Diálogo Séptimo: Metáforas.

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Últimamente no me he visto mucho con Mao. Hemos conversado, eso sí, pero por teléfono, por Skype, por chat. Y no es lo mismo. Se hace tan distante por esos medios... Aunque ese es el chiste. Mao está viajando, al parecer por toda Latinoamérica, promocionando su nuevo libro, "De Una Ciudad Fría" junto con una joven escritora de novelas juveniles que presentó su tetralogía, sus óperas primas en el papel escrito, en la Feria del Libro de Bogotá. Yo, mientras tanto, ando trabajando como auxiliar de archivo en una editorial, la misma que ha impreso los libros de Mao.

Me queda poco tiempo para muchas cosas. Afortunadamente, no tengo pareja, y eso me deja bastante tiempo libre para empezar a escribir yo mismo algunas cosas. Relatos cortos, casi todos basados en las conversaciones que he tenido con Mao, con la chica que me abrió las puertas a su mundo, con mujeres. Al fin entendí qué quería decir Mao esa vez que dijo, no hace mucho por chat: "Las mujeres mueven el mundo de la literatura"

Hace poco salí con una chica de otra universidad. Ojos café, piel blanca, cabello castaño y una sonrisa tremendamente encantadora; todo eso acompañado de una personalidad afable y bellísima que sería capaz de prendar hasta al más frío y osado de los mortales; incluso creo que las divinidades doblegarían su temple ante un carácter tan dulce y una mirada tan profunda. De ella salió un fragmento, que no dudé en confiar a Mao por medios electrónicos. Dice más o menos así:

"Café. No hay acompañante más preciso para los mejores momentos de la vida; no hay mejor complemento para un momento como este. Bajo la tenue luz del crepúsculo y del lugar, he hallado una hermosísima mujer, similar a aquellas ninfas griegas que tanto encantaban a los pobres aedos en su eterno caminar por el mundo. Ninfa de los recuerdos... Mientras suenan canciones conocidas, mientras el café corre por nuestras venas y hace que nuestros ojos brillen curiosos y nuestras manos tiemblen un poco - ¿Será el café, o serán los nervios, el frío de Bacatá tal vez? - Los recuerdos afloran, empujados por la fuerza de la curiosidad y la pregunta.

Curiosidad es lo que esta ninfa de ojos miel y cabellera rizada me genera. Saber cómo se comportará con tal o cuál palabra, en tal o cuál situación, por este o aquél acto... Saber cómo sonríe, cómo se ruboriza, cómo se enoja, incluso cómo se descubre a sí misma en la intimidad... No sé qué le generaré, pues esos ojos que ahora brillan por el café - Y por la luz naranja del atardecer que nos acompaña ahora, bajando por las cuadras empedradas de la Bacatá de antaño - Me ocultan tantas cosas... A pesar de que sus recuerdos también han salido, algunos, aún me quedan muchas incógnitas por resolver. Me pregunto... Si algún día, quizá muy lejano o quizá mañana, logre descifrar a la ninfa que se ha juntado con el café y con el crepúsculo para mostrarme de la vida, de la vieja Bacatá, un cuadro diferente."

-Te estás haciendo muchas metáforas con ella, Mao - Le oigo decir serio, por el celular, días después de enviarle ese fragmento que pienso ampliar en un futuro - Y ya sabes cómo son las metáforas. Sólo espero que no te enamores como yo.

-Eso no lo sé - Respondo mientras organizo varios archivos, adelantando trabajo para mañana - Pero lo que tengo claro es que ya encontré eso que tú decías buscar, Maestro. Encontré motivaciones para escribir algo distinto a unos diálogos con mi escritor preferido.

-No me digas maestro, me siento viejo cuando usas esa palabra, Tocayito - Suena divertido, aunque juro que si estuviera aquí tendría una mueca de desagrado y una sonrisa pícara - Y ni tanto. Deberías leer a Violeta, en serio. Me devoré su tetralogía en cuatro días y es una cosa loca, de no creer. Es una genialidad, casi tanto como tú.

Me echo a reír. Que Mao me halague por mi escritura no es extraño en absoluto, pero que me compare con una escritora de talla internacional es una locura. Me sonrío, entre halagado y compasivo por su poca observación y su poquísima capacidad de análisis en este caso.

-¿Qué tal México? - Interrogo - ¿Mucho picante?

-No - Contesta, algo seco - La verdad he parado para todo, menos para comer algo. Si al caso lo que ofrecen en las ferias. Eso sí, aproveché para fugarme un rato y visitar un par de amigos aquí. Un escritor viejo, que conocí cuando era joven, que me recibió con el semblante cambiado y algo ocupado por el trabajo, y una abogada hermosísima con la que quedé de cenar hoy, luego del cierre de la Feria. Después de eso seguimos hacia el norte, y terminamos en Florida, aunque sí las cosas salen bien, podríamos ir incluso más al norte, tal vez Jackson, Utah e incluso Ottawa, pero no es nada seguro. Más o menos estaré en casa en quince días, un mes a lo sumo.

-Qué bien. Espero que vuelvas pronto, para poder ver lo que tengo que hacer como crítico...

-Señor Quintana, es usted muy serio - Se ríe a través del auricular - Pero supongo que es su trabajo. En fin, espero que al menos me recibas con una póker, un cartón de Marlboro Ice y una invitación a salir, guapo.

-Pierde cuidado, Mao. Buenas Noches, supongo.

-Serán buenas aquí en México, créeme. Suerte con tu ninfa, Tocayo.

Cuelga y me quedo en suspenso. ¿Suerte con tu Ninfa? Preciso en la misma llamada que me advierte, que me dice que tenga cuidado con enamorarme como él, con esa intensidad que le hace brillar los ojos y hablar de una manera dulzona, él que es el tipo más serio, sarcástico y distante del mundo que conozco, hace una metáfora de ese estilo... Vaya. Y aún hay personas que me preguntan... Porqué le admiro tanto.

Diálogos: Vivencias de un EscritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora