Isak camina recorriendo los pasillos de la mansión Næsheim hasta la biblioteca. Faltaban pocos días para que comenzara las clases en la universidad y quería estar lo más preparado posible para poder dar todo de sí. Obviamente contaba con los mismos nervios que había sentido cuando le dijeron que había sido aceptado para la beca, solo que esta vez estaban intensificados al triple. Realmente tenía mucho miedo de fracasar en lo que se proponía, se había matado estudiando, repasando, horas de sueño perdidas, cafés y uno que otro llanto y frustración combinados con el incipiente deseo de abandonar la carrera. Aunque claro, sus padres no se lo permitirían y su orgullo tampoco.
Se acomodó en una mecedora al lado de la ventana. El día estaba soleado pero con una ventisca fresca realmente agradable; había sacado, de uno de los estantes, un libro que le había llamado la atención, se titulaba Crónicas Marcianas. Un libro escrito por el estadounidense Ray Bradbury el cual narraba la llegada a Marte y la colonización del planeta por los humanos, además de ello también trataba del racismo, la guerra y impulso autodestructivo del hombre.
Era una serie de relatos relativamente entretenidos, interesantes y a la vez melancólicos que abarcaba todo lo que tenía que ver con la ciencia ficción; uno de sus subgéneros favoritos.
A la vez que leía pausadamente, balanceándose tranquilamente en la mecedora, desviaba los ojos cada cierto tiempo hacia la ventana observando la entrada de la mansión que seguía siendo custodiada por los mismos hombres fornidos de negro.
Pensó, con ironía, que no hacían bien su trabajo pues el misterioso chico llamado Even podía salir y entrar cuando quisiera sin que ellos se percatasen. Y de nuevo, volvía a pensar en él sin siquiera preverlo.
Sin embargo, dejó de lado todo aquello y siguió leyendo tranquilamente el libro entre sus manos.
Al llegar la medianoche se colocó el pijama y se deslizó debajo de las sábanas y el acolchado. Durante la tarde había estado repasando los resúmenes que había hecho, y se había tomado unas dos horas de descanso que había aprovechado para hablar con sus padres en Noruega. Ellos se oían demasiado emocionados con respecto al inicio de clases, le habían deseado buena suerte y le habían enviado buenas vibras animándolo a no decaer y que, si se esforzaba, llegaría a cumplir lo que tanto deseaba.
No había visto a los dueños de casa en lo que restó del día, la servidumbre no era tan sociable y solo cumplían su trabajo sin dirigirle la palabra a menos que sea necesario pero nunca perdiendo el respeto.
Después de media hora sin poder conciliar el sueño, sintiendo un repentino escalofrío a causa de la fría noche, se puso de pie colocándose una bata negra de algodón para cubrirse del frío. Acomodó un poco la desordenada cama y salió de su cuarto en dirección a la biblioteca.
Quizás estaba tan atareado con el estudio que el mismo le había quitado el sueño por completo. O capaz era otra razón que desconocía, pero solo quizás.
Al llegar encendió la lámpara que se hallaba en una mesa de luz al lado de la ventana y simplemente agarró el anterior libro que estaba leyendo, volviendo a acomodarse en la mecedora y encogiéndose en ella.
Estaba tan sumergido en su lectura que casi fue imperceptible el momento en que la puerta se abría lentamente y una sombra pasaba rápidamente perdiéndose entre los estantes en el fondo de la habitación. La tenue luz de la lámpara no lograba alumbrar lo suficiente por lo que no podía distinguir bien el fondo del cuarto.
—¿Aaron? ¿Brianne? — preguntó dejando el libro en la mesa de luz, con el separador puesto.
Se acomodó en la silla, bajando los pies y poniéndose las pantuflas. Se puso de pie acomodándose la bata, abrazándose así mismo y caminó hasta los estantes. Por la poca -casi nada- luz que había notaba una sombra realmente alta, estaba seguro que era un hombre.
—¿Aaron? — repitió, ladeando levemente la cabeza.
La persona se dio vuelta rápidamente y se acercó a él.
—Wade... —suspiró. —¿Qué haces aquí? Es tarde.
—¿Que haces tú aquí? — comentó tajante.
—No podía dormir.
—Será mejor que te vayas a tu cuarto, Isak.
—Tú no me mandas. — masculló. — Escucha... estoy harto de tu mal trato hacia mi. No te he hecho nada, intenté ser amable contigo pero siempre estás a la defensiva y me has tratado horrible. No me conoces, no sabes quién soy o como soy así que deja de molestarme y aléjate de mi.
El chico frente a él se quedó mudo, simplemente observándolo fijo con las manos apretadas en puños. No dijo nada en todo ese momento e Isak comenzó a preguntarse de dónde había sacado tanto valor para enfrentarlo porque después de todo Wade lo intimidaba demasiado con su porte alto y fornido.
Después de lo que le pareció una eternidad Wade se fue sin decir ni una sola palabra, pasó por su lado chocando su hombro contra el de él. Isak minutos después se percató que estaba conteniendo la respiración y el leve pinchazo en su costado izquierdo lo despertó de su ensoñación.
Suspiró fuertemente y cuando estaba por volver a acomodarse en la mecedora un leve susurro lo obligó a quedarse completamente paralizado.
—Isak...
Sintió de repente una oleada de calor. Con el rostro caliente se dio media vuelta. —¿Even? — murmuró temeroso.
Caminó con pasos inseguros hasta el segundo estante, observando -nuevamente con la poca luz- un acolchado en el piso y en él una persona sentada.
—Hola... — susurró el chico medio sonriendo.
—Eh... ¿estás durmiendo aquí? — preguntó extrañado y levemente incómodo.
—Si.
El chico se movió un poco, corriéndose hacia un costado y dejando un lugar en el acolchado en el piso. —No me sentía cómodo en mi habitación. —palmeó la tela del cobertor, invitándolo a sentarse a su lado.
Con inseguridad tomó lugar al lado de él. —¿Por qué en la biblioteca? — rió apenas.
—No lo sé, es tranquilo aquí — comentó apoyando la espalda en el estante. —, además las otras habitaciones como no están siendo utilizadas están llenas de polvo y soy alérgico a él.
Isak pudo notar la media sonrisa que se asomaba en sus labios y sonrió él también con la sensación de incomodidad yéndose lentamente. — ¿No tienes frío? —preguntó al ver que solo tenía puesta una remera manga corta, un pantalón y los pies cubiertos por unos calcetines blancos.
—Un poco — respondió sorbiendo la nariz.
Isak se apresuró a quitarse la bata. —Ten. — se la ofreció mientras se acomodaba la camisa del pijama.
Even dudó un poco en aceptarla pero finalmente lo hizo, al colocársela pudo sentir el calor que había quedado del cuerpo de Isak en la tela y sonrió complacido.
—Gracias.
E Isak solo atinó a sonreirle en la oscuridad.
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Hermético © (Evak)
Fanfiction«El amor no tiene cura, pero es la cura para todos los males» - Leonard Cohen × Publicada: 18/12/16 × A.U × Historia inspirada en los personajes (Isak&Even) de la tercera temporada de la serie noruega SKAM. Copyright © ghostelines ...