Capítulo 1 – “Soy una nerd”
Soy Sarah. Pero todos en la escuela me llaman Nerd. Sólo algunos; incluyendo a mis profesores y mis amigos (no hay muchos de ellos) me llaman por mi nombre real. Quizá porque la gente de verdad piensa que unos estúpidos padres realmente le pondrían Nerd Littman en el certificado de nacimiento de su única hija.
No sería difícil de adivinar que soy una nerd. Pero esa no es la única razón por la cual me pusieron ese sobrenombre. Todo comenzó en el primer año de la secundaria, y no podría culpar a nadie más que Matt Adams – el capitán de football del equipo y líder de los populares – pero eso ya es otra historia. Después de todos los años de haber sido llamada Nerd, ya no me importa. Lo tomo más como un sobrenombre que como un insulto.
“¿Qué hay de malo con ustedes gente?” dije soltando un gran suspiro defendiendo con lástima al pobre chico nuevo, sólo para atrapar crueles miradas de las chicas del tercer pasillo.
“Tu cara” dijo Charrie, su pelo volando en el aire mientras se daba vuelta para dedicarme una cara de disgusto.
Algunas de las chicas del otro lado del salón se burlaron y dejaron soltar un leve “nerd”. No les preste atención a ellas mientras me tiraban pequeñas bolitas de papel. En vez de eso, mira hacia abajo inhalando y exhalando en silencio por más de que por dentro estaba hecha un remolino de molestia. Denial era mi mejor amiga.
Girando mi cabeza, suspire tímidamente por la conmoción. Sólo podía simpatizar con el pobre Leonard Dunn. Ser un nerd ya era lo suficientemente duro, pero ser víctima de bullying era otra cosa y era apenas su primer día aquí.
Leonard Dunn suspiro, y luego de medio minuto lentamente se sacó el gorro de la cabeza dejando ver un pelo marrón muy oscuro, casi pelo negro que cubría casi la mitad de su cara.
“S-Si… S-Soy Leonard Dunn, d-de Oregon,” dijo, revelando los aparatos en sus dientes haciendo que su pronunciación de la S sonara graciosa.
“Definitivamente no eres Leon Walden,” exclamó Becky y la clase entere posó su mirada en ella. “No dije eso en voz alta ¿o si?” Sus mejillas tomaron un color rosa mientras la clase volvía a llorar de risa otra vez.
“Okay” El señor Collins aplaudió dos veces. “Siéntese, señor Dunn, tome el segundo asiento a la izquierda, tercera fila.” El señor Collins tenía el mal hábito de llamarnos señor o señorita para hacernos saber que ya todos éramos adultos responsables.
“Emm… tan sólo dime Leonard,” dijo mientras se volvía a poner la capucha sobre su cabeza. “Si no le incomoda a nadie, me gustaría tener un asiento sobre la ventana, por favor.”
“Señor Jensen, le molesta?” El profesor le pregunto al pelirrojo sentado a mi lado.
“No, si usted me da un A+ en nuestra siguiente tarea.” Robbie Jensen manifestó, colocando su mochila sobre su espalda, y luego caminando hacia la tercera fila.
“Muy gracioso…” Dijo el profesor con sarcasmo notable.
Mientras la clase se disponía a resolver varios problemas de matemáticas, Leonard Dunn procedió a arrastras sus pies y sentarse a mi lado. Trate lo mejor que pude de ignorarlo y concentrarme en la palabra problemas pero el seguía haciendo ruido a cada rato. Era cómo si estuviera gritando las palabras en mi cabeza pero no podía entender nada porque no podía sacar el ruido afuera de mi mente.
De algún modo, él parecía familiar, a pesar de que no podía estar segura debido a un par de de idiotas – los clones de Matt Adams- que me tiraron bolas, rompiendo mis lentes en el proceso.
Cómo si ser llamada cuatro-ojos no fuera suficiente, no necesito gente que se quede mirando las rajaduras en mis lentes.
Solté un gruñido y luego le di una leve mirada amenazadora al chico, esperando que se diera cuenta de que estaba muy irritada por lo que estabas haciendo, pero, en vez de eso, cuando sus ojos encontraron los míos, él tan sólo me dio una mirada de métete en tus propios asuntos.
Estaba tratando de no arrojarle una silla en la cara. Cuando finalmente me calme, agarré una hoja de mi libreta y escribí algo en ella.
Por favor, haz silencio, escribí. Luego deslice la hoja de papel a su escritorio.
El frunció sus cejas al leer la nota, luego la arrugo, la tiró a mi escritorio y suspiro miro hacia la ventana desinteresadamente.
Leonard Dunn dio la vuelta para fijarse en mi, luego bostezó dejando ver sus aparatos dentales y empezó a golpear la mesa haciendo ruidos más altos. El señor Collins pareciendo oir lo que estaba pasando, sacando su mirada de la pila de papeles en su mesa, y luego sacudiendo su cabeza como si se hubiera decidido a ignorar a Leonard, enterró su cabeza en sus manos. El señor Collins era uno de los profesores que me gustaba menos, primero, porque enseñaba Geometría que es una asignatura que odio con todo mi corazón y alma, y segundo, porque era uno de esos profesores que creían en eso de, mientras no me moleste a mí, eres libre de enseñar tu trasero en publico o algo parecido.
Pero no lo podía ignorar más. Las formulas revoloteaban en mi cabeza como un tornado de tortura. Tendrían que haber llamado a la asignatura Torturación, en vez de Geometría. A la mierda el hombre… o mujer que haya inventado las matemáticas! No necesitaba la molesta manera de Leonard Dunn de poner mis pelos de punta. Era suficiente tratando de averiguar el área de un cono y el volumen de una mitad de cilindro de 12,5 cm de altura y el específico ángulo de…
“¡Aaaah! ¡Basta! ¡Para lo que sea que estés haciendo!” le tire mi libreta a su cara, por lo que se quejó, luego la agarró y me la tiró devuelta dándome en mi cabeza. Y para el record, tenía un ojo hinchado.
Una irritante sonrisa se formó de repente en sus labios y él parecía estar disfrutando de mi desconcierto.
“¿Eso es lo mejor que tienes?” me dijó con un tono despectivo y burlesco.
“Tú, pedazo de –”
Antes de que pudiera lanzar mi silla en dirección a Leonard, el señor Collins se levantó. “Tú y tú!” Nos señaló a nosotros dos. “Detención! Luego de clases.”