Hermético © (Evak)

Capítulo 02

Isak se removió por quinta vez en la noche sobre las sábanas que cubrían el colchón. No podía dormir a causa de la ansiedad que había comenzado a atormentarlo hacía unas cuantas horas.

Luego de haber desempacado y haber tenido una cena un tanto agradable con los dueños de casa en el salón principal, había regresado a su habitación con la intensión de tomar una larga ducha para así, quizá, quitar un poco el cansancio que cargaba en sus hombros. Y finalmente cuando vio la oportunidad se deslizó bajo el acolchado que le brindaba un suave calor acogedor, no pudiendo dormir en las siguientes cuatro horas.

No sabía con exactitud el por qué de su repentina ansiedad que no lo dejaba conseguir aunque sea unos cuantos minutos de sueño.
Y refunfuñando, cansado y con molestia, Isak, refregandose los ojos, se levantó con pereza arrastrando los pies de manera vaga hacia la puerta.

El pasillo era alumbrado por un enorme candelabro de focos amarillos que colgaba sutilmente desde el techo. El inmenso corredor se encontraba vacío y no había ningún indicio de que algún alma vagara por allí, a excepción de él.

Soltó un bostezo que había salido con el esmero de conseguir una pastilla para dormir mientras se dirigía a la cocina. Sus pies descalzos podían sentir el frío abrumador que la madera del piso desprendía, casi como un hielo, como si quisiera quemarle la piel.

Isak llega con pereza hasta la cocina, tropezando con sus propios pies hasta la alacena. Sacando de allí lo que parecía ser una fuente de cristal repleta de medicamentos.

Le tomó cinco minutos en encontrar el medicamento adecuado y aferrando los dedos a un vaso con agua se dio media vuelta dispuesto a volver a su habitación.

Un chillido se escapa de lo mas profundo de su garganta, cerrando los ojos con fuerza y temblando de pies a cabeza, sintiendo el corazón latirle ferozmente, golpeando con fuerza su caja torácica.

—¡Dios, Wade! —Isak exclama, dirigiendo los ojos cargados de miedo al hombre frente a él. —Me has asustado, maldito estúpido.

Escupe con desagrado ante tal acto que lo había hecho gritar como una niña. Suspira llevándose la mano a la frente, pasando los dedos temblorosos con suavidad por ésta.

Isak observa con detenimiento al joven frente a él, éste mantiene una pose encorvada con el gorro de su sudadera puesta y una bufanda cubriendo la mayoría de su rostro y sus manos escondidas bajo los bolsillos de su chaqueta.

—¿W-Wade...? —Isak susurra al momento en que su ceño se frunce y unos cabellos dorados se asoman por el gorro del chico.

El muchacho frente a él ríe y se voltea, abriendo los brazos. Isak puede notar las cicatrices que cubren la piel de sus manos blanquecinas.

—Tobías~

Hace un llamado con la voz ronca, robandole una mirada de soslayo.

—Even te va a encontrar, Tobías.

Isak se pregunta si el chico frente a él puede sentir las palpitaciones de su corazón acelerado y una oleada de miedo lo golpea de repente.
El muchacho sigue observando hacía la pared, extendiendo los brazos a los costados de su cuerpo.

—¿Isak?

Wade aparece de repente e Isak frunce el ceño, cegado del miedo.

Wade parece sorprendido ante la presencia del muchacho que ríe en susurros. Se acerca a él y lo agarra de los hombros.

—Isak largate de aquí —Wade masculla entre dientes.

—¿Eh?

Isak parece confundido y observa la escena ante él, el joven que Wade sostiene con fuerza comienza a gritar.

—¡Tobías! ¡Tobías! ¡Ella está buscandote! —grita y de repente comienza a sollozar.

—¡Isak vete de una vez! —Wade grita furioso.

Isak se sobresalta y el vaso al cual se aferraba se desliza de sus dedos, estrellándose en el piso, rompiéndose en miles de pedazos.
Corre torpemente hacia las escaleras, observando de reojo la escena que se presenta detrás de él.

—Tranquilo —Wade abraza con fervor el cuerpo en el piso del chico. —, todo estará bien.

Isak, observando por última vez al muchacho, puede notar sus ojos celestes inundados de lágrimas, causandole un extraño sentimiento incómodo que se asienta en su pecho.

Y sin decir ni una palabra más, corre tropezando hasta encerrarse en su habitación.

××

A la mañana siguiente cuando Brianne, Aaron, Wade e Isak desayunaban, Isak podía sentir las pesadas miradas que Wade le dedicaba a cada minuto.

Sabía que había presenciado algo que el castaño no deseaba que supiera. Pero realmente él no había tenido la intención de presenciar nada. Deseaba no haberlo hecho.

Isak observó de soslayo a Wade, éste limpiándose la boca con la servilleta apoyó la espalda en la silla.

—Él ya lo sabe, Aaron. —pronunció irónicamente. — Solo espero que se mantenga alejado de él. Y que no se meta en donde no le incumbe —masculló.

Isak apretó los labios observando la expresión sorprendida de Brianne y Aaron.

—Wade... —susurró la mujer.

—Mi oferta sigue en pie —comentó con voz firme —, puedo llevarmelo conmigo, podemos salir del país. Él estará bien conmigo.

—Wade tu ya sabes nuestra decisión. Él se quedara aquí, no puedes cargar con él para toda tu vida. — Aaron se mostró molesto.

Wade frunció el ceño y se puso de pie de un salto.

—¡Él no es una carga para mí y tú más que nadie lo sabe! — exclamó casi ahogándose con sus propias palabras. —¡Entiende que él me necesita! ¡Y la presencia de este solo lo alterará aún más!

Wade dirigió sus ojos a la temblorosa silueta de Isak, su oscura mirada parecía expresar todo lo que estaba aguantando gritárselo.

—¡Wade ya basta! — Brianne exclamó molesta. — ¡Sé que él es todo para ti, pero eso no te da el derecho de dirigirte de esa manera tan desagradable a Isak!

—Wade será mejor que te vayas — las palabras salieron entredientes por parte de Aaron.

El castaño apretó los puños, levantando la mano señalando con el dedo índice a Isak.

—No dejaré que te acerques a él, maldita escoria.

Isak bajo la cabeza ante tales palabras dirigidas, sintiendo la impotencia llenarle el pecho al no tener el suficiente valor para responderle.

No sabía en qué se había metido.