Sin duda no habría cambiado nada de la cita, Camila no estuvo preguntona, de hecho era el único defecto que le podría sacar de aquellos tiempos en la gira, y lo agradecí internamente... Se sintió como si ambas hubiéramos evolucionado de alguna manera, y lo hicimos. Ella había construído su vida de nuevo, y yo estaba volviendo a tener la mía. Es imposible creer que habían pasado dos años y ambas teníamos la misma cercanía que en aquella época. Los papeles también se habían tornado un poco, ahora la chica perdida era yo.
Caminé por la calle sintiendo que aún era de día, y eso que eran las dos de la mañana. Las luces de Nueva York, siempre encendidas y la gente en la calle como si de las cinco de la tarde se tratase... Sabría que amanecería en apenas unas horas, y no tenía sueño.
Desde que salí de la rehabilitación había evitado las noches durmiendo pronto o tarde, pero nunca enfrentándome a ella directamente, porque había desarrollado un miedo al paso del tiempo. Pensé que contra más horas de día viviese, más tiempo viviría antes de que llegase mi muerte... En el fondo yo sabía que lo hacía para evitar las pesadillas.
Metí las manos en el bolsillo, recordando aquel poema de Lorca que leí en la universidad.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Nueva York no era una ciudad fácil, y menos a aquellas horas de la mañana donde los más preocupados por su prisión eran los que salían primero a buscar su vida... Hombres atrapados... Yo también lo estaba, solo que daría igual en qué ciudad del planeta estuviese, que seguiría en ese estado, por eso necesito la música para liberarme, y los versos del difunto autor me dejaron con un cosquilleo mental al que pude denominar como inspiración.
"A veces nuestra mente no nos está dando insomnio, sino inspiración". Quizás esas palabras que escribí en mi diario tenían más sentido ahora, y mi destino no era dormir, si no escribirle a la noche lo que percibía y sentía.
Saqué las llaves del bolsillo, sabía lo que me esperaba en casa y por desgracia era soledad. A veces me sentía tan llena en el edificio que el simple hecho de volver a casa me resultaba incómodo... En lyra eran una familia, y al terminar la jornada de trabajo la familia principal también seguía ahí, pero la mía se limitaba al café y a la cama para intentar pasar al día siguiente y volver a sentir que hacía algo por mi vida.
Si de algo me había dado cuenta en aquella cita, era de que no me gustaba estar sola.
Al llegar al quinto piso, donde se encontraba mi casa, abrí la puerta y la cerré en cuanto metí mi culo en ella, notando como mis pisadas hacían eco en el lugar, lo cual reafirmaba de nuevo mi sentimiento melancólico. Fui directamente a la habitación y me puse algo que pudiese calentar mi cuerpo puesto que no iba a permitir que Camila fuese a casa pasando frío, y por eso mi chaqueta aún estaba en su posesión.
Una vez me puse el pijama me dí cuenta de que no había prestado atención a aquel aparato del diablo con el que podías llamar a gente durante toda la noche, así que le dí una oportunidad, sobre todo por si Camila me había escrito.
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Instant Chaos [Camren]
FanfictionSecuela de Instant Crush. No había vuelto a saber nada de Lauren Jauregui desde que cantó Fake Your Death en Hawaii. Llamé a Chris muchas veces, incluso a Joey pero los dos dejaron de responderme las llamadas. Solo decían que Lauren estaba bien pero...