Fronteras

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Regina arqueó una ceja, estar celosa de una muerta no era lo más sano, y sin embargo, sintió una ligera punzada en el corazón. Emma la miraba e intentaba comprender las reacciones internas de la mujer.

«Es un bonito nombre» dijo la morena aparentando neutralidad.

«Regina...Te recuerdo que llamaste a nuestro hijo Henry Daniel...Digamos que me quedé con la idea...»

«Punto para usted, sí, por lo que se ve nos gusta en la familia honrar a nuestros seres desaparecidos»

Con esa alusión hacía referencia a Neal, cuyo nombre llevaba ahora el hermano de Emma.

«El segundo nombre de Emily es Regina...» añadió la rubia sonriendo.

«Oh...Ah, bien...» respondió la otra mujer, sorprendida ante tal hecho.

«Killian no estaba contento, pero no le di elección»

«¿Le piensa decir lo de Emily?»

«¿Que no es su hija? Sí, sin duda, yo no sé cómo se siente respecto a ella...Siempre ha sido complicado. Henry siempre lo ha considerado como mi compañero, pero nunca como su padre, y no creo que lo vea como una especie de tío simpático, sino más bien como alguien más inmaduro que él, creo que Emily tiene la misma opinión de él»

«Ya veo...»

Regina sonreía y se relajaba poco a poco

«¿Y tú?» dijo Emma

«¿Yo qué?»

«¿Las mujeres?»

«Yo...no tengo ninguna experiencia en ese terreno, realmente nunca me lo he planteado»

«¿De verdad? ¿Nunca?» preguntó la rubia, un poco sorprendida de que la Reina Malvada no hubiera hecho nunca nada fuera de lo moralmente reprobatorio con respecto a la sexualidad.

«Durante un tiempo tuve un sueño recurrente, soñaba con una mujer que tuve que haber visto, no sé, unos minutos en toda mi vida, no era un sueño especialmente erótico, pero...Las primeras veces fue relajante, esa persona me tomaba la mano y me sonreía. A veces, incluso llegué a soñar que dormíamos juntas y que hablábamos, pero no comprendía lo que ella me decía...Acabó por ser frustrante, la magia me ayudo a parar con ese sueño inútil»

«¿Soñaba con una mujer? ¿Sabía quién era?»

«Se va a reír...Una princesa apenas vista en un baile, de cuyo nombre tampoco me acuerdo, llevaba un vestido rojo, me llamó por mi nombre como si nos conociéramos desde siempre y ayudó a su madre a escapar...Hice que la apresaran y después desapareció...La busqué un tiempo, después tuve otras cosas que hacer...»

«Leia...El nombre de la princesa» dijo Emma que se contenía para no echarse a reír.

«Creo que sí...Pero, ¿cómo...?»

Regina estaba sorprendida por el hecho de que la Salvadora conociera el nombre de la misteriosa princesa.

«Era yo...Regina, cuando viajamos en el tiempo, tuve que reparar un error que había cometido...Debía ayudar a mi madre, Rumpel cambió mi apariencia...Yo estaba con Killian cuando entré en el castillo...»

«¿Eras tú?...Entonces, ahora comprendo mejor...»

El silenció volvió a hacerse entre ellas, sus miradas se cruzaban, lo encontraban aterrador, al final, hicieran lo que hicieran, sus destinos se entrecruzaban siempre.

«Vaya...La situación es más desconcertante que cómica»

«Y que usted lo diga, querida»

El timbre de la puerta sonó, sabían que la tarde terminaba y que Belle estaba seguramente de regreso. Regina suspiró y abandonó la mirada de la Salvadora para ir a abrir a la otra mujer. Belle les explicó que Gold y ella habían redactado de nuevo la maldición para cerrar las fronteras de Storybrooke, y dejó claro que a partir de ese momento sería permanente, que nadie de fuera, ni por accidente, podía entrar en la ciudad. En cuando a los habitantes actuales, no podrían salir de la ciudad a no ser que renunciaran a sus recuerdos, como antes.

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