Legolas abrió los ojos. Cuando se le aclaró la vista, se quedó confundido. Estaba dentro de una extraña vivienda, pequeña pero acogedora, y no le era nada familiar. Una chimenea estaba encendida al otro lado de la habitación, y por la luz que entraba por la ventana dedujo que era por la tarde.
Al intentar moverse, se dio cuenta de que no podía. Tenía encima una montaña de mantas, formando una especie de capullo a su alrededor. Giró la cabeza hacia un lado y entonces siseó. La cabeza le dolía muchísimo, como si le estuvieran dando martillazos. Cerró los ojos y rezó para que el dolor disminuyera, pero ahora que estaba consciente no hacía más que aumentar.
De pronto alguien entró en la habitación y se acercó a la cama. Una mano le tocó gentilmente la frente, mientras otra le acarició el pelo. Legolas abrió los ojos y vio la cara amable de una mujer.
"¡Estás despierto! ¡Oh, dios mío! –Gertha abrió los ojos como platos al ver los plateados del elfo-. ¡Hasmon! ¡Ven rápido! ¡Se ha despertado!"
Gertha le quitó varias mantas de encima y le dejó solo una.
"Tu temperatura ha vuelto a la normalidad, gracias a dios. Estabas casi congelado cuando te encontramos."
Legolas la observaba con cautela y, desde que pudo moverse, se sentó y retrocedió hasta que apoyó la espalda en el cabezal de la cama. Se puso aún más alerta cuando un hombre enorme entró en la habitación y se cubrió el cuerpo desnudo con la manta que tenía. Entonces preguntó, con la voz temblorosa.
"¿Qui... quiénes sois? ¿Dónde estoy?"
La mujer le sonrió.
"Soy Gertha. Y este es mi marido, Hasmon. Estás en nuestra casa."
Legolas se quedó aún más confundido. ¿Por qué estoy en la casa de unos humanos?
"¿Cómo... llegué hasta aquí?"
El hombre se acercó y Legolas se las arregló para no estremecerse de miedo. ¡El hombre es enorme! Pero parece amable, como su esposa. Creo que no soy su prisionero.
"¿Recuerdas algo de lo que pasó?" –preguntó el hombre gentilmente.
El príncipe parpadeó. ¿Qué pasó? ¿Recuerdo lo que pasó? Varias escenas le vinieron a la mente. Se acordó de un tigre... una lucha... un acantilado... el río... pero no le encontró sentido a nada.
"... El río..." –dijo en voz alta sin darse cuenta.
"Eso es. Te encontramos en la orilla del río, inconsciente. Así que te trajimos con nosotros" –explicó el hombre.
Legolas lo miró, confuso. ¿Cómo acabé en un río?
"¿Cómo te llamas, querido?" –preguntó Gertha.
El elfo se volvió hacia ella. Cada vez que se movía le dolía más la cabeza.
"Soy... me llamo... Les... err... Las –se obligó a callarse para pensar. ¿Por qué es tan difícil acordarme de mi nombre? Se frotó la frente, concentrándose mejor. ¡Legolas! ¡Eso es! ¡Ese es mi nombre!- Me llamo Legolas –dijo en voz baja, aliviado por algo tan trivial.
"¿Legolas? Qué nombre más bonito –Gertha sonrió-. ¿Qué te pasó, Legolas? Estabas a punto de morir cuando te encontramos."
El príncipe volvió a quedarse en silencio. Los detalles se le escapaban. Solo recordaba pequeñas imágenes inentendibles. Se esforzó más en recordar, cerrando los ojos e intentando ignorar el dolor que aumentaba con su perseverancia.
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Tigre, Tigre
FanfictionVarios cuerpos han aparecido en las lindes del Bosque Negro. ¿Será culpa de la nueva mascota de Legolas?