La huida no salió como hubiese querido. Justo en el momento en que trate de abrir las puertas cerradas con candados, estas se abrieron de par en par revelando a 3 hombres no muy felices de vernos parados en frente de ellos.
“¿A dónde crees que vas, dulzura?” dice el hombre del medio a tan solo centímetros de mi cara. Mis manos se colocaron a cada lado de su cabeza y la empuje hacia abajo golpeándola con mi rodilla, haciendo que su pesado cuerpo cayera al piso por la mínima contusión que le causé. Cuando voltee mi mirada me encontraba acorralada por los brazos del otro hombre alrededor de mi torso. Intente escapar de su agarre empujándolo con mi espalda, pero sin resultados. Así que levante mi pie, golpeando su entrepierna. Sergio estaba peleando por su vida con el grandulón que falta, pero el pobre estaba tirado en el suelo con el grandote pateando sus costillas. golpee estratégicamente su espalda para dejarlo gritando de dolor.
Me acerque a Sergio y trate de que se levantara.
“¡vamos, párate ya!” le grite agarrándolo del brazo mientras lo arrastraba en nuestro camino a escapar.
Agarre la pistola del grandulón que había tirado a un lado y corrimos todo lo que pudimos sin ver a donde nos dirigíamos debido a la oscuridad de la noche.
Seguíamos un camino de tierra que la luz de la luna nos iluminaba mientras alentábamos el paso solo un poco.
“si seguimos este camino nos van a atrapar fácil, Gabby.”
“no, no lo creo. Ya nos alejamos bastante.” Dije confiada y sin aliento.
Y el niño tenía razón. Justo cuando pronuncie esas palabras visualizamos detrás de nosotros una luz acercándose, dándonos a ver que venían por nosotros. Y esta vez a matarnos.
Corrimos hacia la densa llanura de aquel lugar. Con la esperanza que la vegetación alta nos haga invisible a su vista.
**
Raramente, no estábamos lejos de civilización, después de correr y correr, no llegamos a más llanuras como el pesimista de Sergio pensaba, pero en vez fue una carretera. Un viejo hombre en una camioneta vieja pasaba por allí, y para suerte del hombre se dirigía a la ciudad, así no tenia que matarlo.
Al llegar a Torrelodones, a casa de Joe, le dije a Sergio que cambiara mi boleto para mañana en la mañana a Nueva York.
Me tome una tina caliente y relajante y me metí en la cama por unas pocas horas.
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-¿será que las personas que me querían matar hace 13 años, y luego hace seis años, son los mismos que me iban a matar ayer?-
Esa pregunta rondaba mi cabeza desde esta mañana que deje Madrid.
Me tenia genuinamente preocupada que Joe no estaba aquí. El me había prometido que mientras yo estuviera con el, nada malo me sucedería. En estos momentos no tengo su protección porque no está cerca de mí. Sin embargo, yo no era tan tonta como para dejare matar tan fácil. Y tampoco quería llamar a Joe y ¿llorarle como una niñita que se cayó en el parque? Yo era más fuerte que eso.
Pero tenía miedo. Miedo de que volviera a pasar. Y estaba convencida de que aquellos hombres me tenían para torturarme y matarme.
No sabía nada. Nada de lo sucedido. Como pasó. Por qué pasó. Todo fue tan rápido. Solo sabía en aquel momento, en ese avión que estaba sobrevolando el atlántico, que extrañaba demasiado a Miguel en estas situaciones. Y que apenas Joe regresara le diría lo sucedido.
**
Y allí estaba, como había prometido, frente al Starbucks de la calle Pearl, con un café en su mano como si casualmente pasaba por allí y se topó con aquella franquicia. El resto de sus amigos y compañeros de trabajo no deberían estar muy lejos de allí. Debido a que le dije a Escultura-Griega-Andante que nos reuniéramos todos.
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Master (HARRY STYLES)
FanfictionGabriella zapata se puede considerar como una asesina, y mas que eso la mano derecha del mayor narcotraficante de cocaína, Joe "el parce" Palacios. Esta chica que solia ser la persona mas inocente, ha sido corrompida, y ahora, como dirían, para com...