Capítulo 11

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Legolas insistió en acompañarlos.

"¡Estoy bien! ¿Ves? Estoy curado. Y tengo que resolver las cosas con esa bestia. ¡Todo lo que ha pasado es por su culpa!"

"¡Pero ni siquiera tienes tu arco o las espadas!" –Keldarion no veía la forma de prohibirle ir con ellos al pueblo.

Legolas puso los ojos en blanco y cogió el arco y el carcaj del soldado que tenía al lado.

"¡Listo! ¿Contento?"

Keldarion lanzó las manos al aire, exasperado.

"¡Está bien! ¡Pero como vuelvas a herirte me ahorraré el esfuerzo de curarte y te daré de comer a la bestia!"

Con eso, el príncipe heredero se alejó para dar algunas instrucciones de última hora a los guerreros que ya estaban subidos en sus caballos. Legolas sonrió, satisfecho, y se dio la vuelta para mirar a Tigre, que olisqueaba el cadáver que estaba tirado en medio del patio de Hasmon. Era Darco. El hombre había venido desde el pueblo, sangrando por muchas heridas que le había causado el tigre. Justo antes de morir, se las arregló para decir:

"... ayuda... tigre... atacado..." –y luego se cayó de su caballo, muerto.

Tigre gruñó y miró a Legolas.

"Amigo, tú no vas a venir con nosotros. Quédate con Hasmon y Gertha –Tigre rugió en forma de protesta, pero el príncipe suspiró-. Lo digo en serio, Tigre. Quédate aquí."

"Legolas –Gertha se le acercó, con Hasmon a su lado. La mujer lo observó con detalle, deteniéndose en sus túnicas verdes y marrones y en las suaves botas. Ahora sí que parecía un príncipe. ¿Cómo no me di cuenta antes?-. Ten cuidado."

Legolas sonrió.

"Lo haré, Gertha. Lo prometo –entonces miró a Keldarion, que se estaba subiendo a su caballo-. Mi hermano y los guardias no dejarán que me pase nada –después se giró hacia Gandalf, que se había ofrecido a quedarse con la pareja por si al otro tigre se le ocurría pasar por ahí-. Mantenlos a salvo, amigo mío."

Gandalf asintió.

"Lo haré, Legolas."

El príncipe se montó en el caballo negro del mago, pero antes de que Keldarion diera la señal para partir, Tigre rugió repentinamente y salió corriendo hacia el pueblo.

"¡Tigre! ¡Vuelve!" –gritó Legolas, alarmado.

Gruñendo, molesto, Keldarion exclamó.

"¡Hacia el pueblo!"

Los elfos miraron a su alrededor, horrorizados

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Los elfos miraron a su alrededor, horrorizados. El pueblo era un desastre y el silencio era sobrecogedor. Estaba lleno de cadáveres y estaban todos mutilados. La sangre lo cubría todo, pero extrañamente no había ni rastro del tigre.

Tigre, TigreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora