31: LO ÚNICO BUENO

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Estaba en el tren camino a la escuela.

Ese año era tan diferente, por primera vez se sentía más grande que el resto. Más que Potter. No por ser un Malfoy, sino porque era él quién tenía una misión, algo que sólo él tendría que hacer, él y nadie más...

Y eso posiblemente no le gustará a Hermione.

El compartimiento que compartía con sus compañeros le era tedioso, la verdad, había empezado a conocer un poco más Potter y a Weasley, y la amistad que tenían con Hermione no era ni remotamente parecido a la relación que tenía con Crabbe y Goyle, ellos eran lacayos; y Pansy era una lame botas oportunista.

Aunque después de cómo la trató la última vez, la chica había mantenido su distancia, de nuevo hablándole como aduladora.

El vagón de oscureció totalmente, ¿Qué carajos pasaba? ¿Qué era-?

Esperen el olor... parecía a lo que había olido en la tienda de los Weasley... Era...

Polvo de Oscuridad Peruano...

Potter.

Bien, más le valía al cuatro ojos, prestar mucha atención a sus palabras

Lo que le había dicho no era mentira, no prestaría mucha atención a las clases.

El armario evanescente de Borgin & Burkes funcionaba bien, ¿pero el otro estar?

"No tienes que hacerlo, Draco. No porque él lo diga."

Las palabras de su madre se le vinieron a la mente... Quizá-

No, definitivamente tenía que hacerlo. El orgullo de su padre. Su nombre, estaban en juego. Además era momento de probarles a todos que él no era ningún inútil.

Ya habían llegado a la estación de la escuela.

- ¿No vienes, Draco?
- Aún no, debo checar unas cosas.

Crabbe y Goyle se fueron. Permaneció un rato sentado antes de comenzar a cerrar las cortinas del vagón... Así nadie podría ayudar.

-¿No te dijo tu mami que no es cortés espiar, Potter? – dirigió su varita hacia el interior del vagón. - ¡Petrificus Totalus!

Un golpe sordo se escuchó contra el suelo.

Y ahí estaba. Potter, petrificado, gracias a su hechizo, pero la sensación de satisfacción por tener a Harry así, lo hacía sentirse mejor.

- Ah, sí. Murió antes de que pudieras limpiarte la baba tú sólo. – Pateó la cara de Harry – Eso fue por mi padre.

Tomó el manto de Potter, colocándoselo de nuevo.

- Que te diviertas en Londres.

Salió del tren, dirigiéndose hacia las carrozas. Mientras llegaba...

- Draco...

Volteó quizá más rápido y emocionado de lo que debería. Hermione estaba detrás de él. La abrazó por la cintura, mientras ella pasaba sus brazos por su cuello. La abrazó lo más fuerte que pudo, casi con miedo a que si la soltaba la perdiera

- ¿Cómo has estado en el verano?
- ... B-bien- no pudo evitar titubear.
- ¿Seguro? Te ves pálido.
- No te preocupes. Todo está bien.
- Pero-
- Hermione, ¿has visto a Harry? – el pelirrojo se acercaba a ambos. – Malfoy.
- Weasley.
- Debemos irnos, Hermione.
- Yo me iré con ella.
- Escucha, Malfoy.
- Hermione se va conmigo.

La Weasley menor tomó a Hermione del brazo alejándola de ahí. Ron no dijo nada después de eso. Sólo lo vio un poco más, antes de subirse a su carruaje.

Al llegar a la entrada del castillo, tuvo que quedarse un poco más para ser revisado por el conserje squib.

- ¿Qué es este junco?
- No es un junco, cretino. Es un bastón.
- ¿Y para qué quieres un bastón acá? Podría ser usado como arma.
- Está bien, señor Filch. Yo respondo por el señor Malfoy.
- Que linda nariz, Potter.

Harry se acercó a él, lo suficiente para que sólo él lo escuchara.

- Tienes suerte que no le diré nada de esto a Hermione.
- Cielos, no sabes lo agradecido que estoy por ello.
- Deberías, porque sé que ella es la única cosa buena es tu patética vida. Y no seré yo quien te lo quite.
- ¿Ah, no?
- No, si la pierdes, será toda tu culpa.

Not "Always", But "Forever"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora