Capítulo 9: Por haber desobedecido

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No aguanté más y rompí a llorar. Sally levantó la cabeza y me miró, dejando el cepillo de la muñeca similar a ella quieto en el aire. 

- ¿He hecho algo malo?- preguntó, preocupada.  

- No... No... Tú... Tú no has hecho nada, Sally...- sollocé, apretando los ojos y cerrando aún más el abrigo sobre mi cuello y pecho. A pesar de haberme puesto el vestido, me había tenido que poner un abrigo largo "cortesía" de Slender para que las chicas no se volvieran locas, en especial la pequeña Sally. Los chicos sabían perfectamente lo que ocurría, pero las chicas creían que me había dado frío, simplemente. Las había logrado convencer. 

Pero, un rato después de las dos horas que estuvieron todos fuera, es decir, las dos horas que estuve en manos de Slender, no pude más y estallé jugando a las muñecas de nuevo con Sally, encerradas en su habitación. 

- ¿Entonces... por qué lloras?- insistió Sally. Siempre que jugábamos ella se ponía a un lado del inmóvil montón de muñecas, el cual nos separaba-. ¿Tienes mucho frío?

- Sí, sí, cariño, es sólo eso... Lloro porque tengo mucho frío...- gemí, secándome las lágrimas. En el gesto, el cuello del abrigo se me abrió y Sally soltó un grito de espanto, provocando que Smile abriera la puerta de un mordisco y la cerrara de vuelta, una vez dentro. Nos miró a las dos, con ojos interrogantes. Este perro tenía más humanidad que todos los demás, a pesar de su horrible sonrisa tallada a lo Jeff. 

- ¿Qué te ha pasado, Luna?- se aceleró Sally, levantándose y quitándome el abrigo de golpe. Otro grito.

- Tranquila, Sally, no es nada, ya se pasará...- probé a convencerla, obviamente, sin éxito alguno. Menuda niña más perspicaz. 

- ¡Tu... Tu piel está...!

En efecto. Lo que le causaba tanto horror, incluso para ser quien era, era mi cuerpo: en el cuello, para empezar, había un enorme mordisco que parecía obra de un lobo, fruto de los afilados dientes de Slender. Pero eso no era lo peor. En los brazos y las piernas tenía moretones, arañazos y tajos, y en la espalda marcas claramente de latigazos. El pecho y el vientre colorados por inumerables golpes. Mi cara era lo único que se salvaba, excepto la mejilla izquierda, donde tenía una marca de tres arañazos. Y todo esto, sin hablar de cómo me jorobaba la entrepierna. 

- ¿Sally, Luna? ¿Qué ha pasado?- preguntaban Nina y Alice, entrando en la habitación. Por supuesto, pegaron un grito en cuanto me vieron. Me limpié el rostro de lágrimas, apretando los dientes cuando la mejilla herida me escoció. 

- ¡Luna! ¿Slender te ha hecho esto?- preguntó Alice, ayudándome a poner en pie. 

- Por favor, no digáis nada. No quiero más problemas- me limité a contestar, dejando clara cuál era la respuesta. 

Ellas, furiosas, me ayudaron a ir a la cocina, donde me dejaron sentada en una silla delante de Slender, quien hacía un solitario como si nada. Los demás, desde el salón a escasos metros (la cocina y el salón están juntos, no hay puerta que los separe), apartaron la vista del televisor y hasta se quedaron de piedra al verme.

- ¿¡Te parece normal esto!?- ladró Nina, señalándome. 

- ¡Pero si está destrozada!- se espantó Jane, entrando en la cocina y acercándose a mí.

- Por haber desobedecido- espetó Slender.

- ¿¡Qué pasa contigo!? ¡Está como recién salida de una Dama de Hierro o algo peor!- lloró Sally-. ¿¡Por qué sois tan malos con alguien tan buena!?

- Esta chica está aquí para cumplir normas y salvar su vida siendo nuestra sirvienta- replicó Slender-. Dijo que no, y he aquí el resultado.

- Chicas, ya basta- interrumpí. Se hizo el silencio-. No podéis hacer nada por mí. No puedo retroceder en el tiempo y regresar con mis padres. No puedo retroceder en el tiempo y volver a llevar mi ropa habitual. No puedo retroceder en el tiempo y dejar mi cuerpo como estaba. Todo eso ha pasado ya, no hay remedio.

Me levanté, caminando mal por culpa de la entrepierna y las heridas, y regresé a la habitación de Sally.

Ni las chicas, ni Smile ni yo salimos de allí hasta la hora de dormir.

N/A: En la foto, una Dama de Hierro. 

Mi vida... entre CreepypastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora