Primer día

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Henry llegó con Emily media dormida y aún en pijama.

«¿Cómo vamos?» preguntó él

Regina se acercó a él, cogió delicadamente a la niña y con un gesto, volvió a dormir a la pequeña.

«¡No me digas que ya lo has utilizado sobre mí!» dijo Emma frunciendo el ceño

La morena se conformó con sonreír como toda respuesta a la alusión. Emma tomó la mano de Henry que había reunido maletas y cosas a sus pies. La rubia agarró también la mano de Regina y se teletransportaron a la casa de la ex Reina, en Storybrooke.


Una vez llegaron todos, equipaje incluido, a la mansión, Henry acostó a su hermanita en su antigua cama. Regina no había tocado nada desde su marcha hacía siete años, la habitación de su infancia había permanecido intacta, y aunque él había vuelto una o dos veces, siempre se contentaba al encontrase con sus viejas cosas.

Emma constató que nada había cambiado en la casa de la ex alcaldesa. Regina ya no era alcaldesa de Storybrooke, ya no había, solo un consejo de sabios y de personas que se habían quedado a vivir ahí. Henry bajó lentamente las escaleras y se unió a sus madres en la cocina. Emma había tenido derecho a su sempiterno chocolate a la canela, y el suyo le esperaba sobre la isla.

«Duerme profundamente» dijo el muchacho

«Dormirá al menos hasta mañana»

«Creo que deberíamos hacer lo mismo» respondió Emma bostezando

«Voy a ocupar la habitación de invitados» dijo Henry sin pestañear.

«Solo hay una habitación de invitados, cariño» replicó Regina

«Bah...mamá dormirá contigo, no es como si...no os conocierais»

Emma se contuvo de reír ante la cara de sorpresa de la morena.

«Henry...tu madre podría dormir contigo»

«Hey...ya no tengo edad para dormir con ella...» continuó él tragándose de un sorbo el chocolate.

«Henry...» dijo la morena desesperada

«¡Buenas noches madres! ¡Hasta mañana para un plan de batalla!»

Y su gran hombre desapareció por las escaleras que subió como de costumbre, es decir, de cuatro en cuatro, dejando a sus madres para que hablaran.

«Puedo dormir en el sofá» anunció la rubia, estoica

«Emma...» suspiró Regina

«Bueno, sí, puedo comprender que esto te incomode y yo...»

La morena puso un dedo en los labios de Emma al acercarse a ella.

«Escucha, querida, no vamos a hacer un mundo, mi cama es grande...Yo...solo es nuestro hijo que le gusta saltarse las etapas, vamos a dormir tranquilas...y no me obligue a usar en usted el mismo hechizo que le he aplicado a su hija»

«Ok...»

Emma miraba a la otra mujer sonriendo.

«Deje de poner esa sonrisa tonta...Me muevo mucho durmiendo y a veces hablo»

«Horrible...» replicó la rubia riendo dulcemente

«Ronco...»

«Yo también, aunque estoy sorprendida de que la perfección no la alcance en su sueño...» dijo la rubia irónicamente

SevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora