En todo el camino permanecí callado y estático no podía creer aún lo que pasaba, pero una sensación en mis entrañas me indicaba que aún faltaba mucho más.
--¿A dónde nos llevan? --Preguntó Mónica, casi en forma de susurro. Podía notarse el miedo en sus ojos.
--A otro lugar, es más bonito y tienen cosas divertidas. -- Dije dándole una sonrisa, pero uno de los soldados que hacían guardia se percató de mis movimientos y enojado me obligó a callar.
-- Una más y te mato. -- Dijo con una enorme seriedad, asentí con mi cabeza, apenado y abracé a Mónica para que no llorara más.
Al llegar a aquél lugar, supe que había errado en mi idea mental, la verdad, era un lindo lugar, no era lo mejor, pero al menos era una comunidad. La voz de uno de los oficiales nos aturdió repentinamente.
-- ¡Bajen ya! O los bajaremos a disparos, no son nada más que basura. --Dijo mientras rascaba su asquerosa papada.
Nos apresuramos a salir antes de provocar otro desastre.Una vez todos en el suelo, el camión se fue velozmente. Y logré apreciar que había muchos más chicos y chicas que en el aeropuerto. A lo lejos, 5 personas se aproximaban a nosotros y rápidamente los soldados que nos escoltaron nos hicieron hacer un pelotón. Rectos y con la frente en alto mientras ellos se acercaban.
--¡Atentos! --Gritaron y aún por lo poco que sabía del ejército supe que teníamos que mantener una postura firme y recta. Le indiqué a Mónica hacer lo mismo y siguieron las palabras de los sujetos quienes ya estaban frente a nosotros.
--Bienvenidos sean ustedes a Klartonville. --dijo irónicamente y luego de una pausa continuó su discurso. --Oh, disculpen mi desatención, mi nombre es Tomas Hardman, presidente soberano de Antola. Dueño del país y por consecuente, de sus habitantes. Sí, como lo han oído, ustedes de ahora en adelante son mi propiedad, así como sus padres, tíos, abuelos. ¿Alguien no ha entendido aún? Levante la mano, por favor.-- Dijo, viendo a la multitud frente a él. Un chico de no más de 13 años levantó la mano en señal de no entender.
--Muy bien chico, acércate, yo te explicaré-- dijo dulcemente. Mientras el chico de aproximaba acompañado de 2 guardias.
-- Dime, ¿Cuál es tu nombre?. --exclamó mientras saludaba con la mano al pobre chiquillo.--Frank, m-me llamo Fra-Frank, señor. --Dijo tartamudeando.
-- ¿Así que Frank, no? Dime, ¿qué no entiendes?-- Dijo decargando una perturbadora mirada sobre el chico.
--¿Qué han hecho con nuestros padres? --Dijo aún tembloroso.
--¿Tus padres?--Comenzó a reír, continuó hablándole no sin antes ver a la multitud que había frente a él, no menos de 200 personas que vivían en el recinto.--Te puedo dar la oportunidad de verlos, si quieres.-- Expresó con voz de compasión.
--Claro, señor. Por favor.--Suplicó el chico cayendo de rodillas por el temblor de sus piernas.
--Si eso quieres, eso tendrás-- dijo mientras sacaba de su traje una pistola plateada y apuntaba justo en la frente al muchacho. Se oyó un grito colectivo y un silencio horrible precedió a las palabras de Mr. Hardman.
--Diles que Hardman les envió saludos, imbécil.--dijo mientras jalaba el gatillo una y otra vez. Explosión tras explosión el rostro del muchacho se convirtió en una masa repulsiva de sangre y sesos.
--Si alguno de ustedes, estúpidos animales pregunta algo de nuevo, no tendré problema en matarlo. Sea lo que sea que hagan.-- dijo antes de marcharse.
Los otros cuatro sujetos parecían ser sus guardaespaldas. Luego de la aterradora escena, nos indicaron nuestra casa y a otros les dieron herramientas para limpiar los restos de aquél muchacho.
--Báñense, alisten sus cosas y a las 4 de la tarde se hará una reunión en aquella esquina.-- Dijo uno de los guardias señalando el que parecía ser el centro de la comunidad donde estábamos. Todos comenzamos a caminar buscando las casas, todas eran grises y estaban marcadas con un número y una letra en color negro. La nuestra era 22-F, seguimos caminando y al final la encontramos. Entramos rápido y ahí encontramos un sobre y una caja sobre una mesa en lo que parecía ser un comedor.La casa era medianamente grande, habían 5 salas y 3 dormitorios. Quizá por ser dos nos estaban dando una casa así de grande. Era de un color beige demasiado pálido y amueblado con los muebles más viejos que encontraron. Subí las escaleras de madera para observar los cuartos superiores, mientras que Mónica se quedaba en la sala.
--Yo no quiero dormir en una habitación separada a la tuya.--me decía con la dulce voz que la representaba.
--Claro que dormirás en mi cuarto.-- dije y la abracé fuertemente.Cada cuarto tenía su baño propio y una cama, una mesa se noche y un escritorio con su respectiva silla.Aún había espacio para poder poner otra cama así que no nos preocupamos. De tanto nerviosismo habíamos olvidado lo de nuestros padres y la verdad, me parecía bueno, así Mónica no lloraría por ello. Nos acostamos en la cama y empezamos
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Antola. [Libro #1]
AdventureLas cosas no siempre salen de la mejor manera. Eso fue lo que Carl Morrison aprendió en un duro día de vacaciones, cuando todo lo que conocía de la vida cambió en unas horas. Ahora su única esperanza es huir de Antola, junto a su hermana; conoci...