Capítulo XI: Problemas de almacenaje.

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La rutina continuaba día con día, después del colegio, a la casa, un poco de descanso, ducha, trabajo, los objetos escondidos, dormir, y de nuevo el día siguiente. Así pasaron 2 semanas, ya habíamos almacenado alrededor de 15 kilogramos de ropa y muchas herramientas y latas de comida, todas las cosas estaban almacenadas en la habitación vacía, habíamos previsto alguna invasión a la casa por parte de los guardias, por lo que hicimos un hueco, levantando uno de los grandes y viejos tablones de madera que dejaban un escondite perfecto para todo, mientras estuviera sellado correctamente, la humedad se quedaría fuera.

—¡Despierta, Lezka, se hace tarde! —Dije a su puerta mientras la golpeaba un poco.

—En un momento. —Dijo aún con voz de no quererse levantar de la cama.

Bajé a la cocina y empecé a preparar un poco de cereal que habíamos contrabandeado, leche, chocolate y listo, Mónica atendió a mi llamado luego de un par de minutos, su estómago gruñía y vi como sus ojos me miraban con felicidad, nos sentamos a comer y luego de un rato llegó Lezka, con sus rojos cabellos aún enredados.

—¿Qué hay para mí?—Preguntó mientras se rascaba la cabeza en síntoma de confusión.

—Te hice cereal, está sobre la cocina, la leche está caliente aún, tiene un poco de chocolate, sé que te gusta así. —Añadí viéndola a los ojos.

—Muchas gracias. —Agradeció emocionada y se acercó a tomar un poco de cereal, luego de ello tomó asiento junto a nosotros.

—¿Qué nos entregarán ahora?—Pregunté mientras ella seguía comiendo.

—Han pasado 2, 4, 6, 8... han pasado ya 15 días desde que empezamos esto, ya sería momento de irlos a guardar al escondite. —Dijo casi desinteresada.

—¿¡Escondite!?—Exclamé sorprendido.

—Si, tenemos un rincón donde guardamos las cosas para ir a la cabaña y guardar las cosas. —Dijo mientras jugaba con su comida.

—¿Iremos ahora?—Preguntó Mónica un poco confundida.

-Sí, iremos ahora. Pero tú te quedarás, es muy peligroso, linda. —Añadió Lezka antes de irnos todos a bañarse antes de la escuela.

El día en la escuela no era nada fuera de lo normal, las clases seguían igual de aburridas, Joel había dejado de verme con tanto odio, pero aún sentía su mirada asesina sobre mí, mientras Marcus era una persona totalmente diferente. No había mucho que hacer más que escribir lo que nos decían, había rumores de que implementarían electrochoques para los alumnos que no cumplieran con sus deberes.

Llegó la hora del almuerzo y todos nos reunimos en el mismo lugar.

—Hoy es el día. —Dijo Cinthya entre dientes para no ser vista.

—Haremos una ruta para encontrar el mejor camino, Steven dice que harán una revisión en los habitáculos desde el 16-E hasta el 20-F en las sendas 1 hasta la 33, tenemos solo mañana para poder escapar con nuestras provisiones. —Decía Marcus mientras movía su dedo sobre la mesa.

—Los guardias aún siguen muy desesperados por lo sucedido anteriormente. —Dijo Johanne con un aire de nerviosismo.

—No te preocupes, no pasará nada, verdad, Carl. —Dijo Joel mientras me apuntaba con una alita de pollo de su bandeja.

—No pasará nada. —Dije seco y serio, él cambió su mirada de burla a pena y siguió comiendo sin interrumpir los planes.

—Nos veremos en la casa de Carl a las 9 de la noche y de ahí tomaremos esta ruta. —Dijo Lezka mientras sacaba un pequeño mapa marcado con un lapicero de un rojo color vivo.

Todos asintieron en el justo momento que la campana sonó, el día pasó muy rápido y de un momento a otro, el trabajo había terminado, era, junto con Lezka y Christian el único que estaba caminando con rumbo a casa.

Alrededor de 30 minutos después, los chicos restantes aparecieron y con ellos, un poco más de provisiones, además de ropa negra y pasamontañas.

—¿Para qué el pasamontañas?—Pregunté desconcertado.

—Así tu piel y ropa se camuflará con las sombras. —Explicó Marcus mientras hacía ponerme el pasamontañas.

—Marcus y yo tendremos armas, llevamos cargamento muy preciado y nos querrán asaltar si nos ven en el medio de la noche. —Dijo amargado Joel.

—Los guardias no estarán en toda la noche, es un campo de guerra ahí afuera. —Añadió Cinthya mientras analizaba a todos en la sala mirando aún con rabia a Joel y sonriendo cuando pasó frente a Lezka y a mí, tomados de la mano.

—Ve a sacar todas las cosas. —Demandó Joel con arrogante tono.

—A ver, debilucho, primero no le hables así a mi amiga. —Gruñía Cinthya mientras ponía su dedo en su frente y continuaba. —Y segundo, no eres nada para estar mandado como quieres, ¿Entiendes?

—Sí. —Dijo molesto.

—¿¡Entiendes!?—Dijo molesta y preparando el puño para golpear a Joel.

—Si, señora. —Contestó con un poco de miedo.

—Así me gusta, cual perro faldero. Ahora, ve a prepararte para salir, no quiero que nos descubran por ti. —Dijo mientras nos acompañaba a empacar las cosas en unos morrales igualmente negros.

Estando todo listo, cada quien llevaba sus provisiones, me despedí de Mónica y salimos con 2 minutos de margen uno del otro.

Por media hora caminamos por las calles vacías de Klartonville, a lo lejos, una borrosa silueta voluptuosa nos esperaba, el típico cuerpo de los obesos guardias que a falta de correr disparan ante la menor oportunidad.

Nos acercamos a él sigilosamente, entre las sombras parábamos cada poco tiempo, al llegar a la última calle antes de aquella silueta, 4 personas saltaron con cuchillos en sus manos, Marcus y Joel dispararon al tiempo que los atacantes corrían hacia nosotros, de un tirón arrancaron a Lezka de mis brazos y yo al ver a quién lo hacía, golpeé su rostro, rompiendo su nariz, este cayó al suelo y seguí golpeándolo hasta dejarlo inconsciente, no pude medir mi temperamento y en un momento ya tenía a todos encima de mí, tirando de mis hombros y gritando, no lograba entender lo que decían, al ver el desfigurado rostro del sujeto, me levanté de golpe.

—¡Ya está muerto!—Gritó Johanne mientras tapaba su boca por la impresión de aquella escena.

—¿¡Qué hiciste!?—Preguntó Joel mientras me miraba extraño.

—¡Vámonos, rápido!—Dijo Marcus dejando atrás a los cadáveres de aquellos chicos mientras la silueta corría en dirección contraria. Las sirenas anunciaban la llegada de los guardias y corrimos lo más que pudimos, hasta llegar a nuestras casas.

—¿¡Qué te pasó!?—Dijo Mónica espantada.

—Iban a matar a Lezka, no podía permitirlo. —Dije mientras me miraba las manos llenas de sangre.

Los azules ojos de Lezka aún tenían la pupila muy contraída y parecía en estado de shock, no era para menos aquella escena, aunque no recordaba nada de eso.

—Me iré a dormir. —Dijo seca Lezka, mientras se dirigía a su habitación, yo por mi cuenta subí a ducharme, mientras aún se oían las sirenas de las patrullas, ahora tenía que esconder las cosas en el lugar menos pensado. Aún tenía sangre sobre mi ropa.

En menos de 15 minutos, un golpe en la puerta me alertó, se oyeron fuertes pasos.

Habían llegado.

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⏰ Last updated: Jan 22, 2017 ⏰

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Antola. [Libro #1]Where stories live. Discover now