Capítulo VIII: Nuevas Caras.

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Esperé paciente a que pasaran las primeras dos horas para bajar por el receso, quería hablar con Lezka y quizá conocer a los demás fugitivos.

-Se les dará una serie de indicaciones antes de la clase. -Dijo la misma señora que el día de ayer nos había asignado un salón. Supuse que era la rectora de las aulas mayores. -Como bien deberían saber, desde ahora en adelante sus estudios terminarán a las 13:00 horas, pero esto no significa que ustedes, bola de inútiles, dejen de hacer sus actividades diarias. -Hizo una pausa tratando de recordar y mientras lo hacía, dejaba ver su horrible dentadura. -Oh, si. Ayer capturamos a 5 jóvenes que planeaban huir del recinto, ¿Quieren saber que les pasará si intentan huir? -Preguntó pero ninguno de los chicos hizo un solo sonido si es que alguien moviese un músculo. -Así me gusta, estúpidos. Hoy a las 14:00 horas se les convoca en la plaza central, donde se llevará a cabo la ejecución. Se pasará lista y si alguno de ustedes no asiste, serios problemas tendrán. -Dijo con voz amenazante mientras se marchaba.

Vi a mi alrededor, todos mis compañeros eran diferentes, algunos de tez oscura, otros pálidos como fantasmas, latinos, asiáticos y rubios comunes. Un chico latino pasaba saliva muy pesadamente y lo vi, él al percatarse dejó de hacerlo. Rápidamente vino a mi mente Lezka y sus amigos, ¿Y si eran ellos?, ¿Y si asesinarían a Lezka?, era imposible.

Empezó la clase y el tiempo comenzó a hacerse más y más lento. Esta vez era sobre como tratar a Mr. Hardman y los niveles de guardias que había. Pasados alrededor de una hora y 15 minutos entró un guardia a interrumpir la clase. Con una hoja comenzó a solicitar.

-John Bradbury, Recoja sus cosas y acompáñeme. Dijo mientras nadie levantó la mirada de sus folios, hasta que lo vi pasar. Era el mismo chico que hace minutos estaba desesperado tragando saliva lo más que podía. Me sentí mal por él pero nadie le tomó importancia.

La clase siguió y comenzaron a hacer preguntas sobre la misma, la profesora señalaba y el señalado debía contestar la pregunta, así pasaron 3 personas antes, y su dedo me señaló. Me hizo la correspondiente pregunta, mientras todos me miraban, pero antes de terminar, otro guardia interrumpió.

-Carl Morrison, póngase de pie. -Palidecí y me sentí débil, todos se vieron a las caras y me levanté de mi silla. Mientras caminaba todos me veían con rostro de compasión. -Recoge tus cosas y ve al salón de la rectora. -Dijo alejándose.

-Amigo, lo siento por ti, buena suerte. -Dijo un chico que estaba a mi lado.

Salí con las piernas aún temblando y al llegar al área de sanitarios, una mano tiró de mi camisa haciéndome entrar al sector femenino.

-¿Pero qué diablos? -Exclamé para después ver que era Lezka.

-Tranquilo, vas a alertar a todos. -Dijo calmándome.

-Tú deberías estar muerta. -Le dije, mientras ella se reía levemente.

-¿Creíste que me habían capturado? -Dijo risueña.

-Si, la verdad, la idea se me hizo aterradora. -Contesté aún pálido. Estuve a punto de tener dos infartos antes del almuerzo.

-Antes de caer cautiva, me mataría. -Dijo mientras mostraba una pistola.

-¡No te acerques! -Dije espantado, ya eras tres veces las que burlaba a la muerte.

-No te preocupes. -Mientras me mostraba que el arma estaba vacía.

-Lo siento, pero debo irme, ya es tiempo que debería estar en la oficina de la rectora, me solicitaron presencia ahí. -Expliqué mientras me dirigía a la puerta.

Antola. [Libro #1]Where stories live. Discover now