Miraba por las ventanillas del taxi, los grandes edificios pasar rápidamente.
Ahora me dirigía al mecánico en donde varios días atrás, había dejado mi auto.
Este se estacionó enfrente de un edificio, las empresas Carrot. Son una empresa especializada en la venta y reparación de autos. Aquí siempre traigo el mio, cuando necesita alguna reparación.
Salí del taxi no sin antes pagarle al conductor, me adentré a la empresa, y todos se encontraban vestidos con trajes. Estos eran los vendedores y publicistas, se encargaban de vender y darle promoción a la empresa, para tener más clientes.
Me acerqué a una joven detrás de un escritorio, supuse que era la secretaria. Está me miró a mi, y luego a la caja que sostenía en mis manos.
—¿En que puedo ayudarle señorita?.—preguntó con una sonrisa fingida.
—Vine a ver al hijo, del dueño de la empresa.—miré detrás de ella, y se encontraba lo que parecían oficinas, que tenían en vez de paredes, cristales transparentes, allí pude ver a la persona que buscaba, se encontraba hablando animadamente con una chica rubia, con aspecto de barbie plástica.
—Él no se encuentra ahora, ¿quiere dejarle algún mensaje?. —contestó, levanté una ceja, sin creerle nada, esta niña está colmando mi paciencia.
—podrías, por favor buscarlo—hablé tratando de mantenerme calmada.
—Ya le dije que...—la interrumpi, mi paciencia se fue al demonio.
—Mira niña—le hablé—He tenido un día de mierda, y no estoy de humor como para aguantar estupideces. ¿Entiendes?, solo vine por mi puto auto, así que, si fueras tan amable de buscar al tarado de Luís te lo agradecería.—Ella me miró con los ojos bien abiertos. Juró que si no hubiera tenido esta caja en mis manos, ya le hubiera arrancado ese postizo cabello.
—lla-llamare a-a s-seguridad.
—tartamudeó mientras tomaba el teléfono en manos.—Por mi llama a la fuerza naval. —contesté sin importancia.
—¡Ashley!—un chico de cabello oscuro, y ojos verdes se acercó a mi e intento abrazarme, pero la caja lo impidió.—hola. ¿Como has estado muñeca?, cuanto tiempo—dijo este muy emocionado.
—Luís déjate de estupideces y vamos por mi auto de una vez.—hablé cansada.
—jaja tan Ashley como siempre, vamos—comenzó a caminar, y antes de seguirlo, le di una mirada victoriosa a la mentirosa secretaria.
Nos adentramos al ascensor, y rápidamente nos encontrábamos en el estacionamiento donde tenían los autos en reparación.
—¿cuál es?—pregunté impaciente, mientras miraba la larga fila de autos.
Luís camino delante de mi, y se coloco enfrente de un lindo auto, color azul marino.
Me acerqué de inmediato, mi auto estaba irreconocible.
—wao—susurré en voz baja, mientras miraba con asombroso mi auto. Había usado todos mis ahorros para mejorarlo. Cada centavo había válido la pena.
—¿Te gusta?.—preguntó Luís a mi lado.
Simplemente asentí
—Toma esto.—coloqué la caja que sostenía, en sus brazos.Me acerqué a mi auto, y pasé algunos dedos por la parte delantera.
—Está hermoso, ¿que le hiciste?—le pregunté sin quitarle la vista a mi auto.
—Arreglé el motor, ajuste el tanque de combustible y le cambie el color como me dijiste. —contestó Luís.
Abrí la puerta del auto, ya que no estaba con seguro. Luego me acerque a Luís, tomé la caja que le pedí que sujetará, y la tomé en mis manos, seguidamente me dirigí a mi auto, y lo coloqué en el asiento del copiloto, me ubique en mi asiento dispuesta a marcharme.
Luís se acercó a la ventanilla, y bajé un poco el cristal para saber que quería.
—¿No se te olvida algo Ash?—me preguntó divertido. Miré y en su mano alzada, sostenía las llaves de mi auto.
¡Dios debo estar perdiendo el cerebro!... Como se me ocurre olvidar lo más importante.
Saqué mi mano afuera con la esperanza de que me las devolviera, y por fin regresar a casa.
Éste se alejó de mi auto, mientras movía las llaves, haciendo un pequeño sonido metálico al choqué de estas.
—Ven por ellas preciosa. —me dijo el muy idiota, mientras movía sus cejas de arriba abajo.
Salí a toda prisa de mi auto, y me coloqué enfrente de él, con los brazos cruzados.
—¿Que es lo que quieres?. —pregunté cansada.
—Tengo dos simples palabras para ti; un beso y una cita.
Lo miré sin expresión alguna, la verdad no me sorprendía su actitud, siempre a sido así. Conocí a Luis en una fiesta, el había echo una apuesta con sus amigos, de que podía conseguir a la chica que quisiera, lamentablemente perdió, pues se fijo de la equivocada, y aún sigue detrás de ella, y sí desgraciadamente esa soy yo. La primera vez que lo vi intentó besarme el muy maldito, pero le di su lección.
—En primer lugar, no tendré una cita contigo, tengo cosas más importantes que hacer que escuchar como hablas de ti, todo el tiempo, ¿Enserio crees que quiero escuchar tus estúpidas historia de todos tus ligues en distintas fiestas? Tengo cosas más importantes que hacer, así que mejor piérdete.—le contesté, mientras él, me miraba un poco entristecido.
<si cree que su carita de perro arrepentido, me hará cambiar de opinión está muy equivocado>.
—Al menos el beso, sabes que me gustas, siempre te lo he dicho, ¿Por que no quieres creerme muñeca?. —preguntó, mientras acariciaba mi mejilla.
—Porque—tomé su mano y la aparte de mi rostro—Eres un jodido mujeriego, y odio a los chicos como tú, que sólo por tener dinero, creen que pueden comprar a las mujeres con tonterías. Para mi siempre serás un maldito infeliz, el cuál solo quiere jugar con los sentimientos de los demás, así que devuelveme las llaves, antes de que tomé el bate que tengo en la cajuela y te mandé al hospital.—le dije mientras extendía mi mano. Él se dio por vencido y me entrego las llaves.
Me dí la vuelta y caminé hacía mi auto.
—Algún día te tendré en mí cama Ashley.—escuché que Luís me decía antes de cerrar la puerta.
—Antes muerta bastardo.—saqué mi mano por la ventanilla, y le mostré mi dedo corazón, luego introduje la llave en el switch de encendido, y escuché como el motor cobraba vida, coloqué la palanca de cambió hacia delante, y pise el acelerador.
Al cruzar por su lado en mi auto escuché que gritaba algo.
—Te amo Ash.—gritó con todas sus fuerzas.
—Yo no a ti, puto—grité de igual manera, sin importarme que el lo escuchará.