El mejor almuerzo

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Luego de un rato (lo que pareció para mí, una eternidad), finalmente llegó el receso.

-Oigan, vamos a la cafetería ¿No?- sugirió Leah, a lo cual, Dalia, Maddy y yo accedimos.

De nuevo, íbamos a juntarnos con los otros chicos: Dante (el chico problema), Angelo (uno de los chicos "populares, y que era muy raro verlo en la escuela), Zack (el payaso de la clase) y finalmente Marcus ( el mejor amigo de Zack y el amor platónico de Dalia).

La razón por la cual siempre estábamos juntos, era debido a que en la secundaria nos conocimos casi todos (a excepción de Marcus) y éramos muy unidos.

Una vez en la cafetería, todos nos sentamos en una mesa y comenzamos a platicar: ya saben, chismes, aventuras, experiencias, etc... Lo cual, era entretenido.

-Oye, Amy... ¿Me prestas dinero?- me preguntó Dante, con una mano en la nuca.
Yo por supuesto, no me negué; él era un amigo de mi infancia, además de que yo le debía muchas.

-Claro, sólo voy al salón por mi dinero ¿Vale?- le expliqué, debido a que mi mesada se encontraba en mi mochila.

-Okay- asintió el chico de piel morena, sonriente. Algo raro en él, debido a que siempre estaba de mal humor.

Entonces, me dirigí al salón, mientras tarareaba una canción y saludaba a algunos en el camino.
No podría decir que era popular, pero tenía muchos amigos y prácticamente todos sabían por lo menos mi nombre.
Por eso, me había acostumbrado a  saludar a todos.

Finalmente, después de unos minutos, llegué a mi aula, donde sólo se encontraba una persona: Allen.

Al principio, me extrañó su soledad, ya que en ese colegio, era raro ver a alguien solo.
Y menos, verlo comer... Tanto.

Por lo que pude ver, su almuerzo consistía de un par de donas, un sandwich, un chocolate y una botella pequeña de refresco.
Cosas que comía con gusto y rapidez.

-¿Eh... Su-Sucede algo?- preguntó el chico con timidez, al ver que yo lo estaba observando fijamente.

-¡No!- exclamé de pronto, nerviosa.

-Quiero decir... No pasa nada, puedes seguir con tu vida normal, en este instituto totalmente normal, con gente completamente normal- le expliqué, esbozando una sonrisa algo forzada.

-¿Okay?- asintió el chico dudoso, mientras le daba una mordida a su dona.
Entonces, ni siquiera estoy segura de porqué, pero le hice una pregunta:

-¿No quieres compañía?-
-Pues... A-Así estoy bien... Pero n-no tengo problema...- me respondió Allen, desviando la mirada y con un ligero rubor en sus mejillas.

"Cielos, si sigue así, me iba a dar un derrame nasal." Dije en mis pensamientos, mientras me sentaba a lado de Allen.

En ese momento, pude observar al chico, sólo que esta vez, con lujo de detalle.
Sus ojos celestes, que hacían énfasis con sus cabellos rojizos, sus pecas repartidas en todo su redondo y pálido rostro.

-¿Y... Dónde está tu almuerzo?- preguntó de pronto, al ver que yo simplemente me había sentado en la banca sin nada...

-Eh... Ya comí un poco, un yogurt natural y una manzana- le respondí.
Aunque la manzana me la había comido a medias, debido a la petición de Dante.
Sin embargo, no me iría del salón y desperdiciaría un momento con Allen por media manzana o una petición.

-¿Q-Quieres un poco de sandwich?- volvió a preguntar Allen, ofreciéndome su sandwich de jamón con queso.

-Pues...- dije pensativa, ya que no deseaba quitarle la comida que tanto estaba disfrutando. Pero tampoco podía decirle un simple y llano "No".

-Claro, me encantaría- sonreí, mientras tomaba un pellizco del sandwich, para luego comérmelo.
Estaba delicioso.

-¡Está muy bueno!- exclamé cuando terminé de comer el trozo.
Ese fue uno de los sandwiches que realmente me gustó en mi vida.

-L-Lo hizo mi mamá...- me comentó Allen, con una tenue sonrisa en el rostro.

-Qué suerte tienes... Hehe- opiné, ya que a diferencia de él, mi madre era un desastre en la cocina.

-¡Ah! ¡Por cierto...! Mi nombre es Amaya, un gusto- me presenté, con una amplia sonrisa.
Sólo que cuando él estaba a punto de decirme algo, sonó el timbre, indicando el final del receso.

"Maldita campana, ¿Por qué sonaste ahora?" Pensé, algo molesta.

-Parece que el receso terminó... Gracias por la comida, Allen- agradecí, intentando ser educada.

-N-No tienes nada que agradecer- dijo el chico pelirrojo, con las mejilas sonrojadas.

Me gustan los Chubbys... Como TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora