Prologo

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Prologo

feliz cumpleaños gabriella, feliz cumpleaños a ti” escuchaba de fondo, mientras miraba las 8 velas que se encontraban incrustadas alrededor del pastel. “¡vamos mi niña! Pide un deseo y sopla las velas.” Dijo mi madre, con una gran sonrisa de felicidad en su cara. Hice lo que me dijo y todos en la pequeña habitación aplaudieron. Vi como la hermosa mujer caminaba hacia el pasillo que dirigía hacia la cocina mientras se dirigía a mi padre con un “buscare el cuchillo para cortar el pastel, querido”.

Mi padre, un hombre con tantas cualidades humildes como solidarias. No creo que hubiera ni una sola gota de su torrente sanguíneo que dijera maldad.

Siento como cuatro brazos me abrazan al mismo tiempo. “¡que linda mi hermanita! Ya eres toda una adulta” escucho a Mario decir mientras mi padre hecha una carcajada. “serás toda una adulta pero para mi eres mi osa. Siempre serás mi pequeña, mi niña”.

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“ok osa, ¡hora de abrir tus regalos!” dice mi padre con tanto entusiasmo que irradia toda la casa con solo una pequeña sonrisa. Había tanta calma, serenidad y paz que parecía que se quedaría así para siempre. Allí al lado del mueble se encontraba una caja envuelta en papel regalo que era tan alta como Mario y a la derecha de el, una pequeña bolsa rosada. No necesitaba leer las tarjetas de los presentes que tenía en frente, ya que sabía que el que estaba segura que no cabria en la puerta de mi cuarto era el de tía Giselle, una mujer que con mirarla sabias que tenía un status socioeconomico alto, pero que fuera hermana de mi padre no significaba que fuera humilde, ni mucho menos que el hombre mas importante de mi vida y su familia fueran de su mismo status, solo una familia tratando de sobrevivir a una economía no fácil de manejar. El era solo un hombre que trataba de sobrellevar un hogar como cualquier otro buen padre, hombre, esposo, sostén de hogar lo haría.

Decidí dejarme llevar por mis instintos de buena hija que soy y abrir primero el de la bolsa, el cual era mínimo, pero era de mi color favorito y además tenía un lindo lazo que combinaba a la perfección. Al sacar su interior encontré un bellísimo osito de peluche color beige. Verlo era como quedársele viendo a unos pececillos nadar o a un gato pedir por comida. Era tan lindo como conmovedor, por supuesto, como la mente de una niña de 8 años pensaría. Recuerdo haber visto este osito en la tienda de juguetes del centro comercial, pero al ver el precio sabía que no lo tendría, puesto que valía una fortuna y no quería que mis padres gastaran un centavo en mis caprichos. El opuesto total a lo que yo pensaba, era mi hermano. A el no le importaba si mi padre o mi madre gastaban cada billete, pero no paraba hasta conseguir lo que quería. “del oso para la osa” mi padre pronuncio al ver mi cara de felicidad y sorpresa al mismo tiempo. Lo siguiente que paso fue que me lance en los brazos de mis padres. “¡gracias, gracias!¡los quiero tanto!”.

Muchos dirán que era una niña muy madura a tan corta edad, pero la verdad que fue gracias a la situación que mi familia y yo hemos pasado. Fueron tantos escenarios diferentes, y duele recordarlos. Creo también que es por eso que somos tan felices como estamos, solo por el hecho de estar juntos y unidos como familia nos sobra y falta para seguir aquí.

Proseguí con el siguiente regalo, su envoltorio no era muy diferente del primero, por ende sabía que era de mi madre, al abrirlo me encontré con un lindo set de maquillaje para niñas. Mi mama sabia cuanto me gustaba este tipo de cosas femeninas. Por otro lugar a Mario no le caía bien que usara maquillaje a tan corta edad, pero sabía que el adolecente lo hacía con la intención de seguirme viendo como su hermanita menor.

“¡Lo amo, Mama!” dije con entusiasmo.

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“creo que ya abriste todos los regalos osa” se dirije mi padre. “¿Por qué no vamos a la cama y te leo un cuento?”

Master (HARRY STYLES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora