Alex y Elin 6

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Demasiado cansada


El curso avanzaba lentamente pero una vez que el tiempo ya había corrido parecía demasiado breve, los exámenes parciales fueron mortales y cuando los trimestrales se acercaron realmente no tenía cuerpo para nada, creo que no había visto a Elinor en tres semanas... bueno, en el colegio sí, me refiero obviamente a fuera de este.

Pero ese día se plantó en mi casa como si nada y se aprovechó de que no estaban mis padres.

¿Cómo? Creo que ya lo podéis imaginar, lleva la palabra pervertida grabada en la frente.

El timbre sonó y bajé en pijama, la Semana Santa ya estaba aquí así que el calorcillo daba un gustillo y daban ganas de pasearse en pantalones cortos junto a una camiseta ancha, abrí la puerta encontrándome a Elinor en la puerta con una sonrisa extraña.

-¿Y a ti qué te pasa? -reí al ver su expresión

-Nada, simplemente que ahora que ya hemos terminado.... hay que liberar estrés

Elinor entró en mi casa con una sonrisa algo pícara y según ella avanzaba yo no podía hacer otra cosa salvo caminar hacia atrás, dejó su mochila en el sillón de mi salón como siempre que venía, sus manos se extendieron para tomar las mías, se las di y me arrastró escaleras arriba hacia mi cuarto.

-¿Pero qué haces? -reí

Elinor coló sus manos por cintura, su nariz rozó mi cuello y entonces comprendí de qué modo quería liberar tensiones, mis manos sujetaron sus muñecas dejándola quieta, ella me miró directa a los ojos.

-No, eres una pervertida -dije en un puchero -¿Cómo puede ser eso en lo único que pienses? Si hicieran una película sobre nuestra historia de amor sería todo porno

-¿Y qué tiene de malo el porno? -sonrió -A ambas nos encanta verlo

-Sí, y de hecho me he tirado hoy dos horas en la mañana viéndolo -sonreí -Pero no voy a regalarte mi cuerpo

Elinor hizo un puchero, supongo que en su mente estaba totalmente indignada gritando "en vez de ver porno en la mañana, ve dibujos y luego te montas el porno conmigo", pero lo que ella no sabía es que yo no pensaba abrirme de piernas hasta los 18 mínimo, me llamaría mojigata.

Tome sus manos y las envolví con las mías, caminé hasta la cama y la tumbé en ella antes de caminar hasta mi cómoda para sacar una de mis camisetas para andar por casa, se la tiré a la cara, ella se quitó la suya y se puso la mía, de verdad que no entendía cómo podía venir en pantalones deportivos tan cortos como unas bragas y luego una camiseta pija, ¿qué clase combinación es esa?

-¿Te has puesto sujetador de encaje?

-Es que pensaba que hoy iba a tener premio contigo

Me reí mientras negaba con la cabeza, ni hablar iba a haber premio, me tumbé junto a ella y en seguida se enredó en mi cuerpo, su pierna se coló entre las mías dejándome a mí sobre ella, su brazo pasó por debajo de mi cuello y el otro rodeó mi cintura, sus ojos me miraron con ternura.

-¿Podemos dormir?

-De verdad, eh, tú no cambias -rió Elin mientras apretaba mi mejilla -Toda la vida durmiendo

-Bueno, es uno de mis grandes amores, ya sabes que quiero casarme con mi cama

Revolvió mi pelo juguetona y luego dejó que me agarrara como un koala, sin darme apenas cuenta, me quedé dormida con el calor de su cuerpo.

Desperté una hora después, seguía abrazada a ella.

-Es que ¿pensabas que iba a salir huyendo o qué?

-Pues sí, tenía la sensación de que me ibas a hacer un full de Estambul

-Mira que eres tonta

-Pues a ti te gusto... así que....

Elin se incorporó para alcanzar su mochila, la cual había debido de subir en algún momento mientras dormía, se sentó sobre mi cadera y no voy a negar que sentí cierto calambre en la zona, buscó dentro de la bolsa y tomó algo en su mano.

-Te he traído un regalito

-Uhhh, ¿qué es?

Abrió la mano y pude ver una gargantilla rosa fluorescente de esas de plástico que son totalmente ceñidas al cuello, me explico como el culo, ya sabéis, esas que parecen como un collar de perros.

-Me encanta -admití

-Lo imaginaba

Entonces sus dedos recorrieron mi garganta con una cierta mirada incandescente.

-¿No será por un fetiche tipo gatito?

-No, que va, como se te ocurre eso -resopló, alcé entonces la ceja -Vale, sí

-Te conozco como si te hubiera parido

-En realidad quiero entrar en tu chichi, no salir de él

Golpeé su hombro con fuerza haciendo que cayera de mí sobre la cama, tomé la gargantilla y la colé por mi cabeza, busqué el punto en mi cuello donde no me apretaba y la dejé allí; Elinor volvió a subirse encima de mí y acarició mi cuello, su nariz bajó entonces hasta el plástico y lo recorrió, la punta de su lengua hizo lo mismo arrancándome un jadeo.

-Uy, uy, que puede que a su majestad le ponga el rollito dominante

-No seas boba, me has lamido, ¿qué esperabas, palurda?

-Hacerte mojar las bragas -guiñó un ojo -Aunque creo que tendrá que ser otro día

One DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora