Capítulo 16

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Anahí llegó a casa y dejando el bolso en el suelo se echó en el sofá. Su vida había dado un giro completo en menos de medio día y solo quería acurrucarse con su manta y llorar.

Estaba casi sin trabajo, embarazada y sola.

Porque, a pesar de que Rita le había dado una oportunidad, quedarse no era lo adecuado ¿que haría cuando su panza se comenzara a notar? Y con las náuseas y vómitos, de momento, no podía bailar.

Recordó las vitaminas que le había recetado el doctor y fue hasta la cocina a por agua. Le había dicho que las náuseas siempre variaban entre cada embaraza y lamentablemente a ella le había tocado la parte donde casi cualquier cosa la descomponía.

Inconscientemente posó la mano en su vientre. Sobre su bebé. Una vida crecía en su vientre y sintiendo esa conexión, sollozó. Era su bebé..  Y el de Alfonso.

Ciertamente debía contárselo.

Pero no ahora.

Varias semanas luego había logrado combatir las horribles náuseas y se alegró por ello.

Había decidido seguir en la academia hasta después del acto, y con dolor, había dejado su ficha en varias academias de la ciudad, pero era difícil en su estado actual. Quizá lo mejor fuera tomarse estos meses de vacaciones y usar sus ahorros mientras tanto.

En la academia, sin embargo, todo era extrañamente normal, a excepción de las miradas furiosas y los comentarios con doble sentido de Fabiola los cuales trataba siempre de esquivar.

Con Ana Paula había hablado día siguiente de todo el caos. Le había contado más o menos como quedaron las cosas con su papá y, aunque cabizbaja, no tuvo más que aceptarlo. La niña no podía estar más triste que ella por ese hecho, tuvo que aguantarse varias lágrimas. Aún no le había contado que iba a retirarse, no sabía como decirle, pero debía hacerlo.

Poncho.. Eso era otra historia.. No lo había visto desde el día que abandonó su departamento. Ya no dejaba a Ana Paula a la puerta del salón ni tampoco se bajaba de su auto cuando la buscaba. Tampoco le había llamado ¡Y maldición! Lo echaba tanto de menos, que le dolía en todas partes del cuerpo. Extrañaba sus besos, sus caricias, su voz, cada palabra que pronunciaba.

«Eres condenadamente encantadora» «Hoy estabas hermosa» «No dejo de pensarte» «Mi cama te echa de menos, pero no más que yo...»

¿Aun la echaría de menos? No lo sabía, pero estaba claro que ella a él si.

Tal vez era producto del embarazo, se convenció, pero le estaba costando un mundo sacárselo de la cabeza, abrazarse a su almohada cada noche añorandolo y apartar el móvil muchas veces para evitar llamarlo. Dormía cada noche con su camiseta, la que un día dejó olvidada en su apartamento, y eso le producía lágrimas. Maite decía que era normal estar sensible en el embarazo, pero ella sospechaba que lo suyo iba más allá ¿era posible que... ?

Si, tal vez él había llenado un vacío en su vida sin darse cuenta. Llenaba el espacio izquierdo de su cama, llenaba su mesa en los desayunos y a veces las cenas, su cuerpo abarcaba gran parte de su pequeña cocina también..

¡Hasta su panza la había llenado con un bebé! Cosa que, luego de asimilarlo, la mantenía feliz. Pero ¿y su corazón? A juzgar por el vacío que sentía, seguramente también habría llenado eso sin ella darse mucha cuenta.

Ahora todo -a excepción de su panza- se sentía vacío.. Nuevamente.

También había perdido su trabajo. Aunque, si era sincera con ella misma, tenía que admitir que no se sentía especialmente mal. Tal vez porque odiaba tener que escabullirse en medio de clase cuando se mareaba o quizá porque ya no se sentía bien en un sitio donde no podía tener la vida privada que quería sin que eso afectase su vida laboral. Hasta admitió sentirse un poco aliviada de irse. Tal vez eso fuera culpa del revuelo de emociones que tenía en la cabeza. No lo sabía.

La Profe de Baile (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora