry había intentado convencer a Emma para que marcara el número de su otra madre...al cabo del tiempo, supo por qué y no era solo para intentar una reconciliación.

Emma nunca había logrado hacerlo, quizás una vez...estaba borracha, lo había hecho, pero había colgado rápidamente. Una vez, Henry había logrado arrancárselo, cuando ella no estaba en su mejor estado, había confesado en sollozos que amaba a Regina. Su hijo se lo había hecho repetir al menos tres veces. Al día siguiente había pretextado que no se acordaba de nada, pero era bien sabido que el alcohol nunca afectaba a la memoria de Emma...Pero ¿quién lo cuestionaría? Emma, después del embarazo de Emily, había vuelto a caer durante unos meses, después con la ayuda de Killian y de su hijo, había dejado definitivamente de consumir cualquier cosa que llevara alcohol.


Regina había escapado del apartamento, casi corriendo, y Dios sabe que con sus tacones era una empresa arriesgada. Había salido poniéndose rápidamente su abrigo, caminó unos minutos y llamó a un taxi, en la lejanía, que marchaba bajo la lluvia neoyorkina. Escupió de manera monosilábica la dirección de su hotel, el viejo hindú fingió comprender y acabó por encontrar la susodicha dirección. La morena miraba el paisaje desfilar por la ventana. Estaba totalmente conmocionada por la pretendida teoría de su hijo...Emma, su amor verdadero, era imposible. Nunca había sentido inclinación hacia las mujeres, ¿o es que realmente nunca se había hecho la pregunta? Como Reina Malvada, cualquier podría haber sido su objeto sexual, pero nunca había dado ese paso. Se preguntó por qué. ¿Quizás no tenía ella esa opinión de las mujeres? Sin embargo, estuvo a punto de acabar con la vida de Marianne, como si esta no fuera más que un muñeca de trapo, un objeto...Volvió a pensar en la mirada de Emma, tan...intensa.


La pequeña familia se había quedado a ver una película. Ya era de noche y Emma no había podido tragar nada, Emily se había ido a acostar preguntando si Regina iba a volver. Su madre no tuvo tiempo de responderle porque su hermano se encargó de ello.

«Ven, Emily...¡Tu querido hermano mayor te va a contar una historia!»

«¡Henry, ya no tengo edad para cuentos!»

«Ya, pero este es especial, ya verás, ¿no te he contado la historia del caballero blanco y de la reina malvada?»

«¡Henry!» dijo la pequeña reprendiendo a su hermano «Presiento que tu historia va a ser de esas que dan la lata con el tema del amor verdadero, ¡eso es para tontos!»

SevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora