Capítulo 17: ¿Qué haces aquí?

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Cuatro meses llevaba ya con los Creepys, y nada había cambiado salvo el trato: ya no me trataban tan cruel como al comienzo, pero tampoco me tenían como una amiga. Exceptuando, claro, a Smile, Nina, Sally, Jane y Alice. 

- Ah, no, después de lo que pasó con los lobos tú no sales sola otra vez- intervino Slender cuando Sally me pidió pastel de fresas y, de nuevo, dije que tendría que ir a buscar más-. Smile y yo vamos contigo.

- De acuerdo- acepté. Ya empezaban todos a preocuparse un poco por mí, y por fin Slender había retirado la política de que si yo decía "no", sería castigada.

Tras un buen rato de andar entre los árboles, llegamos a los arbustos de fresas, donde un tierno pajarito picoteaba una fresita caída al suelo. Me llevé las manos a las mejillas y sonreí abiertamente, loca de ternura. ¡Era demasiado mono!

- Oye, pequeño, ¿me dejas coger algunas?- pregunté dulcemente al pajarito. Él, por toda respuesta, nos miró y elevó el vuelo. Estaba tan lindo volando, aleteando a la velocidad del rayo entre los árboles, tan...

A Slender le entró un ataque de risa cuando vio mi cara de "¿¡En serio!?" que puse... ¡cuando un halcón atrapó al pajarito y se lo cargó con las garras!

- ¡La cara que has puesto no tiene precio!- se mofaba Slender, doblado sobre sí mismo y llorando de risa. 

- ¡No tiene gracia!- protesté, con una vena latiendo en mi frente. Enfurruñada, me puse a maldecir al halcón por lo bajinis por haberme arruinado el momento. ¡Si iba a comérselo, que lo matara cuando yo no estuviera mirando, maldita sea!

Cogí todas las fresas maduras que encontré y, cuando me puse en pie, Slender me estaba haciendo el gesto de silencio con un dedo sobre, o donde deberían estar, sus labios. Escuché. 

Lo que había alertado a Slender habían sido unos pasos cercanos, claramente humanos, caminando lentamente en un intento de no hacer ruido. Fue en vano.

- Uno, dos, la que oyes soy yo- me puse a cantar, poniendo mi tono "triste" que tanto miedo daba a la gente. Sí, yo también me había vuelto asesina. Llevaba el cuchillo más grande de la cocina siempre enredado en mi pelo, pero con un nudo fácil de deshacer con un tirón del cuchillo. Ya incluso me había convertido en una nueva Creepypasta. Y sí, me llamaban Luna.

Usaba el mismo tono de la famosa cancioncita de Freddy Krueger, pero modificándolo a mi estilo.

- Tres, cuatro, grita más alto. Cinco, seis, échate a correr. Siete, ocho, con mi cuchillo corto. Nueve, diez, ¿ya me puedes ver?

- Aunque estés usando el cuerpo de una chica inocente, sé que te escondes en su interior, Katherine- oí la voz de... ¿¡SAM!?

- ¿Qué haces aquí?- me asusté cuando lo vi aparecer-. Tu ojo derecho...

Ya no era castaño, sino azul cielo. En su rostro se adivinaba un gesto terriblemente maléfico, y supe enseguida que no era mi amigo. 

- Ahora te ocultas, pero sé que ésta es la elegida, Katherine- siguió hablando. Su voz tampoco era la misma: ahora sonaba como dos chicos hablando al mismo tiempo, y la de Sam era la más tenue. De pronto, el mismo fenómeno ocurrió en mi voz. Mi ojo derecho se volvió amarillo y el color verde jade permaneció en el izquierdo. Ambos, Sam y yo, sonábamos como si le estuviéramos hablando a un ventilador.

- Vaya, vaya, vaya. Nunca pensé que tú ibas a reencarnarte también, Samuel- dijo la voz de Katherine, usando mis cuerdas vocales y cubriendo mi voz-. Creí que eras un simple humano.

- Tú también lo eras hasta el accidente- replicó Samuel.

- Como sea, no me matarás una segunda vez...

- Eso ya se verá...

Entonces, ambos nos agarramos la cabeza con fuerza y gruñimos, luchando por apartar a los dos enemigos.

- Lu... Luna...- farfulló Sam-. Corre... Este chico... Te puede matar...

- Sam...- respondí yo, igual de doblada. Ni siquiera Slender y Smile eran capaces de darse cuenta de toda la fuerza moral que necesitábamos Sam y yo para alejar a Katherine y Samuel de su dominio sobre nuestro cuerpo-. Ka... Katherine no es... No es humana... Vete de aquí antes de que... Vuelvan a controlarnos...

Luego, voces incorpóreas con cuatro tonos distintos. Katherine discutiendo conmigo y Samuel discutiendo con Sam. Era un completo barullo. Se oía todo mecánico, de las voces hablando al mismo tiempo, hasta que por fin Katherine y Samuel se retiraron y nuestros ojos, jade y castaños, regresaron.

Me dirigí a Slender.

- Esta guerra de trescientos años de espera no ha hecho más que empezar...- aseguramos al unísono. 

N/A: En la foto, los ojos de Sam, el enemigo de Katherine. 

Mi vida... entre CreepypastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora