Lo que trae la noche

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«Emma...» la voz ronca de la ex Reina quebró el silencio del momento «Dese la vuelta y...duérmase, por favor»

El ruego era suave, aunque siempre impregnado de esa manera tan autoritaria que tenía Regina de responder o de pedir, incluso cuando daba las gracias a alguien, siempre se tenía la impresión de que era según su capricho. Emma arqueó las cejas en la oscuridad ante la sorpresa y se dio la vuelta hacia el otro lado, dejando a Regina con sus tormentos.

La morena tenía ganas de acercarse, pero no sabía cómo hacerlo, estaba conmocionada por todo ese torbellino sin sentido de emociones vividas en pocas horas y las demostraciones de ternura de Emma acababan totalmente con su resistencia. Ella sabía que necesitaba eso, ese apoyo...el apoyo particular de la Salvadora, algo que Emma nunca le había negado, pero esta vez, era algo muchísimo más íntimo. No deseaba rechazar a Emma y sus acercamientos, cierto, poco sutiles, pero tan sinceros que le era difícil a Regina no devolverle una contra partida.

La rubia, por su parte, no pensaba haber sido demasiado brusca al demostrarle ternura. ¿Había sido el gesto ir demasiado lejos? ¿Debía excusarse? Sus pensamientos se detuvieron de repente cuando sintió el colchón moverse ligeramente y el cuerpo de Regina pegarse al suyo. No dijo una palabra, apenas lograba respirar. Cuando el brazo de la morena se aventuró a rodear su cintura, se acabaron los castos sueños de la rubia. Si al cabo de algunos minutos, sintió a Regina respirar lentamente a su espalda, sin duda, dormida, la noche, sin embargo, se aventuraba mucho más larga para Emma. Después de dedicarle una sonrisa a la noche, también encontró el sueño reparador.


Fue la aguda voz de Emily lo que despertó a Emma. La pequeña, por lo que se veía, había encontrado a Henry que le había indicado la habitación donde encontraría a su madre. Cuando la pequeña empujó la puerta preguntándose si su madre estaría allí, se quedó asombrada al verla con Regina, en la misma cama. El brazo protector de la morena posado alrededor de la cintura de su madre era bastante visible. Entonces, varios sentimientos pasaron por el espíritu de la niña, ¿eran celos? ¿Asombro? A sus siete años, muchas cosas de adultos le parecían por encima de sus capacidades. Henry, a veces, había intentado hacerle comprender ciertas cosas, como esa historia de antes de ir a dormir sobre la princesa y la reina malvada. Le había preguntado a Henry si las dos mujeres de su cuento se amaban como un príncipe y una princesa, él le había respondido que nada se podía excluir. Después de todo, ella había nacido en Nueva York, ya había comenzado a observar lo que la rodeaba y a la población que vivía en esa ciudad, incluso ya había visto a dos mujeres besarse.

La pequeña murmuró un "mamá" tímido por encima de la cabeza de esta.

«Mmmmm, buenos días, princesa»

«Buenos días, mamá...Yo...Voy con Henry, me ha dicho que hemos viajado esta noche para venir a casa de Regina, no me acuerdo de nada, he debido dormir mucho»

Emily tenía la costumbre de volver a acostarse con su madre por las mañanas, a veces hablaba o le daba un abrazo antes de prepararse para el cole, pero ahora...El sitio estaba cogido.

«Hey...¿mi abrazo?» pidió Emma aún adormilada

«Bueno...Ya tienes uno» dijo la pequeña riendo suavemente

Emma se giró un poco y vio el posesivo brazo de la morena alrededor de su cintura. Estaba dividida entre la incomodidad y el placer de verla de esa manera a su lado.

«Deje de moverse, Swan...» rezongó Regina que continuaba su noche.

Emily había salido del cuarto, dejando que su madre se despertara y se fuera acordando un poco de todo.

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