—¡Exijo un abogado!.—me puse de pie, echando la silla giratoria hacia atrás.
—Se lo buscaría con mucho gusto, pero debe estar consciente que los abogados cuestan caro, ¿tiene suficiente dinero para pagarlo?.—preguntó Eliot detrás de su escritorio.
Luego de haber platicado con Eliot y los chicos, éste me llevo a la segunda planta, en donde tenía su despacho, allí nos encontramos ahora.
Me quedé pensando, en realidad no tengo ni un centavo..
—Eh... Pues los demandare.—le dije mientras tomaba asiento, este me miró nervioso por varios minutos para luego tranquilizarse.
—Señorita Ashley, debe saber que nosotros también podemos demandarla, y no sólo por una razón, si no por dos, la primera por entrar a nuestra casa y la otra por romper un Jarrón súper costoso, estoy totalmente seguro que nosotros ganaríamos y usted tendría que pagar el Jarrón.—me explicó con una sonrisa triunfal en su rostro.—por eso debe hacer lo que le pido.
—¡No!, No y No, No lo haré, por culpa de... Todos perdí mi trabajo, ¿que cree usted que haré ahora?.—le pregunté enojada, sabía que de seguro mi trabajo se había al demonio.
—Puede tomarlo como un trabajo.—sugirió mirándome fijamente.
—¿Acaso me pagarán?.—le pregunté, él se quedó en silencio por varios minutos.
—No... Ya que lo que hará, es pagar el Jarrón con su trabajo, así evitamos su demanda y la nuestra.—tal vez tenía razón, debería aceptar, es lo menos que puedo hacer, no tengo dinero para pagar el supuesto Jarrón súper costoso.
Cerré los ojos un momento, está era la peor decisión que tomaría en mi vida.
—Esta bien, acepto ser.... La sirvienta de la banda.
—¡Perfecto!.—exclamó Eliot muy feliz, mientras se paraba de un salto de su asiento—Este es el contrato.—me pasó unos papeles—Creo que te gustará leerlo antes de firmar.—. asentí y tomé los papeles en mis manos.
—Fue un gusto hacer negocios con usted.—me tendió su mano, yo rodé los ojos, y estreché mi mano con la de él.—La veré dentro de dos días Ashley, y no olvide traer sus maletas.—me dijo sonriendo.
—¿Qué?.. ¿Por que?.—pregunté confundida.
—Ya lo sabrás... Ya puede irse, cuando vuelva le daré una guía de todo lo que tiene que hacer. —solo asentí, salí del despacho y seguidamente baje las largas escaleras...