Día 1

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Soy Esperanza.

Tengo 16 años, estudio en una escuela secundaria en Dakota del norte y es invierno, o sea que hace mucho frio y, mi fiesta favorito del año, Navidad, se esta acercando.

Estoy cursando mi undécimo año, junto con mi mejor amiga, Sophie, y mi mejor amigo, Sam. 

Sophie es alta, muy deportista, rubia ojos oscuros y tiene un muy buen humor, a excepción de cuando su equipo de futbol americano pierde o cuando ella pierde en alguna competencia de deportes.

Y Sam, mi mejor amigo, es todo lo opuesto, odia el futbol americano y todos los deportes, es bajo, muy malhumorado y se pone feliz cuando Sophie se enoja porque puede restregarle en la cara lo malo que es el futbol americano o cualquier otro deporte. Es de piel clara, muy clara, parece un vampiro, y sus ojos son de un celeste casi trasparente, es como si pudieras ver su interior con solo mirar mas de cerca.

Ahora sigamos conmigo, en este momento estoy en mi auto, un Ford Fusion rojo, dirigiéndome hacia la escuela, otro día más de rutina.

Llegué, estacioné y apagué el motor, pero no baje, no bajaría hasta estar segura de que alguno de los mis amigos o  ambos estuvieran ahí. Ustedes se preguntaran por qué hago esto, esta bien, se los diré.

Hace 3 años, cuando tenia  13, me mude aquí desde Alabama, me trasladaron a esta escuela e inicié con toda la confianza, la cual me fue arrebatada cuando un chico, Kendall Marshall, empezó a molestarme.

Al principio fueron simples bromas o palabras que llegaban a molestarme, pero a medida que crecíamos, el empezó a empeorar, sus bromas fueron aumentando, y sus palabras se volvieron en insultos y agresiones.

Es por eso que prácticamente no puedo ni bajar del auto sin estar segura de que no estaré sola, allá, donde estoy indefensa y el puede hacer de las suyas.

Estaba en mis pensamientos cuando escucho que alguien golpea mi ventana, asustada, giro rápidamente, pero veo que son Sophie y Sam y me tranquilizo. Bajo del auto y los saludo y todos nos dirigimos a clase.

Este año, no me ha tocado en ninguna clase con ellos, pero tampoco tengo muchas clases con Kendall, solo matemáticas y taller de laboratorio, donde trabajo cerca del profesor para que el no me queme el cabello o algo así, y en matemáticas  aunque me siento en medio del salón y el en la parte del fondo, igual se las ingenia para molestarme.

Me dirijo al salón de matemáticas, hoy entregan un examen, soy pésima en matemáticas, y el profesor dijo que si no me iba bien se vería obligado a ponerme un tutor. Estoy rezando para que eso no pase, lo único que me tranquiliza es que, como Kendall es mariscal de campo, genio de los deportes y un completo imbécil, no creo que le vaya bien en matemáticas.

Una vez en el salón, me dirijo a mi asiento y espero, mientras tanto, prendo mi móvil y veo mis notificaciones, las cuales no veo al despertar por una simple costumbre, me gusta verlas cuando no tengo nada que hacer solo para entretenerme y no pasarme el rato mirando el techo he imaginando mil posibles bromas de Kendall hacia mí.

Estaba mirando mi Twitter cuando escucho sonar el timbre y guardo el móvil cuando veo a mis compañeros junto al profesor entrando en el aula.

-Muy bien chicos y chicas, aquí, en mi mano, tengo, no solo unos exámenes, sino también algo que determinara si algunos de ustedes dependen de un tutor o no, dicho esto, comenzare a repartirlos y podrán irse los que hallan aprobado, luego de hablar con los que no, dejaré una lista con los desaprobados y sus tutores.- Dicho esto, el profesor empezó a llamar y entregar los nombres, veía como algunos salían y otros se sentaban con cara de pánico.

-Martínez Esperanza.- Grito el profesor y me vi forzada a salir de mis pensamientos para levantarme e ir a buscarlo, temblando como si me estuviera congelando, agarre el papel y lo que vi todavía no acababa de llegarme al cerebro.

Sí, señoras y señores, esta chica necesita un tutor. Ya sentada, oí como llamaban a Kendall, pero lo que me dejo mas aturdida que mi 55 en mi examen, fue que Kendall, si había aprobado, y estaba saliendo del salón.

-Bien! Los que se encuentran aquí sentados, espero que sepan lo que va a ocurrir ahora, cada uno será llamado aparte a hablar conmigo y veremos su situación, luego decidiré. La primera en hablarme será Esperanza, pues es la que saco la nota más baja.

Luego de escuchar esto, corrí literalmente al escritorio y solamente me dispuse a escuchar.

-Mira, Esperanza, en serio intente hacerte mejorar, pero se ve que el problema no esta en mi o en mi forma de enseñar, esta en ti.

-Lo siento en serio profesor, le prometo que mejoraré, solo no me ponga un tutor, no tengo una amistad con nadie de este salón y seria muy difícil para mi.

-Pues eso es mucho mejor! ya que no tienes amigos aquí, talvez puedas hacerte amiga de tu tutor, es más, es mal fácil aprender de un amigo.

-Pero...- Ni siquiera me dejó terminar cuando con una seña me pidió que saliera del aula.

Salí y fui directo al salón de Lengua, para hablar con Sophie. Obviamente ignorando los gritos de Kendall.

-Pero miren quien va por allí, la tontita, ojala te toque conmigo para que pueda molestarte aun más.

Llegué al salón de Sophie en medio de un ataque de pánico.  

-Qué ocurre que te noto tan preocupada?- Preguntó ella al salir.

-Tendré un tutor en matemática, el profesor me a dicho que seria lo mejor, pero eso no es lo importante. El problema es que Kendall si ha aprobado, y si le toca ser mi tutor? que haré?

-Primero tienes que calmarte, aun no han puesto la lista, cuando la pongan, la veremos y en ese momento podrás desesperarte.

Al segundo que terminó de hablar, escuché como el profesor pegaba la lista.

Llegué ahí corriendo, y lo primero que vi, fue mi nombre, y lo único que lo separaba del de Kendall, era un guion.

Esperanza Martínez - Kendall Marshall

Me gire y choque contra algo que parecía una pared, pero no lo era, era una persona, y yo sabia que persona, estaba mareada, sentía como me quedaba sin aire, cuando siento que me agarra y me mira directo a los ojos.

-Pero miren quien esta aquí, mi nueva alumna!- Y el ataque de pánico comenzó.



Porque te amo, Esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora