Capítulo 24 -último-

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Al día siguiente Anahí se despertó con una enorme sonrisa en los labios. La noche anterior había sido una de las más especiales junto a Poncho. Se sentía feliz, amada, extasiada y no pudo evitar pensar que quizá, si las cosas marchaban así, podrían tener un futuro juntos. Sonrió aun más y se giró en la cama, su sonrisa se disipó al encontrarse con una cama vacía. Eran pasada las 7 de la mañana del sábado y él no se encontraba ahí.

Se levantó y reparó en una nota sobre su mesita de noche, era de Alfonso. La cogió rápidamente para leerla.

Buen día, cariño mío. Siento no estar cuando despertaras, pero tuve que arreglar unas cosas en el trabajo. Ana Paula está con mi hermana. En la noche debo ir a la fiesta benéfica que te mencioné hace unos días y me gustaría que fueras conmigo, no acepto un No por respuesta.

Te estaré echando de menos a ti y a tu hermosa sonrisa.

Poncho H.

Anahí suspiró, dejando la nota sobre la cama. Tendría que aceptar ese No de respuesta porque, definitivamente, no iría a esa fiesta. No tenía nada de ganas de encontrarse con la mujerzuela de cabello espectacular y con ojos de gatos de Rachell. No, mucho menos porque no tenía nada elegante que ponerse para estar a la altura. Tendría que ir él solo.

Cuando bajó a la cocina se preparó cereal. Estaba sola así que no tendría que preparar algo de desayuno.

Pasó el resto del día ordenando un poco, viendo tv y luego leyendo un poco. Estaba verdaderamente aburrida, ya se había acostumbrado al ruido de más personas en casa y, ahora que estaba sola, se sentía extraña. Extrañaba a Poncho, a Ana Paula y a Dallas que se lo había llevado la niña. ¿Como había sobrevivido tanto tiempo sola en su apartamento?

Y aún le quedaba día. La hermana de Poncho le había avisado que la niña se quedaría a pasar la noche y ella no iría a esa fiesta benéfica, así que estaría sola hasta que Poncho llegara.

Pensó en Poncho solo ahí, rodeado de un montón de mujeres ricas y bien vestidas, borrachas con champán. Pensó en Rachell merodeándolo, acercándose a él a ver que iba son ella, tomándolo del brazo y dedicándole una sensual sonrisa.. Y ardió de rabia. No, no podía dejarlo ir solo a esa fiesta. Vio la hora en el reloj de pared, las 5, se levantó de un salto y caminó con paso firme al dormitorio. Pero su determinación se desinfló cuando abrió el armario.

No tenía nada de gala para ponerse. Lo más elegante que tenía era un vestido beige muy ajustado y allí su panza de 4 meses no entraría. Maldijo por debajo. Tendría que matarse la cabeza imaginando a Poncho con Rachell colgada de su brazo.

Se disponía a meterse a la cama cuando el timbre sonó ¿quién sería? Llegó hasta la puerta y la abrió con cautela. Un hombre sonriente estaba del otro lado con una bolsa colgada de su brazo y una caja en la mano.

-Señora Puente, aquí le manda el señor Herrera -le tendió los paquetes- a las 8 pasará un chofer por usted.

Anahí abrió la boca y los ojos de par en par mientras tomaba las cosas, le daba las gracias al chico y cerraba la puerta. Examinó las cosas y su corazón se detuvo cuando examinó la bolsa: un hermoso vestido rojo que se veía muy costoso.

Era elegante y acampanado y le llegaba hasta las rodillas. Era hermoso, encantador y sexy a la vez. Examinó la caja y esta contenían unos hermosos tacones plateados, justo de su talla y que hacían juego con el vestido. En el fondo de la caja, una nota.

Sé que seguro has puesto la excusa de no tener que ponerte, así que me he tomado la molestia de elegir por ti, no te enfades. Espero que te guste, ya que sé que te quedará hermoso.

La Profe de Baile (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora