“Yo con frecuencia hablaba de salir al mundo, de conocer lugares, de hablar con muchas personas, de no tratar de entender los puntos de vista de otros sino de librarte de la pesada carga que es querer tener la razón todo el tiempo. Y escribía cosas para darme aliento, era como mi terapia, yo soy de esas personas que no se suele burlar de los sueños de otros. ¿Saben? La mayoría de las personas que conocí le hacían creer al mundo que eran seguros, tenían buenos disfraces, en el fondo estaban dañados, subestimaban su potencial y vi a muchos resignarse o como otros llaman “madurar" y es triste conocer personas que dejan de hacer cosas bien chingonas porque a veces les falta una palabra que los motive. Tampoco digo que creer en uno mismo sea fácil, la mayor parte del tiempo estás aprendiendo a no tomarte nada personal y a trabajar en tu convicción. Yo soy uno de esos pendejos que se atrevió a creer en la grandeza que vive en cada uno de nosotros”