Luego de haber tomado un taxi, nos encontrábamos en las puertas de la empresa.Respiré pesadamente, estar aquí, me recuerda el incidente de hace un día, si no fuera por ese.... Estúpido Perro, aún tendría mi trabajo.
Sam tomó mi mano y me hizo cruzar las puertas giratorias.
Al entrar, varias personas caminaban lentamente llevando en sus manos algunos papeles, Sam me tomó de los hombros, y me hizo quedar frente a ella.
—Ya tengo que irme Ash—.me dijo Sam sonriendo.—Suerte, te veo más tarde.
—Gracias Sam, adiós.—la abracé y ella correspondió de inmediato. Luego se apartó de mi, sonrió se dio la vuelta y se marchó.
Caminé en dirección al ascensor, al llegar a este, marqué el número, al que me dirigía.
Al llegar al piso, encontré todo despejado, miré en dirección recta, y en el fondo se encontraba las grandes puertas del jefe, y en el lado derecho un poco más alejado, se encontraban las puertas de la oficina de la secretaría, me dirigí hasta allí para recoger mis cosas, era hora de terminar con todo esto.
Antes de poder llegar, escuché las puertas del jefe abrirse, me giré y en las puertas se encontraba mi arrugado y ahora "ex jefe" con una mirada nada feliz.
—Señorita Ashley, me gustaría hablar con usted.—me dijo, asentí, y caminé hacia él.
Al entrar a su oficina, me ofreció asiento a lo cual acepté rápidamente, éste se sentó detrás de su escritorio.
—en serio no puedo creer...
<y hay va el sermón>
—Que después de todas las malditas veces que le acorde la reunión, lo importante que era para la empresa, y la charla de lo importante que era no faltar ese día, a usted.—me señaló, estaba bastante molesto, no acostumbra a decir malas palabras.
—Se le haya ocurrido, justamente ese día no venir, ¿que parte de todo lo que le dije no entendió?, señorita Bonnie, sabe todo lo que perdí por su culpa, por ser una irresponsable, la espere dos horas en el maldito aeropuerto, y usted nunca apareció, su compañera Sam tuvo que sustituirla.. —Iba a continuar hablando, pero lo interrumpí, no dejaría que me humillara más de la cuenta.—¿¡Que cree usted que me quede haciendo!?. —le grité enojada.
—¿¡Jugando al té con tacitas plásticas!?, tenía muy pendiente la maldita reunión, como olvidarla si se la pasaba cada mañana, diciendo lo mismo, usted no sabe todo lo que pase.—le grité mientras me ponía de pie—Si se lo cuento, no va creerme...—Pues adelante Bonnie, la escucho. —contestó mirándome fijamente.
—Un perro robo mi bolso, lo perseguir casi por media ciudad..
<exagerada, solo fueron unas
cuantas cuadras>—Me llevo a una gran mansión, donde conocí a una banda y...
—¿No pudo inventarse algo mejor?, esa es la peor mentira que he escuchado—dijo éste burlón.
—Pero es cierto.... sabe que váyase a la mierda, ¿usted cree que la reunión no era importante para mi?, era mi boleto de salida, así podría librarme de usted, y de su regordete y arrugado rostro, vejete—me miró sorprendido—. Sí, eso es lo que pienso de usted, y muchas cosas más. Pienso que usted abusa de los demás, les manda hacer el trabajo sucio a otros, mientras usted se queda muy cómodo, en su oficina de pacotilla, es injusto con el sueldo, y un asqueroso acosador.—Respiré sintiéndome libre, por fin le dije todo lo que había pensado de él, en estos pocos meses de trabajo.
—Está despedida...
—Dígame algo que no sepa—contesté divertida.
—Vaya a recoger sus cosas, y no quiero volver a verla—dijo, con una pizca de odio en su mirada.
—jaja—comencé a reír, aunque por dentro estaba llorando.—El sentimiento es mutuo. —sin decir más salí de su oficina, y me dirigí a la mía.
Al entrar me quedé parada en la puerta, tratando de llevarme un lindo recuerdo de este lugar.
Sentí el aire acondicionado acariciar mi rostro, sinceramente extrañaría todo esto.
Caminé hacía mi escritorio, y tomé asiento en la silla giratoria, observe todo el lugar con nostalgia.
Algunos cuadros en donde salíamos, Sam, algunos compañeros de trabajo y yo, se encontraban colgando de la pared.
Miré mis lámparas fosforescentes, bolígrafos, lápices, y mi hermosa computadora, que ahora sería de alguien más.
Tomé la pequeña placa que se encontraba en el escritorio, y leí las hermosas letras :
Ashley Bonnie.
Era lo que me indicaba que está oficina, algún día me perteneció, pero ya no más.
Me puse de pie dejando todos esos ridículos sentimientos aún lado, tomé una caja y empecé a empacar todas mis cosas. Era hora de decirle adiós a mi amada oficina.