28: TE LO PROMETO

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- ¿Estás bien?

La presión acababa con la chica; entre la culpa por lo que había pasado con el Ejército de Dumbledore, Ron continuaba sin hablarle, el rechazo de sus compañeros por su recién expuesta relación, además de sus deberes de prefecta y los TIMOS, la estaban llevando cerca de un ataque.

Aunque no le gustaba demostrarlo frente a sus amigos, cuando vio a su novio durante una ruta prefectal se lanzó a sus brazos.

- ¿Estás- estás llorando?
- ¿Qué importa?
- A mí me importa. Hermione, - El chico la separó de él, viéndola directo a los ojos. – No necesitas aguantar esto sola.
- ... ¿Desde cuando eres tan considerado?
- Desde que tú te has vuelto tan nerviosa. – Volvió a abrazar a la chica. – Saldremos bien de esto, te lo prometo.

A la distancia escucharon a un niño llorando, eso era tan... familiar.

En efecto, había un niño, siendo consolado por los gemelos Weasley.

- Horrible, ¿verdad?

Detrás de ellos apareció Harry, quién sólo volteó a ver a Draco. El chico de los lentes se veía ligeramente más cansado, y la chica dudaba que fuera por estudiar para los TIMOS.

- Harry, ¿qué-?
- ¿Paseo nocturno, Potter?
- No molestes, Malfoy. En cuanto Hermione me dé permiso, por cualquier cosa que le hagas, lo pagarás.
- ¿Ah, sí? Pues-
- Pero ahora eres la menor de mis preocupaciones

Siguió manteniendo miradas con Draco, antes de acercarse al chico.

Mientras lo veían acercarse apareció Umbridge. Hermione y Draco se ocultaron detrás de una pared, hasta que la mujer desapareció.

- ¿Sabes qué, Fred? Siempre he creído que nuestro futuro se desgasta en la escuela.
- ¿Sabes qué, George? Tienes razón.

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Era el día de los TIMOS todos los alumnos de 5to estaban reunidos en el Gran Comedor. Antes de entrar, Draco vio como Weasley se dirigía a su novia.

La conversación parecía tranquila, y más le valía al pelirrojo.

- ¿Entonces, volvemos a ser amigos?
- Sabes que sí, Ron, pero deja de ser un idiota.- El pelirrojo rio.
- Sabes que no puedo, pero lo intentaré.
- Más te vale, Weasley.

La sonrisa se le esfumó al chico, pero no se fue. En su lugar.

- Cuídala, Malfoy. Vale más de lo que tú crees.
- Quizá eso ya lo sé.

Procedieron a sentarse en sus lugares asignados.

El examen... era sencillo. La verdad, no quería que creyeran que era un idiota, no lo era. Simplemente no se esforzaba lo suficiente. Pero si Hermione lo hacía, más le valía a él hacerlo. Y en eso estaba, en serio lo estaba haciendo bien. Hasta que un ruido rompió el silencio.

Una broma de los Weasley...

Colores, explosiones, los Decretos Educacionales destruidos, y un Dragón Gigantes, hecho de fuegos artificiales persiguiendo a Umbridge.

Era perfecto.

Hasta que Potter cayó al suelo.

Él, Hermione, Weasley y Longbottom salieron corriendo a encontrarse con la hermana de Weasley y la chiflada de Lovegood, pero...

- ¿A dónde creen que van?

Hermione se encontró con los ojos grises de su novio, viéndola detrás de Umbridge, quién los apuntaba con su varita. Mejor no se movieron... pero era importante.

Los arrastraron hasta la oficina de Umbridge, que buscaba doblegar a Harry a decirle a dónde se dirigían.

Lo amenazó con Veritaserum, lo cacheteó, pero el pelinegro se negaba a hablar, así que...

- Quizá con una maldición imperdonable, cambies de opinión.
- Pero el Ministro...
- Cornelius... Ojos que no ven...

Sintió una corriente eléctrica recorrer su espalda. La bruja le apuntaba con la varita directo a los ojos... No... no lo haría, ¿o sí?

- ¡IMPE-!
- ¡DÍSELO, HARRY! - Todos voltearon a ver a Hermione.
- Decirme, ¿qué?
- Si tú no se lo dices, yo lo haré.
- ¿Acerca de qué?
- ... El arma secreta de Dumbledore.

Not "Always", But "Forever"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora