VEINTIDOS

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Suspire frustado,todo el dichoso camino había tenido que escuchar a Simón,o mejor como le digo yo,estúpido,me pregunto como estara ahora Luna,es decir, no me gusta verle mal,ella es mi todo,a veces no controlo mis impulsos,y estaba cien por cien seguro de mis deseos de besarle, es mas lo hiba a hacer pero esa estupida voz nos interrumpió,no sabéis como extraño sus labios, en poco tiempo se tornaron una completa adicción para mi,cerré la puerta del coche,habíamos llegado a nuestro destino.

—¿Donde cojones estará?—ahora Agustín observaba atento aquel descampado inerte en el que supuestamente esperábamos a alguien,pasaron como unos cinco minutos,derrepente de un almacén salieron tres hombres,el del medio parecía el lider.

—Agustin.—inmediatamente aquel hombre capto la atención del otro,se aproximaron y saludaron como si fueran unos malditos pubertos,locos estaban completamente locos.

—¿Traes el dinero?—pregunto este mas serio,separó su abrazo, el hombre asintió.—Perfecto, pues vamos.—comento de nuevo, indico haciendo gestos con sus dos manos para que siguiéramos sus pasos,así lo hicimos,unos segundos después estábamos parados frente a una mesa,en esta había dos maletines negros, juraría que idénticos.

—Aqui tienes lo que pediste,aun no entiendo porque...—comento el hombre de antes,Agustin subió su dedo interrumpiendo su supuesta queja,prácticamente a Agustín no le agradaban las quejas.

—Matteo.—gire mi mirada observando su rostro.—Quiero que vengas aquí.—señalo hacia mi persona indicando que me encaminara hacia la mesa.—Abre los dos maletines.—señalo ambos objetos colocados frente a nosotros en la mesa,frunci mi expresión ante su petición,no entendía nada,decidí hacerlo,los maletines estaban repletos de dinero,millones de euros.

—¿Que quieres que haga?—eleve mis cejas,en un tono neutro y tranquilo,espere alguna indicación o instrucción.

—Quiero que me digas cual es el maletín que tiene el dinero verdadero.—señalo ambos con sus malos,extendió sus brazos y los extendió señalando todo el dinero que portaban estos,baje mis ojos a estos,hace tiempo que tuve que hacer un trabajo algo parecido,fue una entrega en colombia,analice detenidamente cada billete,cada linea y cada detalle,finalmente me decidí por el de la derecha,observo atento mi gesto.—¿Seguro?—pregunto
elevando sus cejas impaciente.

—Completamente.—asenti afirmando y volviendo a repetir mi gesto,señale el maletin derecho y cerré el izquierdo.

—¿Bill?—observo al hombre que había deslizado y puesto ambos en la mesa,era el mismo que antes había saludado y abrazado a Agustín,ya sabía su nombre.

—Tu muchacho acertó.—quedo prácticamente con la boca abierta,Agustin asintió satisfecho y completamente firme.

—Bien,por lo menos no eres un inútil.—alego cruzando sus brazos,desvíe mi mirada hacia un lado demasiado tenso,no le soportaba.—Simón ve con dos de mis hombres,rodea la zona y ven cuando estés completamente seguro de que sea seguro.—miro de reojo a Simón y a dos hombres más, todos asintieron, no se porque pero Simón desvío sus ojos hacia a mi,y debo reconocer que no me agrado,acto seguido salieron por la gran puerta.

—Agustin,no hace falta,te aseguro que es seguro.—hablo ese tal Bill,toco su pecho un poco molesto por la desconfiante de su supuesto amigo.

—¿Crees que voy a arriesgarme con algún hombre de Demián?—
pregunto elevando sus cejas muy desconfiado,inmediatamente se formo un nudo en mi estomago, no se porque pero escuchar ese nombre me trajo un antiguo recuerdo impactante.

—No,claro que no.—comento rodando sus ojos claramente molesto con Agustín.—Aun no entiendo,años y años de lucha y peleas.—menciono cansado y aburrido,Agustín cerro sus puños inmediatamente.

TODO DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora